Segunda y última noche en el burdel.
Es como si estuviera esperando o buscando a alguien entre la multitud. Me dan ganas de preguntar, pero no lo hago. Cuando veo que le está sonriendo a alguien, sigo su mirada hasta un chico con abrigo negro, alto, ojos claros y muy musculoso. No exageradamente.
No me ve, pero yo sí a él. Cuando se va acercando, con intensos y lentos pasos, sus penetrantes y hermosos ojos conectan con los míos. No tiene ninguna expresión. Solo está analizándome como un objeto desconocido.
Esto ha sido muy intenso y…extraño. Regresa su mirada a Judith, quien le da la bienvenida con una gran sonrisa. Se sienta en el lugar que Judith, al parecer, le estaba guardando. Está muy cerca de mí.
— ¿Quieres tomar lo mismo de siempre?
—Sí. Tuve un día muy pesado hoy. —contesta el chico misterioso. Judith me ordena traer una cerveza y lo hago. Le quito la tapa y se la doy. Al tocar la botella al mismo tiempo, su mano roza un poco con la mía y siento un escalofrío recorrer dentro de mí.
No sé por qué me transmite cierto estremecimiento al tenerlo tan cerca. No sé si me está viendo, pero estoy ardiendo. Siento mucho calor a pesar de que hay aire acondicionado a los últimos niveles para refrescar lo suficiente a toda la gente. No puedo mirarlo a los ojos, así que no sé si me está mirando.
¿Quién es él?
—Solicito más patrullas en el banco central. Repito: solicito patrullas en el banco central —escucho por la radio mientras estoy de camino a mi apartamento, ya en Washington. Reconozco la voz de inmediato. Sé que es la inspectora Adams. Así que cambio rápidamente de dirección y voy a la ubicación que ha dicho. Acelero lo más que puedo y por suerte, no hay mucho tránsito. Minutos después de llegar, dejo mi vehículo estacionado no muy lejos. La zona está rodeada de patrullas y lazos que dicen "no pasar". Hay un helicóptero sobre nosotros verificando que todo a nuestro alrededor esté en orden. Un grupo de personas y periodistas tratan de acercarse al lugar para saber qué está pasando pero los policías les bloquean el paso por seguridad. Así de chismosos son. Inspecciono toda la zona antes de dar cualquier paso. Ni siquiera sé qué hago aquí. No estoy en mis horas de servicio y nadie sabe que acabo de regresar d
Melanie Cross. ¡Mierda! Un auto casi me manda a la otra vida cuando intento cruzar la calle. Y por si fuera poco, también se me cae una manzana de la bolsa del mercado del que acabo de salir. Me agacho para recogerla. Después de caminar unos pocos kilómetros, llego a casa. Que, por cierto, es un desastre. Mi madre (Martha) se prostituye para poder cubrir todos los gastos. Lo peor del caso es que los trae a la casa sin importarle la incomodidad que nos causa a mi hermano (Junior) y a mí. No sé quién es mi padre. Siempre dice que fue por cigarros y nunca más volvió. El padre de mi hermano, (Sí. Somos hijos de padres diferentes) es un político importante que le pasa una pensión considerada con tal de mantener su existencia en la oscuridad. Supongo que si su esposa supiera que tiene un hijo de 23 años fuera del matrimonio, todo se le derrumbaría. Lo peor/mejor del caso, es que a mi madre le importa una m****a. Solo piensa
Ya estoy dentro. Las mujeres con pechos fuera me comienzan a agobiar. Hombres y mujeres besándose y tocándose partes íntimas por todas partes. Y nadie me presta atención. Llego a la barra y hay una empleada. — ¡Hola, disculpe! ¡Quiero saber si… Judith está aquí! ¡Necesito hablar con ella urgentemente! —le grito para que pueda escucharme, ya que la música electrónica está demasiado alta. Todo se ve muy rojo y hace que el único color que resalte en las personas que están aquí, sea el negro. — ¿Quién la busca? —pregunta la chica. Al menos tiene dos diminutos parches negros en piel de cuero tapando sus pezones. Hace que sea menos incómodo. —Melanie Cross. — una vez que me escucha, indica quedarme aquí mientras va a buscarla, supongo. El cuerpo no deja de dolerme y el golpe que tengo en la frente menos. Creo que está sangrando también. A este paso, tendré que ir al hospital, aunque no sé si sea correcto. No entiendo por qu
—Soy la inspectora Adams. Te haré un par de preguntas y necesito que respondas con honestidad para poder ayudarte, ¿de acuerdo? —dice una señora ni muy mayor, ni muy joven. Es muy elegante y rubia. Estoy en lo que parece ser la sala de interrogación. Lo he visto en muchas películas. Asiento con la cabeza para que comience. —Hemos identificado a su acosador. Su nombre es Frank G. Uno de los mafiosos más buscados de toda la ciudad. ¿Puede decirme cuál podría ser la razón por la que se acerca tanto a ti? —empieza. Estoy dispuesta a decir toda la verdad. Al menos, lo poco que sé. —Mi madre es prostituta. Llevaba sus clientes a casa y él era uno de ellos. Siempre me miraba con morbo, pero lo ignoraba. Hasta que ayer todo se salió de control. Estaba sola en mi habitación, desnuda. Solo olvidé asegurar la puerta, así que entró, me agredió y me...y me...me...me...violó. — lo suelto, sin impedir que el llanto se apodere de mí nuevamente. He fingido se
Ya estamos de camino a la dichosa casa de seguridad. Después de darme cuenta de que mi propia "familia" es mi peor enemigo, no me importa mucho lo que me pase ahora. Tengo la cabeza recostada en el ventanal de la puerta del coche, observando el paisaje mientras Jack maneja. Dos vehículos más vienen detrás de nosotros por seguridad. —¿Estás bien? —pregunta. No sé por qué me extraña que lo haga. —Sí. Solo estoy cansada. —respondo sin verle. —Agente Connor, una cuarta camioneta desconocida nos sigue. —avisan por la radio. Lo que me preocupa bastante y me hace mirar atrás. Comienzan a dispararnos y Jack acelera. Por suerte, creo que tanto este jeep como las otras patrullas, están blindadas y no dejan que las balas perforen el material. ¡Dios! ¿Y ahora quiénes son estas personas? Los que nos protegen, abren fuego y logran inmovilizarlos para dejarnos el camino libre. —Otra furgoneta no identificada se acerca a
8am. Despierto. Apenas he dormido tres horas. Sujeto mi largo cabello en un moño malhecho con las hebras de mi pollina despeinadas en la frente como siempre. Veo muchas bolsas sobre la mesa de la habitación y las chequeo. Hay mucha ropa, bragas, sostenes, entre otras cosas de uso personal. No me di cuenta cuando Jack compró todo esto. Igual, se lo agradezco mucho. La ropa que llevo puesta apesta. Me la quito y me cubro una toalla blanca. Cuando entro al baño, salto del susto al ver el cuerpo desnudo de Jack en la ducha. Me giro de inmediato. — ¡Disculpa! No sabía que estabas aquí. — me estoy muriendo de vergüenza. —Tranquila. Pero ya que estás aquí, podríamos bañarnos juntos, ¿qué dices? —distingo su sarcasmo. —No, gracias. Disfruta tu baño y no tardes. — salgo. Una parte de mí no quería irse, pero prefiero no caer en sus juegos. Él es un policía y yo una víctima, su
Me quita las esposas. Sigue besándome y eso es suficiente para humedecerme. Me besa el cuello y echo mi cabeza hacia atrás para darle espacio. Se desliza hasta mis pezones y con su lengua juega con ellos. Me da besitos mientras desciende a mi vagina. Me quita las bragas que llevo puestas, dejándome completamente desnuda para él. Tengo un poco de vergüenza, pero la forma en que me mira me da seguridad. Abro las piernas y su boca se adueña de ella. Es un experto, se nota. No puedo evitar retorcerme en la cama con sus ágiles lamidas y caricias en mis piernas. Minutos después, se aparta. Se quita los pantalones junto con el bóxer, dejando su pene a plena vista. Es tan pálido como él y muy grueso. Las venas brotadas se le ven exquisitas. Incluso es mejor de lo que vi en esos videos de pornografía. Pero ahora tengo mucho miedo de cómo se sentirá. ¿Me dolerá? ¿Me lastimará? Rompe un condón con los dientes, lo saca y se lo coloca per
Cae la noche. Jack se la ha pasado pegado al celular casi todo el día. Mucho más después de las cosas que le dije de mi madre y el supuesto infiltrado. Yo solo me enfoco en mis clases en línea, que, de hecho, casi estoy terminando el semestre. Solo me quedaría el último donde haría mi tesis y listo, podré graduarme. Si es que llego con vida, claramente. —Por lo visto, Martha es más testaruda de lo que pensé. No ha dicho nada desde que llegó. Solo se quedó a solas con Laura unos momentos y tampoco dijo nada. —dice entrando en la habitación conmigo. Me acabo de dar un plácido baño. —No tienes idea. No fueron pocas las que aguanté con ella. —contesto. Se sienta en la orilla de la cama. —No has tenido una linda infancia, ¿verdad? —Claramente, no. Todo lo que conozco son acosos, los gemidos de mi madre por las noches, maltratos verbales en mi corta e inestable familia y todo lo demás. —Aparte de tu hermano y tu ma