Iñigo entrecerró los ojos y se lo dijo.

César se levantó sobresaltado de golpe, su rostro recuperó su color rosado anterior, y con un suave brillo en los ojos le dijo:

—Así que el problema es el dinero, ¿verdad? ¡Para nosotros, el dinero no es ningún problema en lo absoluto!

Iñigo sonrió levemente y le dijo:

—No se trata de la cantidad de dinero, quiero algo más. He oído que las mujeres de tu familia Guzmán son realmente muy hermosas. ¿Qué tal si me envías unas para que me divierta?

Antes de que terminara de hablar, los Guzmán detrás de César estallaron en total indignación. Uno de ellos, de mal genio, se enfureció al instante:

—¡Definitivamente, no te pases de la raya! ¡Quieres dinero y mujeres! ¡Te pagamos para asesinar, no para que te conviertas en un señor!

¡Pero en un instante, un carnicero al lado de Iñigo apuñaló directamente a ese hombre muy furioso en la cabeza! Se escuchó el sonido de carne siendo destrozada, y la cabeza de la víctima estalló frente a ellos, ¡dejándola realm