Capítulo XIV

Ingresé a la

habitación ciento treinta y al percatarse Tristán de mi llegada solo, pude

darme cuenta de su cara de susto. Sonrío, cree que le hice algo, bueno

técnicamente si se lo hice pero no la lastimé ¿verdad?

—¿Qué? – entrecerró

los ojos y yo rodé los míos —¡Por favor Tristán, no la maté! Tampoco la lastimé

– le dije con toda la intención de que 

no me creyera.

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