Johana vio al hombre que le había dado las bicicletas, asumió que esperaba a que regresaran, el hombre se mantuvo discreto y no dijo nada porque ella regresaba sola, Johana con su corazón hecho añicos dejó a Robert con la palabra en la boca y pedaleó lejos de él, ella sabía que él era un sinvergüenza mujeriego, no debía sorprenderse.
Dejó la bicicleta al empleado de Robert sin pronunciar palabra y tomó un taxi que la llevó al hotel, mientras iba en camino no pudo evitar llorar, en especial porque ella quería aceptar, una parte de ella le decía que Robert tenía razón, que no era problema del mundo y que sería maravilloso entregarse a él que era el hombre que amaba, pero la certeza de que así cometía los mismos errores
Johana salió del ascensor y entró a su habitación cerrando la puerta en la cara de Robert, decidió que lo mejor era concentrarse en sus estudios, pero después de un rato los cócteles produjeron un efecto calmante y se quedó dormida. Robert en su habitación de repente le hacía falta su hacienda, su caballo y galopar sin que su vecina lo mantuviera por completo desquiciado, un mensaje a su línea personal de Néstor Montenegro llegó y Robert lo ignoró, ahora no tenía cabeza para negocios, se cambió por ropa sport y fue al gimnasio del hotel. Estaba con un entrenador en el área de pesas y la actividad física había logrado distraerlo, entonces escucha vítores que venían del salón de combate, Robert curioso se acerca y queda impresionado al ver a la escultural esposa de su amigo Sebasthian Larsson dueño del hotel, peleando con
—Estás loco de remate, además, no te creo —Johana se apartó de él y Robert se arrodilló y sacó una cajita de joyería del bolsillo, suspiró y abrió la cajita mostrando un anillo de banda dorada con un diamante solitario, sencillo y hermoso, Johana puso sus manos en la boca ¿es en serio Robert, tú me estás pidiendo que me case contigo? —No hay más nadie aquí, ¿quieres casarte conmigo Johana? —¡Sí! —gritó Johana y fue por él que apenas le dio tiempo de levantarse cuando ya ella lo abrazaba, le dio un beso que lo hizo sisear de dolor en el labio roto . —Oh…, perdón, estoy emocionada, sí me casaré contigo, te amo, te amo desde el mismo momento que te vi —Robert sonriendo tomó su rostro y la besó, luego colocó el anillo en su dedo anular —
Robert la acostó por completo y quitó poco a poco el bikini mientras rozaba con delicadeza sus piernas, cuando la tuvo desnuda juntó sus piernas.—Veamos cómo está tu equilibrio, Johana, quiero tus manos en el cabecero, y no las puedes mover de aquí.—¿Qué vas a hacer?—preguntó ella sonriendo.Robert echó una cucharada de helado entre sus pechos y éste rodó por su abdomen, pero Robert lo dirigió con la lengua hasta caer en su feminidad Johana levantó un poco las rodillas muy unidas y la porción más grande de helado quedó entre sus muslos fuertemente unidos y su centro, el líquido se filtrab
—Robert, qué hermoso es este viñedo…Robert miró a su alrededor, no podía ver nada que le pareciera hermoso, Johana lo miró como arrugaba la cara y se echó a reír.—Tendrías que haber visto cómo era La Madonna la primera vez que fui, aquí solo hay abandono, pero tiene potencial.—La señorita tiene buen gusto —contestó el asesor que ya los esperaba y se acercó a ellos estrechando la mano de ambos—, síganme a la casa —Johana y Robert siguieron al vendedor, Robert no estaba acostumbrado al desorden, mucho menos al abandono en propiedades, iba a recriminar a su asesor por traerlos a este lugar tan
Néstor Montenegro era un hombre con ideas retrógradas, fue amigo de Rubén Mendoza, era banquero, la entidad bancaria que fundaron sus antepasados hoy en día contaba con un grupo de participantes y desde hace tiempo Néstor venía de mal en peor y les debía a sus socios banqueros hasta el alma, y ellos no lo sabían, Robert le había hecho préstamos en algunas ocasiones, incluso en este momento estaban en Ranch Cold, una empresa de proteínas congeladas en la que eran socios.—Robert, menos mal pudiste atenderme.—No te preocupes Néstor, ¿en qué puedo ayudarte?—Me har&aa
Natalie estaba muy contenta, su padre le había dicho que Robert anunciaría su compromiso con ella ese mismo día, Natalie estaba en su casa lista y preparada.—Así que el imbécil se decidió a darte un anillo, primita —comentó con despecho Jorge, Susana los miró con antipatía y Silvia Montenegro madre de Natalie, estaba muy entretenida jugando en su celular.—Pues bien sabe que ya era hora, él sabe que una mujer como yo no encontrará en ninguna parte, ni siquiera cerca de mí, yo no tengo comparación.Susana rodó los ojos, bien sabía lo decía por ella, Susana conocía a Robert de la universidad, ambos
Mientras tanto en España, Robert estaba furioso y Natalie finge no comprender su actitud, Robert la llevó a su casa y se quedó conversando con ella en la amplia sala, Néstor había experimentado una conveniente migraña.—Pero osito, no entiendo tu actitud, yo te esperaba para formalizar nuestro compromiso, me emocioné y llame a la prensa porque mi papá mandó a buscar el hermoso anillo de mi mamá, yo asumí que querías que yo escogiera mi anillo, ya sabes esa fue nuestra discusión.—Natalie, para empezar no soy idiota, Néstor llamó a la casa en mi presencia y claramente dijo que era solo un compromiso de apariencia para la junta directiva. Alejandro llevó a Johana de nuevo al hotel, no sin hablarle de lo maravilloso que sería si ella aceptara el trabajo que él le ofrece, Johana lo escuchaba, pero su mente no era capaz de procesar nada con entusiasmo, subió directo a su habitación y no buscó a Sonia, Johana siempre regresaba de la universidad al final de la tarde y de seguro no la esperaba, quería dormir, pero le era imposible, no podía sacarse de la cabeza la imagen de Natalie exhibiendo un enorme anillo, Johana miró su anillo en el dedo y lo arrancó con rabia, se levantó con la intención de botarlo por el inodoro y sonaron tres golpes ligeros en la puerta; Johana fue a atender, era Justin, el gerente del hotel.—Hola, cómo estás— dijo Justin con una sonrisa amistosa y le ofreci&oacut Capítulo 21 Opciones.