CAPITULO 9: PEQUEÑA ALANA El edificio estaba sumido en un extraño silencio a esa hora de la noche, solo interrumpido por el sonido de las gotas de lluvia golpeando suavemente contra las ventanas y el eco de unos pasos sigilosos moviéndose por los pasillos. El chofer de Brandon se desplazaba con cautela, manteniéndose en las sombras, evitando llamar la atención de los pocos residentes que aún estaban despiertos. Sabía exactamente lo que debía hacer: encontrar a la pequeña Alana antes de que alguien más lo hiciera.La niña estaba en algún lugar del edificio, él lo sabía, ya que no podía haber ido muy lejos. Era muy posible que siguiera muy asustada y eso la había llevado a parar a cualquier parte del edificio, con la idea de mantenerse alejada de aquella escena espeluznante. Brandon había sido claro con sus instrucciones, y el hombre no tenía intención de fallarle, así que no se iba ir a casa con las manos vacías, primero tenía que encontrar a la pequeña.Los minutos pasaban y la ansi
CAPITULO 10: TRASLADADA AL INFIERNOEN LA DELEGACIÓN POLICIALEn la fría celda de la comisaría, se encontraba Cristel sentada en la cama rígida en una esquina con las piernas juntas mientras se abrazaba de sus rodillas. Había pasado horas en completo silencio desde que se marchó su traicionera ex amiga, dejándola con un torbellino de pensamientos en la cabeza, sin apenas moverse, con la mirada clavada en un punto invisible frente a ella, en el mismo estado desde que llego ahi. El aire en del lugar era pesado, viciado, y las paredes opresivas parecían cerrarse sobre su cuerpo cada segundo que pasaba. Cada latido de su corazón era una mezcla de miedo y rabia, mientras seguía preguntándose: ¿si estaba bien su hija?, ¿si la habían encontrado y estaba ahora a salvo?El sonido metálico de una llave girando en la cerradura la sacó de su letargo. Levantó la cabeza con rapidez. El oficial que la había encerrado en aquella celda estaba ahí parado, con un rostro pétreo y mirada indiferente la o
CAPITULO 11: NOTICIA EN EL PERIÓDICOLa puerta de la suite del hotel resonó con unos toques. Yaroslav dejó lo que estaba haciendo para ponerse de pie y abrir. Del otro lado de la puerta se encontraba Bogdan, quien lo miró con una mirada seria. Antes de que su jefe dijera algo, le anunció:—Ya está todo listo para regresar.—No iremos a ningún lado, por ahora —soltó, sin darle una explicación.Su amigo frunció el entrecejo, confundido.—¿Y los asuntos pendientes que tienes en Sarátov?—Los negocios pueden esperar —formuló con un tono que no aceptaba ser cuestionado sobre el tema.Su hombre entendió y asintió; sin embargo, no había acabado así que continuó.—¿Qué les digo a los que esperan que vuelvas a casa? —Nada —respondió antes de girarse y volver al lugar donde antes estaba sentado. Cruzó una pierna arriba de la otra y tomó la taza de café que estaba bebiendo, junto con la tablet que había tenido en sus manos, y donde buscando información. Bogdan lo siguió, no sin antes cerrar
CAPITULO 12: ENCERRADA Y ACORRALADA Prisión de Chicago El sonido del clic seco de las esposas al cerrarse una vez más alrededor de sus muñecas, eran cómo una sentencia brutal para Cristel. Sintió como se le helaba la espalda por el miedo, reprimió las lágrimas que se acumularon en sus ojos, no iba a llorar, no iba a dejar que la vieran débil. Cristel, vestida ahora con el uniforme beige que le habían entregado minutos antes, avanzó con pasos torpes, aún tratando de procesar lo que estaba viviendo. Le habían quitado su dignidad, su libertad. Todo lo que le había quedado.Aquel pasillo que la conducía a su nueva celda parecía interminable. Las otras reclusas la observaban tras los barandales como bestias esperando su turno. Un par de ellas susurraban entre sí, otras simplemente la analizaban con expresión vacía. La mirada de Cristel se desplazaba sin rumbo fijo, mientras su mente gritaba que todo esto era un error. Una horrible pesadilla.Las dos guardias que la escoltaban, sin mostr
CAPITULO 13: HUMILLADA Y AGREDIDADÍAS DESPUÉSCristel había salido finalmente de su celda. Pues habían pasado tres días desde la brutal golpiza que le propinaron sus compañeras de celda, y hasta entonces, no había tenido fuerzas para salir de aquel miserable rincón. El dolor en su costado aún era punzante, le había quedado un hematoma enorme, de un color entre verdoso y morado, que le cubría el lateral del abdomen, recordándole cada minuto que ese lugar no era un refugio, sino una trampa sin salida.Al cruzar la entrada del comedor, un murmullo se extendió entre las reclusas. Las miradas se clavaron en ella, cargadas de burla y desprecio. Algunas sonreían de manera sardónica, otras susurraban entre ellas, y unas cuantas se reían abiertamente.—Miren quién decidió unirse a nosotras —dijo una voz desde una de las mesas cercanas.—¿Será que la muñequita puede soportar nuestra humilde comida? —agregó otra, provocando risas generalizadas —. ¿O acaso el menú de hoy es digno de una princ
CAPITULO 14: INFORME DEL ATAQUEEn otra zona de Chicago, lejos del olor rancio de la prisión femenina, Brandon Barrett caminaba de un lado a otro de su lujosa oficina con el teléfono pegado a la oreja. El humo de su cigarro llenaba la estancia, mientras su voz sonaba fría.—¿Y bien? —preguntó con impaciencia—. ¿Ya se cumplió lo que pedí?Del otro lado de la línea, su abogado, un hombre astuto y acostumbrado a lidiar con la suciedad legal, respondió con tono mesurado.—Sí, señor Barrett. El “recibimiento” fue ejecutado. La señora Harrison fue atacada tal como ordenó. Pero... hubo un problema.Brandon se detuvo. Frunció el ceño. —¿Qué clase de problema?—Las mujeres se pasaron con la mano —admitió el abogado con un suspiro—. Está hospitalizada en el área médica del reclusorio, muy grave. No se ha despertado desde la tarde cuando fue llevada ahí. Al parecer, la herida fue más profunda de lo que pensábamos. El médico dijo que es posible que uno de los órganos haya salido dañado.Brandon
CAPITULO 15: SIN REMORDIMIENTOEstaba perdido en sus pensamientos cuando su teléfono volvió a sonar. Al ver otra vez el nombre del abogado en la pantalla, su ceño se frunció.—¿Qué demonios pasa ahora? —respondió con desdén.—Llamo para advertirle antes de que reciba la otra llamada —dijo el abogado con tono más tenso.—¿De cuál otra llamada me dices?—preguntó, interrumpiendo al hombre.—El reclusorio, pedirá su autorización para trasladar a la señora Cristel al hospital central de Chicago. Necesita una cirugía de emergencia. Como le comenté anteriormente, el médico ya pasó el informe de que el arma que usaron las reclusas, dañó parte del hígado. Si no se opera pronto... morirá.Hubo un silencio en la línea. Brandon respiró hondo, apagó el cigarro en el cenicero y entrecerró los ojos.—Entonces que me llamen —respondió con voz gélida—. Yo autorizaré el traslado. No queremos que piensen que soy el villano de esta historia. Pero tú... —hizo una pausa—. Tú te encargas de que nunca llegue
CAPÍTULO 16: INTERCEPCIÓNEl camino hacia el hospital parecía transcurrir lento, a pesar de que la ambulancia conducía a toda velocidad. El pitido constante de los monitores que vigilaban los signos vitales de Cristel era que se oía en el interior junto con el sonido de las sirenas. Iba inconsciente, por lo tanto la sedaron por si despertaba y así no pudiera sentir el dolor.Su rostro seguía pálido y la piel bañada en sudor frío. La herida seguía sangrando a pesar de los intentos que hicieron los paramédicos para detenerla; las cosas se habían complicado. Sabían que si no llegaban pronto al hospital, no lo iba a lograr.Dos oficiales iban en una patrulla escoltando a la ambulancia. El reporte había sido claro: una reclusa herida de gravedad, debía ser trasladada de inmediato al hospital central de Chicago. Lo que no sabían… era que alguien quería impedirlo a toda costa.Faltaban pocos kilómetros para llegar cuando todo se fue al carajo.Una camioneta negra apareció de la nada. Venía d