Mujer brillante
Anna toma un baño, después se asoma en la habitación de Sol, ella sigue dormida profunda por los medicamentos. Así que solo entra, gradúa la temperatura y la cobija, luego baja la escalera y se sienta con Peter en la sala.

—¿Piensas dormir aquí en el mueble?

—No me invitaste a dormir contigo, pero tampoco las dejaré sola.

—¡Pues tienes la invitación desde que empezaste a preparar la cena!

—¿Pensaste que pudo ser tu exesposo cierto?

—¿Por qué querría hacerme daño? Yo no lo he vuelto a molestar.

—¿Adriel?

—Ni lo mencione, él odia a los niños. No soporta escuchar los llantos, lo irrita. Siempre se mantuvo lejos de él por qué se le hace imposible compartir aunque sea el mismo espacio.

—Pero solo tiene ese pequeño, debería amarlo.

—Él solo se ama así mismo, hace y actúa como él se pueda complacer. No le importan los demás, el mundo solo gira a su alrededor. —ella dice estas palabras navegando en sus pensamientos.

—¿Cómo amar a una persona que con solo recordar su conducta te produce dolor
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