*SARA* Hoy me he levantado con más energías, tengo que estar fuerte, para trabajar duro y que el belcebú no me lleve a esa casa de mala muerte, tengo que lograrlo, por lo menos aquí estoy más segura, solo tengo que tenerlo contento, no darle motivos para que se moleste conmigo. «Tú puedes Sara, no te rindas, tus padres te cuidan desde el cielo» me animo a mí misma. El día es joven y procedí con mi plan, pero fue todo un fracaso, ya que las chicas que trabajan en esta casa son muy eficientes y me quitan la escoba y el trapeador. No me dejaban hacer nada, ya no tengo opciones, me frustro ante esta situación, en eso recordé que hay algo que, si puedo hacer, así que subí las escaleras y me fui para la habitación del chico coma. Entre a la habitación y me puse manos a la obra, la arreglé diferente ese sitio, al revisar me di cuenta de que polvo no hay, así que fue todo más fácil. Me senté cerca de la cama y miré por un momento al chico, es bien guapo como esos de revista, aunque tiene un
Alcancé la barra de chocolate, sentí que había obtenido el mejor premio, mi cuerpo se emocionó y mi mente se tranquilizó, ahora podía disfrutar de un chocolate. Hasta que fui sorprendida nuevamente. —¡No, que no eres, una ladrona! —cerré los ojos, me tambalee y me desplome. —¡Te tengo! Eres tan torpe, no sé cómo es que continúas viva. —él no permitió que cayera al suelo, hizo que mi cuerpo se estabilizara en la silla— Que esperas, agarra bien el chocolate para que bajes, pesas demasiado. Tome la barra de chocolate con gran vergüenza, pero la ansiedad está a punto de tomar el control, le quito la envoltura y me la como, él solo me observa y no dice nada, eso me hace sentirme miserable. —Eres un caso perdido, no entiendo cómo consumes cosas que te hacen mal, ¿sabes lo malo que es el chocolate para tu peso? Me imagino que no tienes la más mínima idea. —con esas palabras se carcajea, haciéndome sentir que soy de lo peor. Cuando me la comí, él se marchó y yo regresé a mi habitación, ya
*AARÓN*Fingiendo que salí del sótano, me quedé parado en silencio observándola por un rato. Ella tiene que aprender que me pertenece. En su mente y su corazón no tiene que haber nadie más que su dueño.—¡Ven por mí, por favor, papá! —escucho llamar a su padre muerto, es una idiota, los muertos no escuchan—Porque me abandonaste y me dejaste completamente sola. No quiero seguir viviendo de esta manera.Ella habla con un muerto, eso no me molesta, así que salgo de ahí, hago las gestiones desde mi computadora, me interné en la computadora que no sentí el pasar del tiempo, miro la hora y es media noche, su imagen se me viene a la mente, —¡Maldita chiquilla!. — Me levanto y me dirijo al sótano, cuando abro la puerta ella está en el suelo con toda y la silla donde la amarre, cuando la incorporo, su piel esta que quema de la fiebre, en eso mire su espalda que inició a sangrar. Me maldigo en mis adentros, porque se me olvido por completo sus heridas, le suelto de la silla, ella está inconscie
En eso se abrió la puerta y una bandeja de comida le fue entregada por una de las empleadas, solo a eso entró y con la misma salió de ahí sin decir nada. Sara se quedó viendo la comida, teme que lleve algo que le perjudique, no confía en nadie, sabe que fue él quien ordeno que le trajeran de comer, no comprende la actitud de él, en cuanto es amable, de repente se vuelve violento. La bipolaridad de ese hombre la asusta. “Tendrá algún problema psiquiátrico” Indago en su mente, ahora más que nunca teme por su vida, sus recuerdos de su infancia y el sufrimiento que tuvo no se comparan con lo que siente en este momento, antes por lo menos tenía a su padre y su nana. Ahora no tiene a nadie. Es lo único que se le vino a la mente al ver la comida, era comérsela y disfrutar el momento, sus tripas rugieron al sentir el delicioso aroma de la comida, si se muere, al menor será llena, sonrió ante ese pensamiento fugaz. Se sentó a comer y saborear las delicias, nunca se sabe que pasará mañana, tal
La observo y mientras él acerca la resolución de la cámara, pero no le daba una buena vista de la situación, maldecía, sus trabajadores no sabían lo que pasaba ni porque él estaba furioso. Pensó lo peor de ella, tomo las llaves del auto y no espero a Josh, salió a toda marcha hacia la casa, es casi media noche, se le olvidó hasta los de seguridad, no obstante, su arma siempre la anda con él. Al llegar a la casa se bajó rápidamente del auto, reviso el arma que estuviera cargada, no iba a permitir que ella se aprovechara de la condición de su hermano, y quería hallarla con las manos en la masa. Entro de un golpe al dormitorio y escucho a Sara pedir ayuda. —¿Qué carajos haces? —la oye suplicante y desesperada. —Ayúdame, tengo tres horas de estar en esta posición, mi cabello se trabó en el tubo que está en su mano y no logro quitarlo sin hacerle algún daño, temo desconectarlo, mi cabello es un desastre, no soporto el dolor en mi espalda. ¡Ayúdame! Aarón se apresuró a llegar hasta ella,
Sara está nerviosa, su mano le tiembla, a duras penas puede sostener el teléfono, su mirada está fija en la puerta, su corazón bombea sangre con más rapidez, presiente que de un momento a otro él entrará y la descubrirá. Aunque sus ganas de saber de cómo está su nana, es más fuerte que el miedo. —Hija, me has tenido con el Jesús en la boca, ¿Cómo estás, cariño? Meses sin saber de ti. —Estoy bien nana, soy la asistente del jefe, ya sabes mucho trabajo, él me trata bien, y ahí ¿Cómo estás? —Qué bueno, me siento más tranquila sabiéndolo. Hija, estaba preocupada, sin saber nada de ti. Aquí todo está funcionando bien, el señor Sergio me trae la provisión quincenal, paga la luz, el agua y el gas, la casa la tengo en buen estado, todo está bien hija. No quiero que te preocupes por mí. —Cuídate nana, pronto te veré, no te llamo a diario porque con el jefe paso viajando, te contaré que conozco muchos lugares lindos, me he divertido mucho, él es un hombre muy importante aquí, por eso pasó me
“Dios ayúdame, no quiero hacer enojar a este hombre, no sé qué hacer, ignoro lo que me pide, yo le toco donde me dice, pero en vez de que este conforme su rostro me refleja enojo, temo por mi vida al lado de él” —Quiero que te esfuerces en acariciarme. ¡Maldita sea! Enrollo su mano en el cabello de ella e hizo que levantara su rostro y lo viera fijamente, le beso el cuello dejando marcas rojas en él, ella se quejaba por lo brusco que él estaba haciendo. Llevó su mano hasta uno de los pezones de ella estrujándolo a su antojo, hasta meterlo en su boca, Sara sabía que hasta que él estuviera satisfecho la dejaría en paz. Dejo de llorar, dejando que él se desquitara su enojo con su cuerpo, en su mente se repetía «Pronto terminara, este momento horrible, pasará rápido» Ella se queja cuando siente las mordidas que le da con agresividad, lo que nunca se esperó que él le introdujera dos de sus dedos en su interior, haciéndola gritar y brincar del dolor. —¡Ahí no, por favor! Duele mucho, det
Aarón está muy enojado al ver que ella se refugiaba en Erick, eso lo ha sacado de sus casillas. La mira fijamente mientras ella se oculta en Erick, quien desea ayudar a Sara. —¿Qué haces? —Sal un momento déjame hablar con ella. Tienen que tranquilizarse los dos. —Que, te quieres quedar solo con ella, en tus sueños, Sara camina, es una orden. —ella le tiembla el cuerpo y el dolor es intenso, se aferró a la camisa del doctor refugiada en su espalda. —¡Doctor, ayúdeme! —Aarón la logra escuchar. Sin más él la tomó del brazo y con fuerza la jalo hasta sacarla del baño, ella suplicaba que la dejara en paz, él está a punto de perder la paciencia con ella, la tomo del cuello con furia. Erick quiso intervenir. —Sal del dormitorio Erick, quiero hablar a solas con ella. —le dijo sin mirarlo, su vista está en ella. —Aarón, no hagas nada que después te arrepientas. Deja que la atienda primero. —Yo no me arrepintió de nada, sal de aquí o te mueres. —saco su arma y le a punto a la cabeza al m