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Capítulo V No estas preparado para conocerme.

Esa mañana me levanté con la sensación de que pronto me iba a encontrar con él, era una sensación extraña, yo conocía algunas cosas del señor Eduard Stewart, pero él ni sabía que yo existía.

Mi prima y yo nos habíamos dedicado la última semana a recopilar toda la información que pudiéramos. Gara había centrado sus esfuerzos, en conocer, todo sobre Martin Conway.

Había descubierto, que el señor Conway, tenía una debilidad, siempre se mantenía apartado, de las mujeres, con cargas familiares. Se solía centrar en mujeres solteras sin hijos, en casadas liberales, o en viudas, que habían superado la idea romántica, de conseguir una nueva pareja.

Mi prima decidió, qué el primer encuentro que tendría con el señor Martín, sería durante el congreso empresarial del próximo fin de semana.

Yo por mi parte, había conseguido, un dato muy importante del escurridizo, enigmático, atractivo y sexy Edward Stewart.

El caballero, se esforzaba mucho, por mantener, su vida privada, alejada de su vida laboral, como si tuviera algo que esconder, esto provocó, que no tuviera mucha información privada sobre él, pero si aprendí cuál era su talón de Aquiles. 

Así que decidí, que el próximo fin de semana, durante el congreso, y gracias, a mi diosa, que tendría su acercamiento definitivo, iba a poder recopilar más información indirecta, y así tener el primer contacto, con el esquivo Stewart.

El viernes como siempre, mi tío Ahke, el padre de Gara, recogió a mi príncipe Jonay, para llevarlo a pasar el fin de semana, con mi abuelo y mi tía Amparo. Poco después con las maletas preparadas en la entrada, Gara me paso un itinerario, donde se exponían, las diferentes actividades, que íbamos a realizar el fin de semana, al leerlo, estallé en carcajadas.

-" A ver diosa, ¿Qué significa esto de tiempo para la caza de los cerdos? ¿no sabía que te dedicaras a la caza?, y otra cosa, ¿qué te han hecho los pobres cerdos, para que los insultes así?.”- mi prima se echó a reír.

-" Es verdad Agy, los cerdos no tienen culpa, de que, dentro de la especie humana, existan seres tan repulsivos. Pero dime tú, amazona, ¿cómo llamarías a estos desechos de nuestra especie?” - Me quede pensativa un momento, poco a poco una sonrisa se fue dibujando en mi cara.

-" Creo que la mejor manera de llamarlos es, NARCISOS, son bellos, son atractivos, pero en definitiva sólo son como un ornamento sin ningún valor. Me recuerda al cuento mitológico de Narciso, que murio ahogado, porque se enamoro de su imagen, que se reflejaba en el rio, y quizo darle un beso”-

Mi prima estallo en una carcajada, incontrolable. El chofer de mi tío nos interrumpió, en ese momento, acaba de llegar, para recoger las maletas.

-" Gracias Wilson, ¿mi padre está en el coche?”- pregunto Gara.

-" Sí señorita, su padre está en el coche, las está esperando”- contesto.

Recogí rápidamente, los objetos que me faltaban por guardar en la maleta y tras un vistazo rápido al espejo de recepción del hotel, me dirigí, junto a mi prima, al coche.

-" Soy un hombre con suerte, voy a ser el único empresario, que entre al hotel del brazo de las dos mayores bellezas que habrá en toda la convención”- Se burló mi tío.

-" Por favor papá, si tú eres el hombre más guapo de toda la convención, con quién si no íbamos a ir”- bromeo su hija.

-" Tía nos encomendó que te cuidáramos, y te protegiéramos de las demás mujeres, que no podrán resistirse a tus encantos”- le dije a mi tío, abrazándolo.

 

-" Tu tía, sabe, que la única mujer que me hace peligrar, es ella, y te puedo asegurar que lo utiliza a menudo-" se rio el egipcio.

-" ¡Por favor papá, no hables de sexo con mamá!”- se quejó mi prima tapándose los oídos.

-"Vamos, primita a ti no te trajo la cigüeña” bromee con ella, haciendo reír a carcajadas a mi tío.

-" ¡Por Dios Ágora!, ¿tenemos que hablar de la vida sexual de mis padres?” se quejó ruborizada Gara.

Mi tío no paraba de reír, lo mire y a mi mente llego el recuerdo, de la historia, que mi madre y mi tía Amparo, hermana mayor de mi madre, me contaron cuando era pequeña, de cómo conoció y se enamoró de mi tío.

Cuando mi Tía Amparo, tenía dieciocho años, trabajaba de recepcionista en un hotel de lujo, en Playa de Las Américas.

Un día durante la hora de descanso, su jefe, le pidió que, si podía recoger al presidente de la cadena hotelera, porque todos los choferes estaban ocupados. Tenía que ir a recogerlo al aeropuerto. A mi tía no le importó hacerle este favor a su jefe, aunque no era una de sus funciones. Cuando llegó al aeropuerto, se encontró con un guapo egipcio, con su traje de Armani y con una cara de furia, esperando que lo recogieran.

Mi tía se disculpó por la tardanza, aunque no había sido culpa suya, ya que su jefe le había avisado tarde. Pero el intransigente egipcio, no quiso escucharla, y se mostró muy altanero, y llegando a insinuar, que este sería su último día en su empresa.

Mi tía, que no necesitaba este trabajo, por qué lo hacía, para adquirir experiencia en idiomas, no le importó decirle, al engreído egipcio, por dónde se podía meter, su estúpido trabajo. Y lo dejó tirado en el aeropuerto, llevándose el coche de la empresa.

Cuando llegó al hotel, se dirigió directamente a su jefe, comunicándole que se iba, que no estaba dispuesta a cubrir las incompetencias de otros. Mientras preparaba una caja, con sus pertenencias, antes de abandonar el trabajo, llegó en un taxi, el furibundo egipcio, que al verla preparando sus cosas para abandonar el hotel, la levanto se la cargo sobre su hombro como si fuera un saco de papas, y la encerró junto con él, en su despacho.

La verdad, nunca sabremos lo que pasó en ese despacho, donde estuvieron encerrados todo el día, porque mi tía se encargó de que mi tío nunca lo contase. Pero cuando salieron, mi tía llevaba un anillo en el dedo y mi tío, tenía una misión muy peligrosa, era convencer a mi abuelo de que le concediera la mano de la mayor de sus hijas.

Volví a la realidad, y me centré en la conversación amena que mantenía, padre e hija.  Aunque eso no evitaba que mi mente volara hacía, quien iba ser mi objetivo este fin de semana.

Mi prima y yo habíamos cuidado hasta el último detalle, vestuario, maquillaje, peluquería, perfume, hasta la ropa interior había sido seleccionada con cuidado.

Miré a mi prima, y observé el atuendo que llevaba. Era un vestido de flores amarillas con fondo azulado, que realzaba el color de su piel, se ajustaba a sus caderas, la falda formaba un vuelo alrededor de sus piernas y lo contempla un escote en V que se ataba en lo alto de la nuca, dejando prácticamente su espalda al descubierto, por el escote se insinuaban sus hermosos senos.

Yo, por el contrario, me decidí por una camisa violeta de botones, de manga corta, dónde los tres primeros se encontraban abiertos, dejando entrever la forma de mis turgentes senos tapados por un top negro que los realzaban aún más. La camisa bajaba ajustándose hasta mi cintura donde se completaba con un cinturón ancho negro, y una falda rosa de vuelo que bajaba unos centímetros por debajo de la rodilla, aunque el peligro estaba cuando al caminar se dejaba entrever una abertura en la falda que llegaba hasta medio muslo, que hacía que mis piernas parecieran más largas y torneadas.

Estábamos llegando al hotel, cuando nos vimos sorprendidos por una inmensa cantidad de gente en la entrada, Gara me miro, y me guiño el ojo.

-" Wilson, por favor para en la entrada"- sugirió mi prima.

-" ¿Por qué tiene parar aquí?, este es nuestro hotel, mi vida, podemos entrar por la entrada VIP, es más cómodo"- se quejó su padre.

-" Pero tío tu no querías lucirte por entrar, con dos bellezas, en tu hotel"- mi tío estalló en carcajadas, yo le guiñe el ojo a mi prima. Nos preparamos para salir del coche.

Cuando éste se paró y Wilson abrió la puerta, mi tío descendió primero, a continuación, lo hizo mi prima y finalmente, yo.

Al salir miré alrededor, buscando alguna señal, de que nuestros narcisos, nos hubieran visto llegar. Por la expresión de mi prima, me daba cuenta, que ella estaba haciendo lo mismo. Mi tío nos ofreció a ambas, su brazo y así entramos en el hotel.

Sabía la expectación que estábamos creando, ya que era extraño, que el gran magnate egipcio Akhenaten Abdel, felizmente casado, apareciera con dos bellezas, que no fueran su mujer.

No me sorprendía que no reconociera a Gara. Cuando era pequeña, habían intentado secuestrarla, y para protegerla, pese a que mi tía Amparo, había insinuado en ocasiones, que no debería ser tan protector, mi tío decidió, mantener a su única hija fuera de los focos mediáticos, y esta precaución se ha vuelto más exagerada, tras el nacimiento de su nieto, al que mi tío considera, el dueño de su mundo, su emperador.

En un momento, un gemido imperceptible salió de la boca, de mi prima, la mire, y me hizo una señal con los ojos, hacia una dirección determinada en la recepción del hotel.

Junto a los ascensores se encontraba, Martín Conway, y por la forma en que miraba a mi prima, el objetivo que Gara se había propuesto, se había sido conseguido ampliamente.  

Disimulé una sonrisa, mientras mi tío era saludado por varias personas. Mientras nos acercábamos a recepción, sentí como mi prima se tensaba, y me imaginé que el motivo era que el playboy narciso Martin, se acercaba con la excusa de saludar a mi tío.

-"¡A por él, mi diosa, hazle suplicar!"- me murmure por lo bajo, Gara me miro y con destello perverso en los ojos sonrío.

-" Buenos días señor Abdel” dijo Martín hablando en inglés.

-" Señor Conway, es un placer verlo por aquí, veo qué Stewart Holding asistirá a la convención.”- contestó mi tío.

-" Claro es una gran oportunidad para realizar contactos de negocio y cerrar algunos contratos, Edward nunca se perdería esta oportunidad”- Respondió sonriendo Martín.

Mientras los hombres hablaban, me fijé en la actitud de mi prima, mantenía una pose de desinterés, como si le aburriera, esta conversación.

Por el contrario, el Narciso Martín, desvío en más de una ocasión, su mirada, hacia los ojos, y el escote de mi prima.

-" Vaya con él abogadito, ¡vamos prima comételo!”- pensé mientras me reía en mi interior

-" Bueno señor Abdel, veo que no ha venido con la señora Abdel. Aunque no se puede decir que haya llegado mal acompañado”- comento el abogado.

-" ¡Uff !, No lo estás arreglando abogadito, te acabas de meter en un jardín”- pensé yo burlándome, por las insinuaciones sobre la supuesta infidelidad de mi tío, hacia su mujer.

-" Bueno esta es mi…”- Gara interrumpió a su padre.

-" Ella es Ágora y yo soy Gara Arteaga, somos hermanas"-dijo mi prima en un perfecto inglés de Bristow, yo ni parpadee ante la actuación de óscar de mi prima. 

Mi tío quiso rectificar la información, y ante la sorpresa en la cara de Martín por la información de que éramos hermanas, yo me adelanté, y dije:

-" Por si lo vas a preguntar, somos hermanas de padre, por eso no nos parecemos nada, solo en el color de los ojos. El señor Abdel, nos ha invitado, porque es nuestro padrino, a la convención. Somos dueñas de un pequeño hotel rural, y vemos esta convención, una oportunidad para ampliar nuestro negocio"- Mi prima me miro con aprobación, ya que había entendido por fin la estrategia que pretendía desarrollar.

Mi tío nos miraba en silencio sin comprender, que era lo que sus dos preciosas hijas pretendía. Para evitar, que su padre hablará, le sugirió que fuera a alistar las reservas de sus habitaciones.

-" Bueno señor Conway, tenemos que dejarlo, ya nos veremos por la convención, ha sido un placer conocerlo”- le dijo mi prima, mirándole a los ojos, y sin más seguimos a mi tío hacia recepción.

 

-" No Gara Arteaga, el placer será solo mío.”- pudimos escuchar decir al abogado en italiano, detrás nuestro mirando a mi prima, mientras nos  dirigiamos los tres a la recepción del hotel, donde nos esperaba el gerente de hotel, para recibir al precidente del grupo.

Mi prima dibujo en su rostro una sonrisa de triunfo, y el brillo que se reflejó en sus ojos, me hizo reírme, este “narciso” pronto va ser cortado.

-" ¿Qué ha sido eso Gara?, ¿Por qué no has querido dar tu verdadero nombre? Haber pillinas, ¿qué es lo que estáis tramando?, os conozco y sé que estáis tramando algo. -" pregunto mi tío cuando nos dirigíamos a nuestras habitaciones.

-" No es lo que piensa papá, estamos en una convención de negocios. Sabes que, si la gente se entera de que has asistido con tu hija y tu sobrina, vamos a pasar un infierno. ¿Sabes la cantidad de gente que se acercara a nosotras, con la intención de acceder a tí? Por favor papá, vinimos a disfrutar, nos invitaste para que pasáramos un fin de semana de lujo. Preferimos pasar desapercibidas.”- le dijo Gara muy seria, sabiendo el miedo que tenía su padre por su seguridad, ahora se ampliaba al pequeño Jonay y a su sobrina, que quería como si fuera su hija.

-" Sí, pero de esta forma va a parecer, que dejó a mi mujer en mi casa, para venirme con mis dos amantes"- se quejó mi tío.

-" ¡Que va papá!, nadie en su sano juicio pensaría que, el gran magnate  Akhenaten Abdel, sería capaz de ser infiel a la dueña de su vida. Recuerda que tú y mama andáis por el mundo demostrando lo que es estar enamorado, cosa que me ha avergonzado más de una ocasión, durante mi adolescencia,”- contesto mi prima suspirando recordando los bochornos que le hacian pasar sus padres. -" Además, gracias a mi inteligente prima, tenemos la excusa perfecta para estar aquí. Nos vendrá bien, para nuestro hotel rural, entablar relaciones con otros tour-operadores y empresas dedicadas al turismo rural. -" sugirió mi diosa.

-" No sé, no se…”-se quejó mi tío, sabía que sus dos hermosas niñas, tramaban algo, pero, él nunca había podido controlar a ninguna de las mujeres de su vida, yo sonreí y continué mi camino. En ese momento, pude ver en el final del pasillo, cómo el gran Eduard Stewart se acercaba al ascensor de cristal, junto a otros hombres.

-" Perdona tío acabo de recordar que dejé en el coche mi reloj”- dije cubriéndome la muñeca con la otra mano"-"Bajaré para avisar a Wilson. -" dije rápidamente dirigiéndome al ascensor que mi víctima iba a coger.

 

Mi prima me miro, y al ver al Narciso Edward, me guiño un ojo.

-" Vamos, papá, será divertido"- dijo mi prima desviando la atención de su padre, para darme tiempo.

 Escuchaba a mi tío quejarse mientras me dirigía al ascensor, me alegre que hubiera más hombres que pretendiera subirse al ascensor, ya que me dio tiempo a llegar, para evitar que las puertas se cerrarán, antes de introducirme en él.

 

Una vez dentro me di cuenta que era la única mujer. Así que no me sorprendió las miradas y los muchos murmullos a mi alrededor. La mayoría eran de apreciación y otras de deseo, me coloqué de manera estratégica, para poder localizar por el rabillo de ojo al “Narciso” Edward, que se encontraba al fondo del ascensor.

Parecía no haberse dado cuenta, de mi existencia, pero derrepente fijo la vista en mí, mirándome de arriba abajo, lo que me hizo sentir como si me desnudara, esa mirada azul se clavará en el fondo de mi mente. Estaba tan distraída, que me sobresaltó, sentir una mano tocando mi trasero.

-" ¡No me lo puedo creer!”- pensé, al parecer algún estúpido, había pensado que, al ser la única mujer, entre cinco hombres, dentro un ascensor, había bufé libre.

Me olvidé del deseable señor Stewart, y decidí darle una lección, a mi intrépido acosador. Con cuidado, sujeté su mano contra mi trasero, como invitando a seguir. Gire ligeramente mi cuello para ver su cara, lo vi mirándome sonriente, con cara de baboso salido.

Me giré totalmente y con una sonrisa seductora le pase las manos por el cuello. Y cuando más despistado estaba le propine una patada en la entrepierna, justo en el momento en que se abrió la puerta del ascensor.

Así Que decidí sacar la basura, lo agarre por el cuello de la camisa y lo arrastre fuera del ascensor, mientras él se encontraba arrodillado sujetándose la parte dolorida. Vi cómo se estrellaba contra el suelo del vestíbulo. En ese momento todos los hombres, que me habían acompañado en el ascensor, salieron para observar la escena.

-" ¡Mira pedazo de m****a! “-dije yo con en español con ese atractivo acento canario, era la mejor manera de insultar-" La próxima vez que veas una dama, sola en un ascensor, compórtate como un caballero, o me encargaré, de cortarte todo eso”-señale a su entrepierna con desprecio.

En ese momento se acercaron, a mi Wilson y el gerente de hotel, ambos sabían quién era yo, y juré para mis adentros.

-" ¿Pasa algo señorita…?”- lo interrumpí, pues no quería destruir la estrategia que había creado mi diosa.

-" Wilson, señor Marrero, por favor, no le comenten a mi padrino, lo que acaba de suceder, no quiero preocuparlo”- ambos me miraron con cara de no saber a qué me refería.

-" Disculpen”- oí la voz profunda, hablando en español con un marcado acento escoces, del engreído señor Stewart.

-" Vaya, que sorpresa, ¡También habla español!, y que voz ¡por dios!, como suena ese acento, para mis oidos. Menos mal que detuve a Wilson de decir mi nombre”- pensé.

-"Vi todo lo sucedido, este caballero, se propaso con la señorita…” espero a que le dijeran mi nombre.

-"Arteaga"- me adelante yo, eludiendo, la cara de sorpresa de Wilson, y del gerente-"Ágora Arteaga”-

 

-" Lo que no esperaba, este “caballero” es que la señorita Arteaga, supiera defenderse. Yo iba a ayudarla, pero, ella fue más rápida”- se burló Edward, me hizo sonreír ese comentario. La seguridad del hotel sujeto a mi desafortunado acosador.

-" Bueno señorita Arteaga, se lo comunicare a su… padrino"- dijo El señor Marrero.

-" No creo, eso sea buena idea…”- murmure, pero fui interrumpida por Martin Conway.

-" Edward, te estaba esperando. ¡Señorita Arteaga!, es un placer verla de nuevo, ¿y su hermana?, ¿no está con usted?.”-me dijo en inglés, yo le respondí también en inglés, con acento, no debía descubrir mi parte inglesa.

-" No, y me alegro, o ese”- señale a mi acosador que esperaba en un sillón custodiado por dos de seguridad-" podría sufrir un castigo divino"-

Ambos me miraron con confusión, les iba a responder cuando vi salir a una diosa egipcia, seguida del padre de los dioses, del ascensor en actitud de venganza.

-" ¡Mierda!"- dije y ambos me miraron-" Bueno me parece que no ha tenido tanta suerte"- dije y me alejé de ellos, para evitar la muerte prematura de mi acosador.

 

 

 

 

 

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