Capítulo331
—¿Quieres competir conmigo?

Al oír esto, Iñigo se rió como si en ese instante hubiera escuchado el chiste más gracioso del mundo.

Los demás de la Cuchilla Sangrienta tampoco pudieron contenerse, riéndose a carcajadas:

—¡Qué ignorancia...!

—Competir con el revólver, no sabe lo fuerte que es nuestro jefe en esto.

—En los casinos subterráneos, es el rey de las armas, un hombre al que ni la muerte se atreve a llevarse. ¿De dónde saca este muchacho el suficiente valor para competir con él?

Las risas no cesaban, llenando por completo el ambiente.

Lorenzo negó con la cabeza, resignado:

—Ya veo lo difícil que es comunicarse con los ignorantes.

Esas palabras hicieron que las risas de la Cuchilla Sangrienta se detuvieran en seco, reemplazadas por miradas de ira.

Iñigo también dejó de reírse y le dijo con sombría:

—¡Está bien! Pero recuerda esto: si mueres, nadie aquí podrá irse.

La gente presente entraba en completo pánico. Los artistas que antes alababan a Lorenzo cambiaron rápidamente de ton
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