Los hermanos ya no pudieron continuar con su charla de susurros, Loan y Jade ya estaban listos para asistir al cumpleaños de los herederos de Chicago, por lo que solo descendieron a encontrarse con ellos.
La rubia había pasado el día sintiendo los labios de su esposo en cada parte de su cuerpo, cualquiera en su lugar estaría relajado y más que dispuesto a divertirse el resto de la noche, pero no era el caso de Jade, algo en su interior la hacía sentir incomoda, quizás era el hecho de ocultarle a Loan cuanto estaba sufriendo Park, o tal vez eran las ganas que tenia la rubia de buscar a Ámbar Zabet y decirle sus verdades, aunque Park ya le había advertido que no se involucrara, después de todo, cada uno de los Zhao ya tenia su destino escrito y él era consiente que el suyo no estaba con Ámbar, fuera lo que fuera que la inquietara, ya no queria estar allí, rodeada de edificios, y brillante
Loan no perdió de vista a su esposa en toda la noche, no fue fácil estar lejos de ella, ver cuántos hombres le dedicaban más de una mirada descarada, por suerte, la rubia estaba más que entretenida hablando con Park, no pudo evitar sentir celos de su hermano, aunque no debiera, pero aún le costaba reconocer que la forma en la que ellos se conectaban lo molestaba, Jade tenía razón, Park sabía lo que era tener una madre horrible, al igual que ella, aunque también tenía que reconocer que no solo eran celos de Park por Jade, también era el hecho de que ella pudiera comprender a su pequeño hermano con una sola mirada, algo que ni Wang ni él podía hacer.— Maldición. — la queja de Wang provoco que despegara la vista de su bello Jade.— ¿Que?— La emperatriz está aquí. — el mayor de los Zhao fulmino con la mirada a la castaña y Loan solo se removió incomodo.— Si que es una mujer con mucha valentía, no creo que Marco pueda evitar que la D.E.A invada su mansión si saben que ella está aquí. —
Todo había perdido sentido para el tigre blanco, todo lo que él había ideado para asegurar que nada ni nadie lo apartara de su esposa, ya no importaba, porque estaba seguro de que Jade lo odiaría.— Por Dios, ¿Qué es esto? ¿Qué esta pasando? — la voz de una mujer lo saco de su miseria, era baja de estatura, su cabellera negra lucia uno que otro hilo de plata, sus ojos parecían un cielo sin nubes, celestes brillantes, que lo veían exigiendo algo.— creí decir que nadie podía pasar. — el oriental se giro a ver a su socia, una colombiana que desde el primer momento le había parecido la segunda mujer más valiente del mundo, la primera era su esposa Jade.— Ella es Kimberly Bach. — presento a
El personal del hospital Bach había sido testigo de muchas cosas, en su mayoría desagradables, y otras tantas sorprendentes, cada paciente que ingresaba en el era especial y cuando de una embarazada se trataba, era la apuesta de cada empleado, no por morbo o dinero, apostaban a la esperanza, al destino, creyeron que todo lo malo había terminado cuando Linda Bach, la hija de Sam, pudo traer con vida a sus mellizos, pero ahora una nueva Bach estaba allí, con los pechos llenos de leche y amor, pero sus brazos estaban vacíos, el bebé al que tendría que estar alimentando se encontraba depositado en la morgue, y custodiando aquella puerta, había mas de 10 hombre y una mujer, una que lucia peligrosa, letal, la única que no le temía a los Bach.— Sal de mi c
Melody caminaba por los amplios pasillos del hospital Bach, sin poder creer lo cruel que podían ser las casualidades, ya que años atrás, ella camino por aquel lugar, e incluso ingreso en la habitación 232, para despedirse de Tiago, el esposo de su hija y a quien ella había adoptado como un hijo, ese latino de amplia sonrisa, que tan feliz había hecho a su hija, pero había más, mucho más, la habitación 232 también fue donde Lucero Bach fue llevada luego de tener a su hijo, el cual nació muerto, la esposa de Eros Zabet, su sobrino, había estado en aquella habitación, y ella también había caminado por el luminoso y pulcro lugar en esa ocasión, ¿acaso no se suponía que la muerte y la desgracias estaban cubiertas de oscuridad? Melody sabia que
Jade se dedicó a ver por la ventana del vehículo la ciudad donde nació y creció, se le hacía tan rara y extraña, allí no había árboles, el aire no era limpio, el sol no brillaba de la misma forma que lo hacía en Pais X, e incluso la humedad del aire era diferente, toxica, se sentía ajena a aquel lugar, casi incomoda, mientras que Javier relataba la aventura de su vida, como había llegado a ser empleado de Marco Constantini, como fue entrenado por Eros Zabet, gracias a un pedido del Don de Chicago e incluso, como fue la reacción de Derek al enterarse que él queria salvar nada más y nada menos que a su hija.— Me alegra que sigas viendo el vaso medio lleno Javier. — fue lo único que respondió a lo que su amigo le h
Cuatro meses habían pasado, días y semanas, en los que Melody estaba cada vez mas nerviosa, al igual que Rosita, gracias a que Sug había contactado a la afamada asesina, haciéndole llegar mediante ella todo lo que Jade necesitara, como el dinero para comprar la casa que había sido de Isaías, aunque en un principio sus nuevos propietarios no quisieron venderla, Melody se encargo de persuadirlos, de tal forma que no solo se fueron de la casa, también de la ciudad, creyó que con eso ayudaría a Jade, pero no paso mucho tiempo, para comprender que nadie podía ayudar a la rubia, Rosita trataba de visitarla no solo porque era su amiga, también veía el sufrir de Derek y aunque no debía trataba de intercederé por él.— Jade, hoy entregaron l
Lucero ingreso en la pequeña pero acogedora casa, aunque debía reconocer que no era un hogar, solo una casa, vacía y carente de alegría, donde una rubia perdía la razón día a día, y donde ella trataría de traerla de regreso, aun en contra de la voluntad de su madre, Kimberly Bach sabía muy bien que había dolores que te llevaban a perder la cordura y ante eso, cualquiera corría peligro, por supuesto que no queria a su única hija allí, mucho menos a su nieto.— ¿Qué hace una Bacha en mi hogar? — pregunto con acidez la rubia y Lucero al fin vio el rostro ceniciento de Jade, el dolor en sus verdes ojos, que tanto se parecían a los de Derek, pero también vio más, mucho más, la rubia ocultaba algo,
Meses atrás.Park apretaba las fotos con fuerza, mientras sus pasos lo dirigían a la antigua casa de su hermano Loan, esa misma que había sido el refugio de Jade, ese único lugar en las tierras del tigre blanco que era sinónimo de paz y tranquilidad, hasta que su hermana regreso a Chicago y las vidas de los Zhao volvió a ser cubierta por la oscuridad.— Lo siento, pero no puede ingresar señor Zhao. — escucho a uno de los guardias que allí se mantenían apostados, los seis hombres que su padre le regalo a Jade y que solo a ella obedecían, eran los encargados de cuidar su morada, pero ¿para qué? Si ella jamás regresara.— ¿Cuándo van a comprender que su señora no regresara? Ell