Enpuño mis manos, me contengo de no golpear al padre de Elizabeth porque si no ella jamas me lo perdonaría, ignoro a todos los que estaban a mi alrededor y mis ojos se posan sobre la causante de mis problemas

La jalo del brazo y la arrastro hasta otra habitación, se queja de dolor y me exige que la suelte pero la rabia que siento ahora solo nubla mi juicio de razonar

—¿Qué demonios haces aquí? Y espero que tu respuesta sea la adecuada para mi porque si no, te voh a matar ahora mismo.

—Yo… estaba preocupada por ti, me dejaste sola y.. —ella da un brinco del susto cuando parto en dos la pequeña mesa que adorna la habitación —Damián… ¿Qué esta pasando? ¿Quiénes eran esas personas?…

Mi gruñido le advierte que sus excusas no estaban funcionando y que estaba a punto de matarla. La conozco perfectamente y aunque parezca alguien inofensivo y amable, sé que esta aquí para que mi familia sepa de su existencia

Jamas se me cruzo por la cabeza en convertirla en mi mujer, simplemente eran revo