Capítulo XLVI

Llegué al anexo de

la casa - refugio con una sensación de ganador casi implacable, nada borraría

mi sonrisa, nada opacaría mi felicidad y menos al encontrar a mi chica vestida

con un baby doll blanco, medias con liguero y el cabello suelto, mis manos

sudan y mi hombría parece una barra de hierro al observar que tiene una fusta

entre sus manos ¡ay Dios voy a correrme!

— ¡De rodillas

esclavo, ahora! - su sonrisa era maquiavélica y sus ojos brillaban tambien con

una malicia sexual que me desarmó. Solo pude obedecer — Y baja
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