Pov Leina Todos creen que las heridas sanan con el tiempo, que vuelves a ser feliz sin importar ese dolor que intentas ignorar. Aquí es donde yo me pregunto: ¿por qué mis heridas siguen doliendo como la primera vez? ¿Nunca sanarán? Cierro los ojos, dejando que esas lágrimas cargadas de dolor se deslicen tan suaves y silenciosas como mi propia presencia. Hoy, hoy por fin me tomé el valor de venir a ver a mi familia, pero sigo siendo tan cobarde como para verlos desde lejos; no me atrevo a acercarme por más que quiera. Lloro al ver a mi padre cargando a esa dulce niña que también sufrió en el vientre de su madre por mi culpa. Todo me lo advertía ese día, que no me acercara, que diera la vuelta y me fuera, pero entré; esa fue mi condena. Me abracé a mí misma, dejando que mi dolor cayera con el río salado que baja sin cesar por mis mejillas. Los amaba, realmente los amaba, y agradecía a la Diosa por haberles permitido seguir su vida como antes, pero sin mí. De lo único de lo que
Pov Leina Ethan va emocionado, saltando por cada puesto que ve. Tiene bien agarrada la pequeña bolsa de cuero llena de monedas de oro que me negué a tomar porque sentía que me quemaba las manos. Detrás de mí vienen hombres de Bastian y, aunque intenten pasar desapercibidos y vestidos con ropas desgastadas, sé quiénes son. —Mamá, mira ese vestido para ti, está bonito, vamos a comprarlo. —No, Ethan, yo estoy bien con el que tengo. Mi propio hijo me recorre con una mirada llena de disgusto ante el vestido marrón, súper grande y descolorido que traigo puesto. —Papá dijo que también te compraras cosas. Ese hombre no entiende que no quiero nada de él. —Es cierto, creo que te verías mejor con uno de esos vestidos. Por experiencia, confirmo que tienes una exquisita figura como para cargar esa cosa encima. Esa voz… me doy la vuelta para ver a Neil con su típica sonrisa pícara y una cara de burla por cómo estoy vestida. De su mano, otra más pequeña la sostiene y veo a su hijo, que sal
Pov Leina Su mirada de confundido me estaba haciendo dudar y la verdad ya no sé qué pensar, pero lo hecho, hecho está. —Ava estaba tan aterrada de ti que ocultó a nuestro cachorro a pesar de la debilidad. No tienes idea de cuántas veces tuve que correr para protegerlo, no tienes idea de cuánta hambre pasé solo para darle de comer a él. Se acercó a mí cayendo de rodillas, abrazó mis piernas, reposando su cabeza en mi estómago. —Perdóname… perdóname. Te juro que hay cosas que yo no sabía, jamás di esa orden. Gena ya está muerta por esto. Reiner aún paga las consecuencias, solo dame una oportunidad de… —No, Bastian—quise apartarme de él, poner distancia entre ambos, y cada vez que lo hacía, él me sostenía con más firmeza. —Por favor, déjame, necesito que me sueltes. —Escúchame, nena, por favor.— Su voz quebrada me hacía llorar más; revivir este dolor para ambos es difícil, así como querer intentar sanar. —Cuando encontramos a tu familia y supe de la verdad, estaba tan desesperado
Pov Sacerdotisa Las puertas de la manada se abrieron hace rato para recibir a Bastian, con la única diferencia de que no viene solo. Es extraño que vuelva a tener visiones después de tanto tiempo; supongo que su poder está despertando y eso se debe al tiempo que ha pasado más cerca de él, o mejor dicho, él de ella. Xantea se para a mi lado y, más atrás, están Mara y Deiros discutiendo, como últimamente lo hacen. —Mira la cara de Bastian, podría burlarme de él de por vida, pero con el reto que se le viene, mejor no. —¿Reto? No, querida, espera a que conozcas a Leina y sabrás que ella es más que un reto. Esa mujer va a ponerlo de cabeza por obligarla a venir. Xantea se ríe a mi lado, mirando el carruaje de tonos negros y azules oscuros que viene en aparente calma. Bastian se baja del caballo, parándose frente a la puerta por un momento, tomando aire. —¡Voy a matarte, Bastian! Tal como lo pensé, Leina definitivamente está enojada. —Te juro que vas a pagar por esto. Te odio. Na
Pov Leina Creo que no había dormido tan bien en mucho tiempo. Esta mañana, algo ha cambiado; siento su olor cosquillear mi nariz. Recojo sus prendas destrozadas para olerlas, dejando que esa sensación de tranquilidad me llene. Se supone que nuestro vínculo está roto; sentir esto es muy raro. Escucho el cerrojo de la puerta y prácticamente vuelo a la cama para tomar la daga. Espero frente a la puerta con impaciencia. Sé que es él; su aroma es fuerte y estoy segura de que, si tuviera a Ava, estaría loca por comérselo, y no en un sentido sano. Me abalanzo sobre él apenas lo veo; la bandeja de comida cae al suelo, esparciendo todo su contenido. El filo corta su mano cuando la toma para evitar que llegue a su pecho. Con su otra mano, me toma de la cintura, guiándome hasta la cama para acorralarme. Ambos forcejeamos: él sobre mí, intentando quitarme la daga y yo, por querer clavársela. —Leina, nena, basta, por favor. —Jódete, Bastian, deja que te la clave. Jadeo cuando
Pov Bastian Dos días, dos malditos días, y la incomodidad no se me quita. Golpeo el escritorio con frustración, mirando al soldado atrapado entre el pantalón. Por más veces que me he masturbado por su culpa, no siento la liberación que necesito. Esa mujer es simplemente una condenada manipuladora. «Una sexy manipuladora. Yo no me quejo; que nos utilice como su juguete sexual si ella quiere, yo con gusto me dejo». «No la defiendas, Thorin. Desde aquella mañana ya no me dejó tocarla y ahora no para de mencionar a Xantea en cada cosa». «Ella cree que es nuestra Reina. Ten algo de conciencia; seguramente pensará que hicimos demasiadas cosas con ella». Tiro los papeles al otro lado de la habitación sin saber qué más hacer; ella sabe que me tiene en sus manos y solo me tortura. Me paro frente a la ventana, mirándola jugar con nuestro cachorro. Sonrío al ver la hermosa imagen. Esa sonrisa y felicidad ahora son reemplazadas por una tristeza que empaña todo mi mundo al darme cuenta de
Pov Bastian Los Alfas bajan la cabeza y siento a Mara y Deiros tratando de calmarme. Todo lo que veo ahora es rojo mientras me levanto poco a poco de mi asiento. —¿Qué dijiste?— pregunto, con mis caninos alargándose y mis pupilas mezclándose con las de mi bestia. Mis garras raspan la madera y todos mis instintos reaccionan para proteger a mi hembra. Él no va a llevársela; tendrá que ser sobre mi cadáver. —No— digo con voz ronca. Thorin está presente, listo para luchar por su compañera tanto como yo. —Entonces la información es mía, Rey Bastian. Cuando ella esté en las manos de Amre, no venga a suplicarme por nada porque no le daré nada. Esto es un claro desafío; él pretende llevársela en mis narices y eso jamás va a pasar. Deiros me detiene con todas las fuerzas, al igual que Mara y todos los que pueden. Rujo de rabia tratando de zafarme de quienes me sostienen para ir a destrozarlo; me importa un carajo si entro en guerra con su maldito reino. Ella es mía. —Detente,
Pov Leina Kian me mostró su manada; al menos así le digo yo. Él la llama "ciudadela de bronce". Las calles son de piedras grandes y pulidas. Las casas están hechas de adobe, así como parte del palacio. Caminamos por las calles concurridas y transitadas por caballos, mercaderes y niños que corren jugando. El sol es fuerte para esta zona árida; sin embargo, hay fuentes de agua por toda la ciudadela para que se mantenga siempre en una temperatura adecuada. —Me alegra que te guste pasar tiempo conociendo a mi gente. Camino junto a Kian, que sostiene un paraguas sobre nosotros. Una hilera de doncellas está más atrás y, al fondo, los guerreros se mantienen en alerta. —Todo es nuevo, así que… es natural que actúe como chiquilla encantada de todo lo que ve. Aquí las personas no son tan amables, al menos no conmigo, ya que soy extranjera. Supongo que nunca en sus vidas han estado tan cerca de una loba sin loba. —Esta noche se llevará a cabo una ceremonia de unión; mi segundo al mand