Fin de año

Sebastián sentía que ya no podría huir de los brazos de Loana, porque desde que la tuvo en sus brazos, no pudo sacarla de su mente ni de sus sentidos.

Era una mujer hecha a su medida, descarada cuándo le coqueteaba, pero al mismo tiempo, la envolvía cierta inocencia, y esa mezcla lo volvía loco.

Le encantaba su forma de ser y hasta anhelaba tenerla en su cama.

La miró y a su cuerpo exuberante, tal como le gustaba a él, se sumaba su mirada picante e ingenua, y esos labios que lo estremecía al sentir su contacto.

Dios, su boca rozando su miembro, esa boca, acompañada con sus manos, eran tan candentes…

-Sí, así mi vida, veo el mismo cielo con vos.

En ese momento llegó a su orgasmo, de la manera que solo Loana podía lograr que lo hiciera, la deseaba como un loco, a ella, a su boca, a sus caricias...

Loana volvió a tragarse hasta la última gota de su semen y él seguía excitado, no lograba controlarse cuando su ex alumna estaba a su lado, seguían abrazados, mientras él sentía el pecho de el
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