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Lo harás bien

Después de una hora conduciendo, sentí que alguien se inclinaba sobre mí y me quitaba la bolsa que estaba sobre mi cabeza.

Blake se sentó sin sonreír frente a mí.

Se metió dos pistolas en sus jeans, como si fuera la cosa más casual del mundo.

Traté de mirar por la ventana, pero todo lo que podía ver eran formas y contornos de la carretera mientras conducíamos. Volví mi mirada hacia él. Podría haber sido increíblemente guapo si no fuera exactamente quien era.

Ojos y cabello oscuro, complexión alta e indestructible.

Mis ojos seguían mirando su tatuaje.

-La verdad la poseo y tu realidad es la fantasía que envuelve tu sufrimiento ...- Murmuré suavemente.

Sus ojos se lanzaron hacia mí

-¿Qué acabas de decir?

-N-nada

Se inclinó hacia adelante

-Claro que lo escuche, no estoy loco ni drogado. ¿Qué acabas de decir?

Negué con la cabeza,

-Es solo tu tatuaje

-Está en italiano. ¿Cómo supiste lo que decía?

Negué con la cabeza, m****a ¿Por qué no puedo mantener mi maldita boca cerrada? Deberia dejar de pensar en voz alta, siempre me meto en problemas por eso

-¿Has entendido todo lo que te hemos estado diciendo?

No había salida, el gato acorralo al raton y mentir no era una opción, ya el tipo me habia tratado mejor de lo que hizo al conocerme, estaba mas civilizado y honestamente no queria que me mataran, si tenia alguna posibilidad de salir de esta tenía que ser sincera o las cosas fracasarian sin antes empezarlas. Debia ganar un poco de su confianza, pero no pude encontrar nada que decir. Luego de estar soportando esa mirada, lo unico que pude hacer fue asentir.

-No eres un espía, ¿verdad?

Negué con la cabeza, por ahora solo cumplo mi papel de victima, la tapadera deberá continuar hasta que todo salga bien, al menos no soy una espía profesional, solo una estupida que pondrá en practica todas las peliculas de acción que ha visto en su vida para salir de esta viva.

-No 

-Si descubro que lo eres te cortaré la garganta ahora mismo, no me importa. Ademas es parte de mi trabajo cuidar al Don, el dinero que gasto en ti lo podemos recuperar rápido, tu pérdida no afectaria en nada nuestro negocio

Dejé escapar un sollozo silencioso y bajé la cabeza.

-Oye- Agarró mi barbilla y sentí que sus uñas se clavaban en mi piel- No le digas a nadie, ¿de acuerdo? Te matarán. Si se enteran, pensarán que eres un espía, o alguien enviado a matar al Don

-¿P-por qué te importa?

-No lo hace, estoy viendo mis propios intereses aqui niña, no te confudas.

-¿No le dirás a nadie?

-No soy un soplón

Me tragué las lágrimas y sentí que el alivio me inundaba.

-No te ves como una estado unidense, ni siquiera hablas como tal. Trabaja en tu acento, cuando lloras, sale tu acento y deja de hacerlo ya. Eres una completa molestia, acepta lo que te viene con la cara en alto o la pasarás mal

Asentí y apreté la mandíbula para evitar que temblara.

-¿Por qué estás incluso en América?

-Hace unos años. Mis padres murieron en un tiroteo, y yo ...necesitaba escapar

-¿Sabes la respuesta a la frase?

-Por supuesto que sí. Está tatuada en mi maldito cuello, no me haría algo que no tuviera sentido para mi.

-Creo que la vida es una hermosa mentira que todo el mundo vive y elige creer, y la muerte es la malvada verdad que la gente se niega a aceptar- Me encogí de hombros.

No sabía si estaba bien, pero era lo único que tenía sentido en mi mente en estos momentos.

Volví a mirar a Blake para ver sus ojos abiertos y mirándome, sus labios apuntaban ligeramente hacia arriba, al parecer tengo un socio a mi lado, quiera o no me esta ayudando a su manera y me siento aliviada por eso, al menos tengo una cara conocida en el infierno al que me metieron, ademas me gané su respeto, viniendo de un mafioso como él es importante, una pequeña garantia en un infierno que aun no experimento de primera mano.

Unas horas más tarde, el automóvil se detuvo y las puertas se abrieron de golpe. Blake me miró, un entendimiento cayó entre nosotros, un secreto.

Los hombres rodearon el coche y sentí que me sacaban. Mis tacones golpearon el cemento y sentí que tropezaba. Choqué contra algo duro, como una pared y mis tacones se deslizaron por debajo de mí.

Caí al suelo y me puse rígida cuando miré la sombra de la pared.

No es una pared. Era un hombre.

Me temblaron las manos y lentamente giré la cabeza hasta que miré a los ojos del mismísimo Diablo. Dicen que los ojos son los espejos del alma.

Bueno, su alma estaba muerta.

¿El alma puede morir? Dios que m****a estoy pensando, no es momento de hacer preguntas existenciales, tengo al diablo en mi cara y yo estoy pensando si el alma muere... ni siquiera estoy segura si existe o no.

Lo que era peor que estar pensando en la existencia del alma, era que el hombre o dios griego era terriblemente guapo, con el pelo oscuro y peinado hacia atrás con una altura imponente. Era corpulento, su presencia gritaba poder. Parecía la muerte, oscura y hermosa. Lo que daba tanto miedo era lo hermosa que era realmente su oscuridad. Tenía una piel hermosa e impecable. Me miró con esos ojos oscuros y asesinos. Su expresión permaneció quieta y silenciosa. Llevaba un traje oscuro, su postura era alta e impecable y sentí que me quemaba ante su mirada. 

Podria ser el mismo hijo de Hades sin problemas y estoy segura que el dios de la muerte estaría orgulloso de esta creación.

-Levantate

Me temblaban las manos mientras luchaba por ponerme de pie. Sentí los ojos de todos sobre mí.

Me encontré con los ojos indiferentes de Blake. Se paró al lado de Hades, con las manos cruzadas a la espalda.

Él permaneció mirándome fijamente, su mirada era implacable.

Sentí la necesidad de acobardarme pero no lo haría. Me prometí a mí misma que haría de la vida de este hombre un infierno y él parecía el tipo de persona que disfruta del miedo de otro.

Sus ojos vagaron por mi cuerpo. Me quedé erguida, haciendo todo lo posible por no acobardarme bajo su mirada y recordando lo que he aprendido de todo lo que he pasado. Volvió la cabeza ligeramente, como si señalara algo y de repente el mundo se puso en movimiento. Blake me agarró del brazo y me estaban alejando, sus ojos nunca me dejaron. Sentí el pánico subir a través de mí mientras trataba de soltarme del agarre del que estaba presa.

Este solo se apretó, sus uñas se clavaron en mi brazo.

Me arrastró por el almacén, mis tacones seguían resbalando sobre el cemento.

Me tiró por un pasillo, sentí que el miedo se acumulaba dentro de mí. Los pasillos eran enormes, con puertas cerradas en cada esquina. Cada dos minutos, estallaban disparos detrás de las puertas cerradas. No quería saber qué había detrás de esas puertas.

-Tienes que prepararte

Abrí la boca para decir algo, pero no sabía qué. ¿Prepararme para qué? Justo cuando estaba a punto de preguntar, habló.

-Deberías decírselo

-¿Decirle qué?

-Que eres italiana. Será mejor que se lo digas ahora antes de que se entere por su cuenta o sera peo

Entramos a una especie de casa enorme y de aspecto oscuro. Había pasillos y puertas rodeando todas las paredes. Rápidamente me tiró a través de una puerta lateral que conducía a una escalera confinada.

-¿Cómo se lo digo?

Tiró bruscamente del dobladillo de mi vestido indicándome que subiera las escaleras, pero obviamente soy alérgica a la gravedad porque tropecé.

Quizas debi prestar atención cuando querian enseñarme a ser una señorita, pero dios solo uso converse y botas, me gustaba la comodidad y nunca espere que me secuestraran y me vistieran como una prostituta.

Tampoco espere que ese fuera el papel que tendria que interpretar a mis 20 años para mantenerme con vida...

Un gruñido me trajo de vuelta  a la realidad.

-¿Cuál es tu maldito problema?

-Estos jodidos tacones

-Perra tonta, ni siquiera puedes caminar sobre unos tacones- Gruñó mientras me tiraba a sus brazos y subia las escaleras de dos en dos.

-No me llames así, esos tacones son una b****a, ademas cual es el maldito problema, nunca pensé que tendria que ser la prostituta de unos mafiosos.

Gemí cuando me arrojó de su hombro. La sangre se me subió a la cabeza mientras me balanceaba sobre su cuerpo como si no pesara nada y de repente estaba en el suelo del siguiente piso.

Tiró de mi brazo y me arrastró por los pasillos.

-Deberías decírselo, porque si no lo haces te matará. No me importa si mueres pero me importa si desperdicias el dinero del jefe, eso pudo haberse invertido en drogas o armas- Sacó una tarjeta de su bolsillo y la pasó por una puerta que se abrió con un clic - Preparate

Cerró la puerta de golpe.

Sentí las lágrimas formarse en mis ojos, pero sabía que esta era mi vida ahora.  

Será mejor que hagamos de la vida del Don un infierno.

Temblé mientras me levantaba. Intenté apartar las lágrimas. La habitación era pequeña, una cama, un armario y un baño.

Había una bolsa en la cama y la abrí. Dentro había una falda negra corta y un pequeño top negro sin mangas.

Me puse el atuendo, sin saber cuánto tiempo tenía y sin querer enloquecer a nadie en este infierno.

Se aferraba a mi cuerpo, mi cintura estaba expuesta y la falda seguía subiendo por mi trasero.

Al menos tengo buen trasero. Eso me servirá para futuras distracciones.

Entré al baño y gemí al ver mi reflejo. Realmente parecía una prostituta.

Mi cabello era salvaje, estaba cansada, mis ojos tenían sombras debajo de ellos, mi cara estaba mas delgada.

Estoy bastante jodida pero se lo que tengo que hacer, incluso Blake en su lenguaje me hizo saber que lo haré bien

Caminé hacia la ducha y le agradecí a Jesús que usaba tacones para poder alcanzar el cabezal.

Empecé a tirar pero no quería cooperar.

Deslicé mi tacón y me balanceé sobre un pie mientras comenzaba a golpear el metal del grifo hasta que se rompió de repente y sonreí.

Ya tengo un arma.

Regresé a la habitación agarrandolo como si mi vida dependiera de ello, cuando la puerta se abrió de golpe

-¿Qué estás haciendo?- Blake solo me observaba incredulo- ¿Crees que puedes salir de esto? No puedes niña, deberias aceptarlo de una buena vez y eso no te sirve de arma ¿en que estabas pensando? esto no es una pelicula de acción en la que eres la protagonista y sales ilesa de todo mal, esto es la vida real, no busques lo que no se te dará.

Sentí el pánico subir a través de mi garganta cuando dio otro paso hacia mí, mis ojos brillaron con temor.

En un segundo sus manos arrancaron el metal de la ducha lejos de mí y su agarre tomo mi brazo.

-Ten cuidado, angelito. Estás en un mundo de demonios.

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