—¿Lorenzo?

En un instante, todos quedaron boquiabiertos. El rostro de Yelena se sonrojó de repente:

—¡Él… realmente vino!

Ella le había advertido con claridad que no se arriesgara, que no jugara con su vida. Pero él, sin embargo, cumplió su promesa y apareció justo a tiempo.

—¿Quién es este?

—¡No importa! Desafiando en público a las familias Silva y Guzmán, ¡esto es gran noticia!

—¡Sí! ¡No podemos perdernos este material explosivo!

Un montón de paparazzi empezaron a tomar fotos frenéticamente.

Tadeo, cubriéndose la cabeza ensangrentada, estalló de ira:

—¡Paren! ¡Detengan a estos paparazzi!

Un gran grupo de guardaespaldas vestidos de negro se apresuró de forma desordenada hacia la zona de los medios.

En ese momento, Lorenzo ya se había deslizado sigilosamente entre la multitud.

—Lorenzo, ¿qué haces aquí, maldito insignificante? ¡Aquí solo tienen derecho a asistir los altos ejecutivos del grupo! ¿Un simple empleado como tú cómo se atreve?

Luis, al ver a Lorenzo, no pudo contener su gr