Capítulo XXXI

Despierto con una

sensación de dolor deliciosa en todo el cuerpo y un par de preciosidades

acomodadas a cada lado, con las piernas encima de mi, unas manitas traviesas

que acarician mi miembro y escroto con tanta suavidad que me hacen salivar a

causa del placer que me dan.

Giro a la derecha y

encuentro un par de ojazos color esmeralda somnolientos y brillantes, Tony

sonríe y baja la vista ¡se ve hermosa! Beso sus labios y pronuncio un te amo

sin voz. No lo hago todo el tiempo pero, hoy lo quería
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