Capítulo5
Escuché a mi suegra humillar a mi padre. Me enfadé mucho. Por su parte, Gael guardó silencio, dejó que mi suegra llamara por teléfono.

Sonó el conocido tono de llamada, era una grabación de cuando cumplí dieciocho años y no me había enterado de que mi padre lo había utilizado como tono de llamada para su celular.

Por desgracia, no me puse en contacto con mi padre por el bien de Gael. No podía creer que ya habían pasado tantos años desde que le llamé por última vez.

—Si quieres que tu hija esté bien, envíame dinero ahora mismo.

7.

No hay padre en el mundo que no ame a sus hijos. Mi padre rápidamente transfirió el dinero. Sólo dejó un mensaje: Tú la quieres más.

Apenas pude aguantar las ganas de soltar un sollozo. Durante diez años, lo que más lamenté fue la relación con mis padres.

Presumiblemente, Gael había redescubierto que tenía conciencia. Después de pensarlo durante mucho tiempo, me envió un audio.

—Araceli, en verdad te perdono. Decidí empezar de nuevo una buena vida contigo —declaró con voz grave y tono de mando.

Era como si hubieran disparado otra bala a mi corazón ya roto, su tono era severamente altivo, casi me preguntaba si pensaba que le estaba pidiendo limosna.

El día de mi velorio, volvieron los problemas estomacales de Gael.

—¡Araceli, deja de ser irracional!

Se tapó el estómago y gritó furioso hacía el teléfono. Estos días había estado viviendo en casa, el trabajo se empezaba a acumular.

El timbre sonó en el momento justo y Bianca se aprovechó desde el momento en que entró.

—Gael, ¿estás bien? ¿No te está cuidando Araceli?

Fingió refunfuñar mientras miraba hacia la casa y se apoyaba distraídamente en los brazos de Gael.

—¡No menciones a esa puta, no vale la pena!

Gael estaba un poco irritado, no entendía con quién estaba enfadado.

—Sí, solo es una acompañante. No lo vale…

Inmovilizando a Bianca en la cama que usamos cuando nos casamos, Gael jadeaba mientras la desnudaba.

—Tú eres la dueña aquí.

El profundo afecto de Gael era algo que quería, pero nunca tuve. Estaba cogiendo con otra tipa justo debajo de la foto del día de nuestra boda.

Parecía estar hablando con Bianca pero también parecía decirse a sí mismo:

—Después de todo, no tengo nada que ver con esa acompañante.

Tumbada en sus brazos, Bianca hizo un puchero mientras.

—Gael, ¿me estas mirando o ignorando? —reprochó.

Los movimientos de Gael se detuvieron mientras volvía a bajar la pantalla de su teléfono. Bianca no lo sabía, pero yo lo veía claramente. Era mi chat, con mis desvergonzadas palabras.

[Gael, hoy también te quiero mucho].

[Está lloviendo, acuérdate de traer un paraguas].

[Gael, me gustas cada vez un poquito más].

En el pasado, le enviaba mensajes a Gael con regularidad. A veces le decía algo cariñoso, a veces compartía con él cosas triviales, a veces pensaba libremente en los hijos que tendríamos juntos. Y nunca recibí respuesta, sin excepción.

Cada uno de ellos era la prueba de que le había amado apasionadamente. Pero estos días, en su celular solamente había mensajes sobre el trabajo, ninguno de ellos era mío.

Se agitó el pelo, parecía molesto. ¿No estás acostumbrado a que una simple acompañante como yo deje de buscarte?

Bianca se molestó un poco al no obtener respuesta. Presionó a Gael para que le prestara atención.

Pronto impacientó a Gael. Parece que la persona a la que amó en su juventud pronto se convertirá también en alguien sin valor.

8

El timbre volvió a sonar y tanto Gael como Bianca se quedaron helados.

—¡Ah, no puede ser que Araceli volvió!

En el rostro de Gael parecía brillar la alegría, pero en un instante fue suprimida y sustituida por una expresión de desinterés.
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