Darían no pudo aguantar la incertidumbre y sin ingresar a la casa rodeó todo el jardín hasta llegar al frente. Desde su escondite detrás de la pared del jardín, veía a su hermano y a Bryan en plena discusión. Bryan, con un gesto desafiante, decía: —Es que tú no la mereces, por eso la voy a conquistar. Dylan, a su vez, le gritaba: —¿Quién eres tú para determinar si la merezco o no? ¡Ella es mi esposa y te quiero lejos!Sin embargo, Bryan se mantuvo firme. —Eso no lo decides tú—, respondió con una mirada fría. » Hasta que Judith no me pida que me aleje, me mantendré a su lado.«Veo que esto no va por buen camino», analizó Darían observando detenidamente cada movimiento que hacía su hermano con los cuales se le veía la intención de golpear a Bryan. Ella sintió una punzada de angustia en el pecho, aunque su hermano y Bryan llevaban tiempo en malos términos, nunca habían llegado a algo tan serio; al menos no en su presencia y solo quería darle un susto a Bryan no que Dylan lo madure
Judith llegó a la constructora Anderson, con una mezcla de nerviosismo y determinación, y tomó una bocanada de aire antes de entrar por las grandes puertas de cristal. Una vez dentro, se dirigió hacia el ascensor y presionó el botón para dirigirse a su oficina en el piso ejecutivo.Al llegar a su destino, las puertas se abrieron y ella salió del ascensor con paso firme. Caminó por el elegante pasillo, observando los rostros desconocidos, finalmente, llegó a su propia oficina y abrió la puerta.Sin embargo, para su sorpresa, encontró a Carl acostado en un sofá, aparentemente adormilado. Frunció el ceño y tosió ligeramente.— Disculpe señor Anderson.Un ronquido recibió como respuesta.Judith se acercó a él con paso decidido y una mirada de desaprobación en su rostro. — Señor Anderson, por favor abandone mi oficina—, le solicitó con voz firme.Carl al escucharla se incorporó rápidamente, frotándose los ojos con el dorso de sus manos visiblemente sorprendido.— Oh, Judith. Estaba tan a
Judith se quedó con la mirada fija en la mano de Dylan y después de verla en silencio por un largo tiempo, subió la mirada a sus ojos.—Lo siento, pero el hecho de que yo esté aquí no significa que algo ha cambiado entre nosotros, quiero que llevemos la fiesta en paz, para que terminemos amigablemente como una vez te lo pedí—, le solicitó con determinación.En respuesta Dylan le rodeó la cintura y tiró de ella sin tacto, cosa que la hizo abrir la boca como pez fuera del agua, puesto que le aterró la idea de caer. Dylan la apretó tanto que pudo sentir que había algo distinto en ella, pero que no lograba identificar, solo percibía con su tacto como sus pechos estaban más crecidos, sus caderas más anchas y su vientre un poco abultado.«Está gordita», esto surcó por su mente y le causó cierto morbo; ya no ansiaba el espécimen que hace tiempo quería, de tener una mujer llena de curvas con pechos tipo globos a punto de estallar que se exhibiera mostrando más de lo necesario.—No estoy dispu
—Maya, ¿qué me ocultas?— había preguntado Judith y Maya agitó las manos en un gesto de negación. —¡Yo no tengo que ocultar nada! Soy como un libro abierto, y como el agua cristalina de un manantial puro.La respuesta de Maya solo provocó que Judith se echara a reír con carcajadas sonoras que inundaron el espacio.—Sí, claro. Veo que el 'libro abierto' claramente tiene algo escrito. ¿Acaso esto de aquí dice Alexis?—. Tras finalizar puso el dedo índice bajo su nariz y luego acercó su mano a la mejilla sonrojada de Maya, quien negó con movimientos agitados de cabeza. —¿Ese tío pesado?, ¡por Dios, Jud!, te he dicho que no me gusta.Judith iba a responder con otra broma, pero Maya la interrumpió. —En realidad, estoy aquí porque me preocupé por ti.Maya se dirigió al escritorio, desempacó los aperitivos que había traído y le hizo una señal a Judith. —Son tus favoritos, ven a comer, señora CEO.Judith miró los aperitivos y sonrió, pero momentáneamente su semblante cambió. —Amiga, no d
En la quietud de la noche, los sentidos de Dylan se agudizaron, y pudo deducir que el sonido parecía haber venido de la parte trasera de la casa, cerca de la sala de estar. Voló escaleras abajo y al llegar a la sala, vio que una de las puertas dobles de cristal que daban al jardín estaba rota. Fragmentos de vidrio estaban esparcidos por el suelo, brillando con un reflejo plateado bajo la luz que se colaba desde el jardín. Cerca de la puerta, vio un sobre, pero antes de que pudiera inspeccionar, un movimiento en el jardín atrajo su atención. Corrió hacia las puertas rotas, descalzo, y sin importarle los fragmentos de vidrio que se clavaban en sus pies. —¡Eh, detente ahí! — voceó cuando en la distancia vio una figura vestida de azul oscuro, de la persona que estaba corriendo, pero Dylan fue más rápido y la alcanzó; la agarró por el hombro, obligándola a darse la vuelta. —¡Cintia! — exclamó, asombrado.La mujer asintió con la cabeza en respuesta. Dylan, aún asombrado, la sujetó del a
—Me mentiste, ¿verdad? —. Había preguntado Bryan, y en respuesta Darían asintió emocionada, mostrando una sonrisa de oreja a oreja. La noticia de que será tía la tenía a punto de dar saltitos de alegría, y se estaba conteniendo para no hacer el ridículo delante de él.—Niña de los…—bramó bien enfadado, pero no completó sus palabras para no decir la palabra chocolate, ya que antes lo decía porque estaba muy inocente de lo sucedido. Y ahora sentía que mencionar esa palabra a Darían le parecería una burla. A pesar de estar enojado con ella Bryan está cuidando de sus sentimientos.—¡¿Cómo me dejé engañar por esta chiquilla?!, ¡¿acaso soy tan estúpido?!—, se reprendió a sí mismo mediante balbuceos y Darían sonrió al verlo refunfuñando.—¿Entonces qué harás?, ¿le dirás a tu hermano ahora que lo sabes? —, inquirió Bryan preocupado por haber expuesto lo que le juró a Judith que callaría.Darían hizo un puchero y sin importarle la preocupación de Bryan, dijo juguetona:—Adivina.—¿Acaso eres
Después de un largo día de trabajo, Maya llegó a casa y vio a Samy sentado en la sala de estar junto a su amiga. Ella no pudo contener la emoción de verlo después de tanto tiempo y corrió hacia él, lanzándose a sus brazos y gritando con euforia: —¡Hermano, al fin regresaste!Samy, sorprendido, dejó escapar un pequeño quejido cuando Maya lo abrazó por el cuello. Ella se detuvo y lo miró a la cara, notando su ojo morado y su cuello enrojecido.—¿Tuviste una pelea intensa? — preguntó Maya, con un tono de incertidumbre y una pizca de burla en su voz.—Ese Dylan es un salvaje, — se quejó Samy. —Ese maniático ni siquiera preguntó, solo empezó a golpearme.Maya miró a Judith antes de soltar unas carcajadas. —¡Oye, no te burles! — exclamó Samy, y Maya, todavía riendo, juntó sus manos en señal de disculpa.—No me estoy riendo de ti, sino de ella y su 'salvaje'—, dijo Maya, señalando a Judith con una sonrisa burlona. Judith se ruborizó y protestó: —Maya, no te pases de chistosa.En medio de
Ansioso, Dylan no perdió tiempo, tomó a Judith de las caderas y con sutileza la acomodó en el borde de la cama.Entre besos y caricias, la penetró de una sola embestida. Las arremetidas inmediatamente empezaron a ser profundas, y Judith perdida en el placer de sentirlo tan dentro impulsaba sus caderas al encuentro de sus sexos.Sus bocas parecían una sola devorando sus alientos calientes, y Dylan hundía su mano en la intimidad de su amada frotando con toda delicadeza el sensible capullo, mientras que ella se retorcía ante la inclemente caricia que él aplicaba con verdadera maestría. Judith aturdida apretó con fuerza las sábanas al sentirse saturada cuando él empujó su miembro viril con toda su fuerza, instalándose en lo más profundo de sus entrañas.Esa cama que no es suya era testigo de la pasión y Judith estaba tan sumergida en el frenesí que le causaba lo indebido, que la adrenalina que recorría su cuerpo provocaba que ese encuentro fuera aún más placentero.Cuando ella convulsion