Capítulo XXXIX

Salgo del baño con

una toalla enrollada en la cintura, Tony continúa durmiendo plácidamente:

anoche la azoté como le gusta y lloró de placer, me ama infinitamente y yo como

un desgraciado - aunque también la amo - pienso esa preciosa morena que me da

placer sólo con una caricia y aspirando su aroma. La casa se encuentra muy

silenciosa, debo apresurarme para saber donde se encuentran porque Darryl es

capáz de encerrarme y excluirme de la operación y si lo hace no se lo

perdonaré, porque no descansaré hasta destruir a ese malnacido asesino.

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