Capítulo236
Dos hombres, uno alto y delgado y, otro uno gordo y bajo, se acercaron.

El hombre alto se rió maliciosamente y le dijo:

—Encantado de conocerte. Permíteme presentarme, me llamo Felipe.

El hombre bajito y regordete también sonrió y le dijo:

—En realidad, esta podría ser la última vez que nos veamos. Me llamo Pedro. Recuerda ese muy bien nombre, no vaya a ser que cuando llegue ese momento, ni si quiera sabes cómo moriste.

—¡¿Ustedes son... los enviados de mi hermano?! —exclamó Lucía, totalmente horrorizada, sudando frío y sin poder articular bien las palabras. La presión emanaba de ambos hombres era tan intensa que ¡Lucía sentía como si estuviera siendo aplastada con fuerza por dos montañas!

—La señorita Pérez lo tiene muy claro, eso es bueno —le dijo Felipe mientras se acercaba con tranquilidad con las manos en los bolsillos.

—El señor Pablo nos lo ha dejado claro. Si decides venir con nosotros ahora, él puede pasar por alto tus errores pasados. Sin embargo, ¡este hombre tiene en v
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