Jamás había estado tan emocionada por ver morir a una persona, de hecho, jamás me había sentido así. Estos últimos meses he cambiado drásticamente y siendo sincera, me gusta mi nueva yo. Es más extrovertida y sexi y soy capaz de cosas que jamás se me hubiera pasado por la cabeza para hacer.Mi reflejo en el espejo se ve preparado, listo y feliz porque siento que será un buen día. Le sonrío fríamente.—¿Estás lista, Kimberly? —la voz de Ramírez me saca de mi ensoñación.—Sí, pasa.Él abre la puerta mientras termino de atarme el cabello en una coleta alta.—Erik te mandó a buscar. Ya todos estamos listos.Me doy la vuelta, pues le daba la espalda y le sonrío.—Gracias, ya bajo.Ramírez me mira de pie a cabeza, sin ser lascivo claro, y niega con ella.—¿No crees que es un poco... Raro tu atuendo? ¡Kim, vas a matar a alguien! ¡No puedes ir en tacones!Me reviso mi vestimenta rápidamente; llevo una básica que se ajusta a mí cuerpo, sobre ella está un chaleco antibalas y una chaqueta en cue
No puedo creerlo, al fin es mi cumpleaños, al fin tengo dieciocho. Es algo que anhelaba con muchas ansias, es una edad decisiva. Aún no soy mayor de edad, pero es una etapa que me encanta.Me remuevo entre los brazos de Erik que me aferran a él con bastante fuerza. Lo primero que hizo al llegar, luego de la agobiante batalla, fue desnudarme e irnos a la ducha. Allí tuvimos sexo, luego en la cama hasta quedar rendidos ante la noche y el cansancio.—¿A dónde vas? —susurra en un gruñido.—A darme una ducha. No puedo estar sucia el día de mi cumpleaños —él ríe y besa mi coronilla.Jamás había hecho algo así. Ha cambiado mucho.—Está bien, tú ganas —me libera de sus brazos. Intento levantarme, pero me vuelve a atrapar.—¿Crees que no te voy a felicitar? —le sonrío y luego de una vuelta estoy sobre él. Piel con piel—. Feliz cumpleaños, mi Kim.—Gracias, Erik.Toma mi rostro y lo lleva hasta el suyo. Me da un beso, lento y delicioso. Se toma su tiempo y eso me agrada.—Te amo, te amo con tod
Me miro frente al espejo y no logro creer cómo me veo. Es impresionante cómo he cambiado, tanto física como mentalmente. Siento que he logrado todo lo que me he propuesto y lo seguiré haciendo porque no pienso volver a la vida que tenía antes.Una vida donde era una total estúpida y no sabía lo que me estaba perdiendo acá afuera. Una vida llena de pobreza y dificultades. Una vida que no quiero nunca más y nunca más tendré.Lo único que me queda de aquella vida es el recuerdo de unos padres maravillosos. Unos que me amaban y hubieran dado la vida por mí. Y la dieron...Me da un poco de gracia recordar la primera vez que me vi frente a un espejo y me sentí de esta manera. Justo detrás de mí, estaba Sharon, susurrándome al oído cuán afortunada era por ser tan bonita y que tenía todo lo necesario para salir adelante y huir de esa vida de pobreza que tenía. Eso es lo único que le agradezco a esa perra, porque me abrió los ojos y me enseñó a jugar con mis atributos, los únicos que me han ay
No puedo escuchar nada más. Veo a todas las personas sonreír y soy el único que no lo hace, solo veo a Kimberly que no sabe qué hacer. Obvio dirá que no, tiene que hacerlo.—Acepto.El estruendo que hace la copa al deslizarse por mi mano para luego caer al piso es callada por todos los aplausos y chillidos de toda esta puta gente.No deja de verla a los ojos mientras aprieto mis puños. Ella tiene los suyos empapados de lágrimas que luego de un suspiro hace desaparecer, luego me da una mirada seria y recibe el anillo con gusto.Todo a mí alrededor se desmorona, veo a Esteban, mi hombre de confianza hablarme pero no logro procesar qué dice.Una estúpida lágrima se escapa al verlos abrazados y dichosos. Rápidamente la limpio pues no dejaré que esa puta me vea llorar. Eso es lo que es, sólo una simple puta.—Dame el arma Esteban —digo entre dientes.—Pero señor...—¡Dame la puta arma! —espeto.Cuando la voy a recibir alguien me zarandea, al voltearme veo que es Bridgit.—Suelta eso, Chris
Levanto mi velo frente al espejo y respiro profundo por segunda vez. Estoy lista, lista para casarme con Erik, el hombre de mi vida, el hombre que necesito.—Te ves realmente hermosa —veo a Tania a través del espejo y le sonrío.—Muchas gracias. Estoy nerviosa —mis manos están temblando.—Debes estar tranquila. ¿Te gustaría que tus padres estuvieran aquí?Su pregunta me cae de sorpresa, pero eso no me impide conocer la respuesta enseguida. No, no querría que estuvieran aquí. Sé que no les gustaría con quién me caso y mucho menos en lo que me he convertido, así que no.—Sí, por supuesto que sí —miento y ella se lo cree.—Descuida, sé que te están cuidando desde el cielo.Mis ojos empiezan a picar y se me instala un familiar nudo en la garganta. El dolor de haberlos perdido vuelve así que debo sentarme para calmarme.—Déjame sola un momento, Tania —susurro, ella niega con la cabeza.—No, no puedo dejarte así además ya debes salir.—Sólo un minuto, espera afuera un minuto —ella asiente r
La calidez del lugar la despertó. Estaba sola en la enorme habitación donde el sol se calaba por la enorme ventana con vista al mar.Se levantó mientras se enredaba en las sabanas para ocultar su cuerpo desnudo y se acercó al ventanal. Pudo observar a su marido desayunar tranquilamente en la playa rodeado de hombres con armas. En ese mismo instante quiso hacerle compañía, pues no le gusta la soledad ya que la llevaría a pensar en quién no debe y, por ende, a sentirse verdaderamente mal de lo que está haciendo.Rápidamente se metió a la ducha y al salir se colocó el mejor bikini que traía consigo y salió de la habitación. Al pasar por la cocina vio a una mujer que ayer no estaba allí. Tenía un aspecto distinto y preparaba algo.—¿Tú quién eres? —preguntó de la mala manera y con la cabeza erguida. Quería demostrar que es la dueña y señora.—Soy Emma, para servirle señorita —le dio un asentimiento de cabeza y salió.En puntillas y sintiendo la arena bajo sus pies, se acercó a Erik, el cu
Ocho meses después. Mientras bebo de mi copa de champaña espero pacientemente que mi esposo llegue. Quiere darme un pequeño regalo, el cual he anhelado mucho. Me levanto del sillón en el que me encontraba y me acerco al jardín. Veo a todos los hombres armados, que al darse cuenta de mi presencia me miran con respeto. Algunos vigilan la casa y otros hacen sus respectivas tareas, como meter coca en un camión. Hace ocho meses me casé con Erik. Ha sido un matrimonio realmente "divertido", me ha tenido como una reina y me lo demuestra a cada rato con sus extravagantes regalos y viajes. En estos ocho meses han pasado cosas extraordinarias, como que nos hemos mudado a una casa más grande y mucho más preciosa, donde se le hace más fácil a Erik de traer la mercancía, también Bridgit se ha vuelto aún más cercana, aunque por mí parte sigue estando un poco de inseguridad, ella está saliendo con Francisco, aquel anciano enamorado de Brooke. Tania recobró la vida que llevaba gracias a el nuevo e
Vuelvo a incrustar el cuchillo en su abdomen. Una y otra vez hasta ver debilidad en sus ojos. Con esfuerzo me levanto, tirándolo al suelo. Tomo una bata y la coloco en mi cuerpo.—¿Por... Qué? Te lo... Te lo di todo —su pecho sube y baja y la alfombra se está volviendo roja—, hasta mi corazón.Empieza a toser varias veces hasta escupir sangre, lo cual me asquea.—¡No me interesa tu maldito amor! ¿Acaso no entiendes? Nunca me importaste ¡nunca! Lo único que te agradezco es que me hiciste más fuerte, ¡oh! Y claro, el dinero que me acabas de dar. —mi sonrisa lo derrota y entre un último suspiro su vida se acaba, se desvanece.Murió, Erik murió, al fin murió. Siento un enorme alivio al sacar las palabras de mi boca, al haberle dicho la verdad. La que me he estado tragando todo este tiempo.No lo quise, nunca lo hice. Me costó mucho decir "acepto" ese día. Me costó mucho besarlo luego de hacerlo. Me costó mucho dormir en la misma cama. Me costó.Sé que debí decírselo, no debí casarme con é