NadinaUna semana, habían pasado ocho días y mi pequeña, desde esa mañana en que sin querer le adicionaron los nutrientes cuando aún le hacían el tratamiento del trasplante de médula reaccionaba muy bien. Hace tres días Eros comenzó a darle unas góticas, desde ahí pasa jugando con sus manitas y piecitos. No hemos dejado la clínica, no lo haremos hasta que sus tres médicos de cabecera den el aval.Tampoco sabía nada de cómo iban los preparativos de mi boda. De aquí no salimos hasta que no nos den de alta. Con todo lo ocurrido, era para haber atrasado nuestra boda. —En realidad nada de eso importaba, antes de mis hijas estaría armando la tercera guerra mundial, no obstante, ahora lo primordial eran mis hijas.Sin embargo, nuestros padres siguieron con los preparativos. Si todo salía bien, pronto estaremos con nuestras hijas en el apartamento. —Alimentaba a mi rubia, jugaba con sus manitas. Esos preciosos ojos heredados de su padre me miraban con un brillo increíble.—Eres la salvadora d
JuliánMe deleitaba mirándola mientras ella se veía en el espejo desnuda, su vientre sietemesino, ya estábamos en mitad de su séptimo mes y eso la tenía feliz. Nuestro hijo, porque era un varón, se había desarrollado a la perfección a pesar de lo complicada de su gestación. Fue un proceso arduo, de mucho cuidado, de determinación por parte de Adara.¿Quién iba a imaginarlo? Su fe la mantenía sonriente y optimista. Para mí se veía más hermosa, la felicidad desbordante había sido constante después de haber hecho las paces con Dios. Y eso trajo como beneficio el poder volver a intimar, de manera muy suave, pero por fin pude estar con mi esposa. Por fin logramos consumar el matrimonio. Seguía desnudo mirándola. —Deacon quiere helado de oreo. —Solté una carcajada.—No voy a desaprovechar el día de hoy, es domingo, las empleadas están en su día de descanso. Althaia fue raptada por sus abuelos desde el viernes. Eres solo mía, además podrás esperar un par de horas más.Mis padres se la había
AdaraEl antojo me despertó. No era mentira, se hacía agua mi boca. Julián seguía durmiendo profundo. Salí de la cama, busqué la ropa interior, luego una sudadera, camiseta de mi marido, ya que las mías por nada del mundo bajan de la barriga. Llegué a la sala, eran las cuatro de la tarde, no dormí mucho, prácticamente nada. Pero estas ganas de helado no se quitaban. Al abrir la nevera no se me antojó nada, acaricié la barriga.—Helado, eso deseamos.Tomé las llaves. Si me ven bajar los guardaespaldas, de seguro me siguen. No creo que pase algo. Antes de salir del apartamento recordé el dinero. Volví a la habitación, tomé el pequeño bolso donde tenía mis documentos personales como tarjetas, dinero, también tomé el rosario y lo guardé. Se había convertido en un amuleto. Julián seguía profundo, espero no se dé cuenta de mi salida.Una vez en la recepción, saludé a los porteros, salí. Tenía varios meses de no saber lo que era caminar sola. Como algo tan insignificante se vuelve anhelante
NadinaLlegamos de la reunión de Blanca, ya no podía seguir ocultándole a Eros que estaba embarazada.—Divina, ¿quieres cenar? —Le sonreí, me miró y suspiró—. Mientras preparo la cena, ¿podemos hablar? —mi corazón comenzó a latir más de prisa.—Claro.—Vi la invitación que te hicieron para presentarte en la galería de Nueva York.—Sí. —Aún no había decidido.Esa preciosa sonrisa me desarmó. Lo amaba, jamás lo negaré, pero yo quería más. Necesitaba sentirme importante para él y no su última opción.—Nadina…—Sí. —Me observaba.—Sí, estarás en la galería, o sí debemos hablar. Desde hace un mes no hemos estado juntos, me evades y eso ya me preocupa.Tenía razón, ya se me notaba el vientre y con lo demandante que podía llegar a ser en temas íntimos, temía que le hiciera daño, hasta ahora mi hijo se desarrollaba de manera perfecta, y sus turnos en la clínica fueron los que me había salvado. Puso el agua para hacer pastas. Sacó el atún y el tomate para hacer la salsa.—Eros… yo…No pude hab
ErosMe tardé más de la cuenta y le dije a Nadina que no demoraría, pero esto era fascinante y espero ella pueda entenderme. Ver el milagro de la vida y saber que hice parte para lograr a cabo da una gran satisfacción en el alma. Era como confirmar que naciste para salvar vidas. Así como mi mujer me salvó en el pasado.Todos me felicitan porque la medicina que le suministré al paciente, la cual era experimental, daba resultad. Él ya había sido diagnosticado con daño cerebral, y ahora sus familiares no dejaban de agradecerme. Aún debía seguir sumando más casos para que puedan avalar mi tratamiento como la cura para esas personas que estuvieran en estado de coma. Ellos estaban regresando.Eran las dos de la mañana, Nadina ya debía de estar dormida. ¿Qué querrá decirme? No hemos intimado desde hace un mes y eso me preocupaba. Dejé la bata en el perchero, tomé las llaves del carro. La puerta se abrió y Amelia ingresó. —Si volvía de nuevo a insinuarse, tendré que pedirle a Benjamín que la
AdaraTerminé de arreglarme para presentarme en la constructora. Ayer, después de que la gente se fue, nos quedamos en la casa, con nuestro pequeño príncipe… —No pienses de nuevo en eso, pero no podía mentirme a mí misma, así me vean sonriente. Mi alma no sanaba, creo que jamás sanará por la pérdida de mi bebé y el llanto de mi pequeño príncipe solo renovó todo.Pero Maco tenía razón, ya era momento de enfrentar mi verdad, y no iba a permitir que ese imbécil se case, y si lo hace, haré que se arrepienta. Él sigue odiándome, y yo he sido la primera promotora para incrementar ese desprecio al darle a entender que, si lo hice, el problema fue que él no entendió la ironía.Y los antecedentes a mi espalda, por creerme una mujer empoderada y liberal… yo misma, por creerme toda poderosa, me enteré el puñal. Tampoco quiero pensar en las palabras del padre Castro, si lo hago no tendré la valentía de plantarme en mi empresa. —tocaron a la puerta.—¡Adelante!Papá ingresó. Ya se encontraba ar
NadinaNo había dejado de mirarme. En el desayuno terminé sacándole el cuerpo, pero eso, solo hizo que él quedara más preocupado y por eso, me había buscado desde entonces. Los nervios me estaban matando; sin embargo, debía hacerle frente a esto y como nos había enseñado el padre Castro: «cuando una batalla se avecina y sientes que no podrás con ella, invoca al que todo lo puede y verás cómo él llega con sus ángeles.»Por alguna razón me cegué y no me inyecté la última vez. Ahora tenía trece semanas de embarazo.—Nadina, ya me tienes muy nervioso.—¡Estoy embarazada!Solté de una y sin contemplación. Su mirada pasó por una gama de sentimientos; para algunas cosas, nos entendíamos como si pudiéramos leernos la mente. Se levantó de la silla, cerré mis ojos, mi corazón palpitaba demasiado, la segregación aumentó, todo mi cuerpo transpiraba por el miedo a su reacción, las manos húmedas… —Intentó hablar, y volvió a callar. Caminaba de un lado a otro.—¿Falló el método anticonceptivo?«La v
JuliánAdara era una belleza de mujer, la miraba toda erguida e imponente, siempre con esa superioridad mal dirigida. Porque la admito por lo inteligente, pero ella lo lleva al punto de quedar como una mujer superficial y, grosera. En ocasiones suele quedar como una mujer fría e indiferente, lejos de esa calidad humana de sus padres.La susodicha ingresó a mi oficina, con su cabello rubio recogido. Detestaba sentirme tan débil al estar cerca de ella. Lo diferente que hubiera sido todo, si yo hubiera salido detrás de ella esa tarde que me encontró con la novia que tenía en ese entonces… No le expliqué lo que pasaba.Yo estaba terminando con ella, como habíamos acordado después de que por fin pudimos entendernos por esos seis meses, donde logramos tener una relación en la Amazona. La hice mía y podré ser muy machista, celoso y energúmeno, pero fui el primero en su vida, jamás me lo habría imaginado con todos los novios en su larga lista.Eso fue en sus veinte años, aunque no se lo diga