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Yacía sobre el pecho de Val, nuestra respiración había tardado varios minutos en volver a la normalidad, me era interesante el notar como me tranquilizaba el extraño sonido del las olas y el latir del corazón del hombre que se la pasaba acariciándome de los brazos a los hombros una y otra vez

—¿Me perteneces Hannah? —preguntó Val, levante la vista y lo encontré contemplando un manto perfectamente negro con un millar de destellos como hermosos diamantes

Estaba exhausta, sin embargo algo de todo esto no me molestaba como tal, extrañamente me agradaba la idea de mantenerme de esa forma por un buen raro, no me importo tener el cuerpo sudado, el culo lleno de arena o el desespero por querer lavarme al sentir nuestros cuerpos muy viscosos. Me gustó estar recostada sobre la arena, sintiendo el leve roció que de vez en ves bañaba mis piernas por el aire atrayendo un poco de agua marina. me agrado ver un firmamento tan hermoso ante mi, me agradó tener alguien mitad ruin mitad dócil conmigo, c
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