Pov Juliette —Vamos, tengo algo preparado para ti, espero que te guste. Lo seguí hasta Hathor, que ya esperaba por nosotros. Se acercó a mí, permitiendo que lo acariciara. Dara ronronea sin parar, ansiando salir para correr con él, aunque, siendo sincera, no sé cómo sería eso. —Vamos, amor —tomé su mano hasta subirme, acomodando mi vestido para que Kian se colocara detrás de mí, tomando las cuerdas de cuero. Me recosté en su pecho, dejando atrás la comodidad de la ciudadela para adentrarnos en un desierto que, de alguna forma, encontré bonito. El cielo sobre nosotros está iluminado por miles de estrellas que brillan en mis ojos mientras las admiro. Es simplemente un momento único. Durante el viaje, me aseguré de mirar bien desde los grandes riscos por los que pasábamos, las muchas ciudadelas esparcidas por todo el territorio. Algunas son grandes, otras pequeñas, pero todas están iluminadas, mostrando su esplendor y belleza. Más adelante, pude visualizar algo que realmente amé:
Pov Juliette No es que fuera una experta en esto, pero con él estoy dispuesta a experimentar muchas cosas nuevas. Quiero que todas mis primeras veces sean con él y pronto una de ellas sucederá. —Juliette— soltó mi nombre más como un gemido enviando corriente eléctrica por mi cuerpo. Tomó mi mano, sacando mis dedos de mi interior para llevárselos a la boca y chuparlos, saboreando cada centímetro sin apartar la mirada de mí. Mi boca se abrió, dejando salir un suave gemido mientras su boca me tenía de nuevo al límite. Dejó mis dedos para ahora bajar a mi feminidad, aspirando su aroma, sacando su lengua y comenzando a probarme. Se sentía tan bien, demasiado bien, que no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera su boca chupando mi carne sensible, enviando olas de delicioso placer por todo mi cuerpo. Sus labios subieron hasta mi clítoris, succionándolo con fuerza, sacándome un gritito de placer. —Kian— gemí su nombre alto mientras su boca aún me comía el coño a su antojo. Ya
Pov Keira La brisa fría trae un lamento, algo que se escucha casi siniestro. Las nubes oscuras no paran de acumularse sobre el cielo, anunciando la llegada de algo mucho más grande. Hay un olor en el aire muy parecido a aquel camino ácido por el que tuvimos que correr. Mis pulmones quieren colapsar; mi cuerpo entero se estremece ante el olor desagradable. Suspiro, alejándome de la ventana, mirando la piedra en mis manos que parece haber perdido su brillo por completo. Algo pasa en mi Reino, lo sé. Miré de reojo a Ethan, que sigue dormido, abrazando la almohada como si fuera yo. Ajusto mi cabello, alisando mi vestido antes de salir con cuidado. Realmente no quería despertarlo. Bajo las escaleras, donde apenas algunas doncellas van llegando para los quehaceres del día. Las saludo a cada una antes de pasar de largo y salir de la seguridad del palacio. En el aire ya veo a Storm, dando vueltas fuera de los cielos de la tierra de los Lycans. Ella me espera para llevarme con Frederi
Pov Keira Los mecanismos de las murallas resonaron fuerte a mi espalda; las balletas ya se estaban preparando para atacar la amenaza que se aproxima. Los guerreros salieron preparados para dar pelea y podía sentir a Bastian venir hacia aquí. —Es mi mamá. Ethan, dile que paren. Tomé sus manos desesperadas, mirando las puntas brillantes que apuntaban a ella. No podía permitir que le hicieran nada. Ethan levantó su mano y todos detuvieron lo que estaban haciendo. Storm volteó a ver al dragón que se aproximaba, elevándose al cielo sin siquiera esperarme. Joder, ¿qué demonios pasa con Storm hoy? Corrí hacia ella; sabía que algo estaba mal. Su vuelo es bajo, torpe; ni siquiera podía sentirla completamente. Miré hacia atrás para ver a Ethan hablar con su padre. Solo espero que, por favor, escuche y no dé la orden de atacar. Me detuve al ver cómo comenzaba a descender, Storm ayudándola para que no cayera de golpe y, aun así, lo hizo. Corrí hacia ella, mirando las graves heridas a t
Pov Keira Hace mucho había caído la noche y yo aún me encontraba aquí, sola, mirando desde lo alto a los dragones descansando alrededor de las casas donde duermen muchas familias. Mis labios tiemblan al pensar en los niños, en sus pequeños dragones que no les quedan más de dos semanas de vida. Mi sollozo rompe la quietud del aire, de las nubes que ahora me rodean sin sentirse cálidas. Los dragones adultos podrán vivir, pero ¿qué hay de los pequeños? Ellos siguen conectados hasta que su parte humana cumpla diez años. Trato de calmarme, concentrar mi dolor en otro lado o tal vez necesito que eso se convierta en algo más, en odio, uno que va dirigido no solo a mi padre, sino a ese ser que quiere destruirlo todo. Alzo la mirada a la luna, su luz aún sigue oculta, pero está ahí; sé que ella puede escucharme. —Dime qué hacer, me destinaste a Ethan por alguna razón, sé que para todos tienes un propósito, así que dime cuál es el mío. Una brisa fría me golpeó de repente, haciendo
Pov Ethan La habitación entera se sumió en un profundo silencio después de las palabras de la madre de Keira. Es más que obvio que no estamos preparados para la guerra contra lo que no se puede destruir. —Pero, tenemos entendido que es un ejército —dice Deiros. —Lo es; sin embargo, no es común. Los hombres que alguna vez lo fueron ahora son como polvo oscuro que cualquier cosa puede traspasar como si nada. —¿Qué hay de los dragones? —decidí preguntar, mirando cómo ella se tensa. —No están bajo control porque son criaturas antiguas, pero sirven a sus dueños; se ven obligados a hacerlo. Mi padre suspira. Los últimos tres días no ha estado durmiendo siquiera, preparando todo para que la guerra sea fuera de nuestro Reino, de preferencia en las tierras de nadie. Nuestros hombres han estado trabajando extra para llevar las pesadas ballestas. Me duele tener que tocar algo que para mi compañera es sagrado, pero no hay otra opción. —Deberían hablar con su Diosa. Sé que no tengo ningún
Pov Ethan Un dragón se acerca desde las alturas; sus escamas brillan con el resplandor del sol que apenas pasa entre las espesas nubes negras que ya comenzaron a cubrirnos. Doy un paso al frente al verlo descender; sé que trae información valiosa y espero que esto nos dé ventaja. —Príncipe Ethan. —Por favor, sigue adelante; todos nos esperan en la sala de reuniones. Ambos entramos al palacio, uno muy movido, con las doncellas y varios guerreros llevando suministros al refugio debajo de nosotros. Todos están tensos; saben que el tiempo ha llegado a su fin. Abro las puertas, dejando que él entre primero; cierro las puertas a mi espalda y espero a que diga lo que tiene que decir. —El ejército está a un día de camino; es grande, señor, muy extenso. De los orillos del camino y de los árboles brota un humo ácido que se eleva a los cielos, creando esas nubes sobre nosotros. El primero en reaccionar es Neil, maldiciendo todo lo que puede, seguido de él por todos los Alfas. Rocco y yo
Pov Ethan Apenas pude levantarme y corrí tras de ellos; necesitaba saber que estaba bien. No sentía nada a través de nuestro vínculo y eso me tenía al borde de un colapso. ¿Acaso esto es lo que estaba sintiendo mi padre? En medio del camino, me detuvo la sacerdotisa; me trancó totalmente el paso sin dejarme pasar. —No, Ethan, en el estado en el que está tu padre no va a medir consecuencias. Tienes que dejarlo; ella estará bien, pero se ha desconectado de todos y, créeme, TODOS podemos sentirlo, no solo tú. Pasé mi mano por mi cabello en un intento inútil de calmar mi frustración. Pensaba en mi padre; él debe estar peor justo ahora. Joder, tenía que haberla detenido. —Ethan, amor, tranquilo, tu madre estará bien. Lo sé, por ahora dejemos a tu padre solo, no lo provoques. Miré una última vez hacia atrás antes de salir con mi compañera. Al llegar abajo, tenía más de una mirada encima; otros miraban fijamente hacia arriba de las escaleras, preocupados por su Reina. Pasé