No sabía el por qué sentía eso, tampoco encontraba a su marido para advertirle sobre su pequeña molestia en cierta parte de su abdomen, era cuestión de tiempo, si se le pasaba ella iba a continuar como si nada, no iba a ser extraño para ella ignorar aquello si tan solo fue un pequeño dolor temporal, y se suponía que su embarazo no iba a ser peligroso, por lo que no se preocupaba por todo. Se encaminó hacia su cuarto y se acostó en su cama tapándose hasta el cuello para solo dejar que las mantas cálidas la areoparan en su nido.
Su estilo de vida era muy normal, a excepción de las pequeñas obligaciones que tenía que cumplir como luna y su estomago medio hinchado a su creciente bebe que tenía casi tres meses de gestación. Ese día era muy especial, pues Agustina y Lucas iban a traer a los niños que felizmente pudieron adoptar después de dos semanas de conocerse, de papeleo y emociones de por medio. Y es que ella estaba tan feliz por la pareja prometida, que al fin habían hecho su sueño más viviente realidad, de tener una familia, el amor y dinero de su lado, luchas ganadas y pocas perdidas, ellos estaban muy felices con lo que tenían.
Cuando el llego, la casa estaba en un pulcro silencio, obligándolo a avivar sus oídos en busca de un corazón o la respiración de su amada, cuando lo encontró, tan tranquilo y sereno, supo en ese mismo momento que ella estaba dormida enbsu habitación, suponiendo que se había quedado dormida por el día tan cansador, el subió lentamente los escalones ruidosos que lo llevaban a la segunda planta donde ella se encontraba, era tan lindo venir del trabajo y solo quedarse a dormir con ella, era hermoso...como si ella esperara a un lado para que el se acurrucara con ella para estar mucho más que juntos
El sol golpeaba sus rostros en un roce tibio, haciendo sus venas calentar y más al estae abrazados como si ese momento fuera el unico que en su vidas podrían tener, era tan íntimo el momento que ambos tenían que ni siquiera el ruido de los pájaros cantando suavemente al compaz de los ruidos del viento podrían despertarnos. sus brazos entrelazados entrelazados de manera tan especial mientras se interponía entre ellos el toque que ambos le daban a él vientre de la femenina, que dentro crecía la criatura más preciada que tenían ambos en común, más allá de los sentimientos amorosos y queridos que se tenían los dos.
Despertaron abrazados, un beso de buenos días fue lo primero que probaron sus labios, y el deseo de permanecer así juntos durante un largo tiempo era hermoso. Se levantaron al mismo tiempo pero fueron a diferentes baños, ella el que estaba en el cuarto y el en la otra habitación, como siempre se preparó, se aseo y peino para que su pelo quedara impecable para la llegada de los cinco nuevos niños que la pareja agradable había adoptado con amor y esmero. Bajo las escaleras al no encontrarse con su marido, suponía que es seguía en el baño, pues siempre tardaba más en arreglarse.
Bajo las escaleras a un ritmo lento, aun somnolienta por su reciente despertar, se tropezó con sus propios pies más de tres veces seguidas, sin embargo logro mantener el equilibrio todas aquellas veces que casi se cae, termino de bajar y siguió hasta la cocina, donde se encontraba la pareja de acompañantes quienes se encontraban más que felices ese día, y era obvio del por qué, en unos minutos iban a traer a los niños quienes en esos metros se estaban preparando para quedar impecables ante el alpha y la luna, entusiasmados para pronto conocer su hogar permanente al fin.
—Hola chicos.—Saludó mientras se sentaba en una de las mesas, esperando a que la chica que tenía las dos bandejas repletas de comida listas para servirse, se acercara para poner el desayuno frente a ella.—Hola, April.—Saludó con entusiasmo la rubia, mientras que el otro lobo levantaba la mano y la saludaba un un ademán, pero se notaba a simple vista que el también estaba emocionado por que llegarán los niños. —¿Y Abdel?—Preguntó mirando hacia la escalera, las habitaciones de arriba eran insonorizadas por lo que no podían escuchar nada si la puerta estaba cerrada, sabían que el estaba en un cuarto pero no sabían que era lo que hacía.—Ya va a bajar.—Contestó sonriendo.
—Hola chicos.—Saludó mientras se sentaba en una de las mesas, esperando a que la chica que tenía las dos bandejas repletas de comida listas para servirse, se acercara para poner el desayuno frente a ella.—Hola, April.—Saludó con entusiasmo la rubia, mientras que el otro lobo levantaba la mano y la saludaba un un ademán, pero se notaba a simple vista que el también estaba emocionado por que llegarán los niños. —¿Y Abdel?—Preguntó mirando hacia la escalera, las habitaciones de arriba eran insonorizadas por lo que no podían escuchar nada si la puerta estaba cerrada, sabían que el estaba en un cuarto pero no sabían que era lo que hacía.—Ya va a bajar.—Contestó sonriendo.