La otra parte fue enviado volando unos ocho metros, con sangre salpicando por todas partes. Los miembros de la familia Pérez estaban estupefactos.

—¿Quiénes son estos tipos? ¡No le dan ningún respeto a la familia Pérez!

Álvaro estaba tan enfurecido que apretaba con rabia los dientes.

—¡Bajen del coche!

—Mayordomo, esta vez estamos muy apresurados, solo tenemos dos maestros de artes marciales con nosotros, y solo son maestros de energía externa. El otro lado tiene al menos una docena de coches y cientos de personas.

Los miembros de la familia Pérez trataron de persuadirlo con gran paciencia. No solo podrían no ser capaces de vencer en la pelea, sino que lo más grave era que si no podían llevar a Lucía de regreso a tiempo, serían vilmente castigados.

Álvaro frunció el ceño con total frustración:

—Tráela aquí, ¡cambiaremos de ruta! ¡Debemos salir de Costamar lo antes posible!

¡No creía que pudieran bloquear todas las rutas!

Pero justo cuando los tres coches cambiaron de carril, ot