Prometida

- Señor bienvenido, ¿Cómo le fue? –Pregunto Mauricio.

- Por el momento, todo va saliendo bien, ¿hay algún problema en la hacienda? –Pregunto Cesar mientras salía de la camioneta.

- No señor, ningún problema. –Respondió educadamente.

Cesar solo asintió con la cabeza y entro adentro de la hacienda.

- ¡Niño Cesar! Qué bueno es ver que ya volvió. –Una dulce voz que provenía de la cocina.

Cesar miro en la dirección de la cocina y pudo ver a Susana. Una señora de tercera edad, la cual trabaja como cocinera en esta hacienda desde hace 50 años, también fue la nana de Cesar y Mario cuando estos eran niños, prácticamente era como su segunda madre.

Sin decir ni una sola palabra, Cesar comenzó a caminar en dirección de Susana para darle un muy fuerte y caluroso abrazo.

- Si nana, ya volví. Mmm ¿Estas cocinando ese tallarín que tanto me gusta? –Pregunto Cesar mientras se relamía los labios.

- Si, como Mauricio me dijo que hoy volvías a la hacienda, me dedique toda la mañana para prepararte ese tallarín que tanto te gusta. –Le devolvió el abrazo.

Cesar dejo de abrazar a su nana. - ¡Que rico! Bueno, primero me voy a bañar para después venir a comer tu deliciosa comida. –Cesar fue hasta su habitación.

De Regreso a la Ciudad.

- Entonces te dejo por aquí. –Mario cruzo sus brazos.

- Si, está bien por aquí nomas, mi casa está a unas cuadras, así que puedo irme caminando nomas, no te quiero quitar más tiempo, de seguro debes tener muchas cosas que hacer. –Alicia estaba sonrojada.

Los dos quedaron de acuerdos, dándose un beso en la mejilla de despedida yéndose cada uno por su camino.

Después de caminar por varios minutos, Alicia por fin llego a su casa. Al momento de entrar, no vio a nadie, así que fue directo a su cuarto para darse un baño y ponerse a estudiar, ya que había perdido toda la mañana paseando con Mario.

Después de pasar varias horas haciendo las tareas de la universidad, bajo a la cocina ya que había desayunado, pero no almorzado y tenía bastante hambre. Al llegar a la sala, vio a su papá y mamá sentados esperando.

Alicia sintió como si la estuviesen esperando a ella, algo que no entendía el porqué. Estando un poco preocupada porque no sabía que había hecho, se acercó al mueble donde estaban sus padres sentados.

- ¿Sucede algo? –Pregunto Alicia.

Daniel miro a Alicia y con la mano señalo el lugar desocupado del mueble a su lado. – Ven hija, por favor siéntate que tenemos que hablar de algo muy importante. –Daniel estaba serio.

Pensando en que había hecho, siguió las ordenes de su padre y se sentó a su lado.

- Hija, ¿recuerdas al joven que vino esta mañana para hablar con tu padre? –Pregunto María

Alicia asintió. – Bueno, pues, él nos confesó que está profundamente enamorado de ti, y nos pidió que te convenciéramos para que decidieras salir en una cita con él, esta noche. –Explico la madre de Alicia.

- ¡No! De ninguna manera, ¿Por qué querría salir con un tipo del cual no conozco nada? –Alicia se negó al instante.

- ¡Mira Alicia! ¡Tu…!

Daniel detuvo a María, ya que, si no, era capaz de insultarla y él no quería eso.

- María, por favor déjame a solas con nuestra hija. –Daniel pidió educadamente.

María trato de reclamar, pero al ver la mirada fulminante que su esposo le había lanzado, decidió irse a regañadientes.

- Ahora que tu madre ya se fue, volvamos hablar más tranquilamente, ¿estás de acuerdo? –Daniel ya estaba más calmado.

Alicia asintió.

- Veras hija, no te quiero obligar a nada, pero esto es un favor muy especial que me pidió el señor Herrera, es algo que puede cambiar la vida de tu madre y mía para siempre. Por eso te quería pedir que aceptaras y fueras a la cita, pero como te dije antes, no te quiero obligar, si decides no ir, yo lo entenderé. –Daniel puso una cara triste.

Alicia se quedó varios segundos en silencio pensando en lo que su padre había dicho. Ella quería por todos los medios poder ayudar a su familia y en especial a su padre, pero al mismo tiempo, no estaba de acuerdo en salir con un desconocido, pero al ver que su padre estaba decaído, su corazón se hablando y decidió salir esa noche con Cesar.

- Bien hija, muchas gracias por aceptarlo por mí. El señor Herrera me dijo que, si aceptabas, te esperaría en el restaurante Oro Verde a las 9 de la noche. –Daniel abrazo a su hija.

Estando con una sonrisa fingida, Alicia volvió a ir a su cuarto para buscar algo que ponerse para la cita de esta noche.

En la Hacienda Herrera.

Eran las 4:30 pm y Cesar ya estaba casi listo para salir de su hacienda hacia la ciudad. Él debía salir horas antes, ya que de la hacienda a la ciudad eran aproximadamente unas 2 horas en camioneta, así que debía estar listo antes.

Mientras se terminaba de arreglar, escuchó llegar una camioneta, minutos después, se escucha golpear su puerta, seguido de alguien hablando.

- Señor Herrera, la señorita Mónica llego y pidió hablar con usted, dice que es urgente. –Mauricio hablo.

Al escuchar el nombre de Mónica, la piel de Cesar se erizo al instante, como si hubiera visto un fantasma justo enfrente de sus ojos. Sin saber que decir, las siguientes palabras salieron de su boca. - ¿Ehh? Dile que ya bajo, que me espere unos minutos. –La voz de Cesar estaba temblorosa.

Después de decir eso, escucho como Mauricio se iba alejando de su habitación, estando nervioso y apurado, se comenzó a vestir lo más rápido posible para poder salir de ese asunto con Mónica y poder llegar a su cita con Alicia.

Después de unos minutos, escucha que alguien se acerca a su habitación. – Te pedí que me esperaras, en unos minutos salgo que me estoy cambi…

De pronto, antes de que Cesar terminara de hablar, la puerta de abre de un solo golpe y de ella aparece una joven muy hermosa, con cabello rubio y ojos verdes, vistiendo un vestido que relucía totalmente su belleza, esa chica hermosa es Mónica Delgado.

Cesar fue sorprendido y dio un salto del susto, miro a la puerta con la intención de gritarle a quien la abrió de esa manera, pero al ver que se trataba de Mónica, se tapó de inmediato su parte inferior ya que solo tenía puesto los boxers.

Mónica al ver que Cesar estaba semidesnudo, se tapó la cara de inmediato, poniéndose roja como un tomate de vergüenza, cerrando la puerta al instante. - ¡¿Por qué no me dijiste que aún no estabas vestido?!  -Reclamo Mónica.

- ¡Estaba a punto de decirlo, cuando abriste la puerta de golpe y entrarte sin permiso! –Cesar respondió alterado.

Después de esos reclamos mutuos, hubo algunos minutos en que nadie hablo, y Cesar aprovecho para vestirse muy rápido.

- ¿Ya puedo entrar? –Pregunto Mónica.

- Si, ya estoy listo, así que entra. –Respondió Cesar.

Mónica volvió a entrar, pero esta vez con las manos puestas tapando su cara, por precaución.

Cesar miro a Mónica y le dijo. – Dime Mónica, ¿a qué viniste? –Se sentó en la cama

- Vine personalmente a decirte que mi padre quiere hablar contigo, necesitan acordar cuando será la fecha en que nos casaremos. –Mónica estaba feliz.

- Si, sé que tengo que hablar con tu padre sobre eso, pero habíamos quedado que hablaríamos sobre la boda, una vez que cumplieras los 19 años, así que aún falta más de 1 mes, así que ese asunto puede esperar todavía.

- Si, tienes razón. –Mónica se deprimió un poco. – Pero realmente espero que cumplas con tu palabra en lo acordado hace algunos años. –Mónica señalo a Cesar.

- Estate tranquila, yo si recuerdo la promesa que le hice a tu padre cuando murió mi padre, pero en esa promesa quedamos en que un Herrera de más o menos tu misma edad se tendría que casar contigo, pero yo no soy el único Herrera que hay, también está mi hermano menor Mario, él tiene tu misma edad. –Cesar hablo entusiasmado.

- Si, tienes razón, también esta Mario y pensaba casarme con él, pero ya hace más de dos años que no sabemos de él, así que no te queda de otra. –Mónica cruzo los brazos.

- Estas en lo correcto, pero realmente espero no volver a encontrarme con él otra vez, no después de lo que le hizo a esta familia. –Cesar miro a Mónica a los ojos. – No te preocupes Mónica, esta noche tengo que salir para hacer algo importante, pero en unos días que vuelva, iré personalmente para hablar con tu padre.

Apenas Cesar termino de hablar, Mónica se lanzó inmediatamente a los brazos de Cesar. – ¡Estoy realmente emocionada por nuestro compromiso! Estoy contando los días para poder casarnos y vivir juntos. Te lo digo ahora, quiero 3 hijos y no voy a permitir que andes de perro faldero por ninguna otra mujer, ¡está claro! –Mónica estaba bastante seria.

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