Cuando llegamos a la casa de Ángela, nos recibe su mamá tan afectuosa como mi propia amiga.
-Luna, preciosa. ¿Cómo has estado? ¡Mira cómo estás de grande! ¿Cuánto tiempo ha pasado ya?- me dice efusiva dándome un caluroso abrazo aquella señora bajita y gordita, quien siempre está en mis recuerdos con una gran sonrisa.
-¿Dos semanas?- le respondo sabiendo que sólo me está tomando el pelo.
Su risa llena la sala con una atmósfera alegre y Ángela me toma del brazo halándome escaleras arriba.
-Mamá ese chiste ya está caducando… Vamos a salir un rato ¿ok?- le dice ella en voz
El sitio que tanto quería visitar Ángela es realmente pintoresco y tiene ese aire de local sacado de Pinterest, con pallets reutilizados como decoración y mesas, y pequeños detalles que hacen del sitio un homenaje al reciclaje como las lámparas sobre cada mesa que consiste en un bombillo dentro de un rayador.No me pasa por el alto el momento en que llegamos y los clientes que están ahí detienen lo que hacen para vernos entrar. Un poco extraño pero teniendo en cuenta la belleza y carisma de mi amiga no puedo negar que no es la primera vez que este tipo de reacción nos recibe en algún lugar público. Puede que Ángela se queje constantemente de su altura pero nadie podría negar la belleza de su rostro y su figura que llama la atención donde quiera que esté. Sus
-No me digas que te los besuqueaste pero no tienes ni su Facebook…- me dice Ángela revisando mi teléfono que está sobre la mesa pero mis ojos están en los hombres que se acaban de levantar mientras nos miran. Hay algo en ellos que no me hace sentir bien. Es ahí cuando veo un aura oscura alrededor de ellos, y los recuerdos de Erika llegan brevemente a mí.Parpadeo varias veces para alejar aquella visión, pero el aura negra que emana de los vestidos de cuero permanece.-Soy yo o se ve una bruma negra alrededor de ellos.- jaloneo a Ángela del brazo sintiendo que el corazón me sube a la garganta. Todo mi cuerpo está en alerta como si estuviera frente a una amenaza.-Nena creo que sí nec
La oscuridad tétrica de aquel recinto que parece no tener esquinas ni final es iluminada en el momento en que tres figuras hacen su entrada. La claridad proveniente de ellos me hace sentir como quien está mirando la luz al final del túnel, figurativa y literalmente cuando noto que aquellas personas son Chamuel, Rafael y Gabriel.-¡Luna! ¿Estás bien?- corre hacia mí Rafael con voz agitada y preocupada agachándose junto a mí y tomando mi rostro con sus grandes manos.Las lágrimas se descontrolan en mis ojos y le muestro a Ángela a quien sigo abrazando. La respiración dificultosa de ella me encoge el pecho a mí y por la escaza luz del agujero por el que llegaron veo que Rafael me mira con gesto preocupado.
-Muy bien, entonces muéstranos.- me dice Rafael soltándome de su poderoso abrazo. Veo a Chamuel y éste me asiente con la cabeza.-¿Qué les muestre qué cosa?- les pregunto.-Cómo invocaste tu espada.- me contesta Rafael como si fuera una cosa obvia mientras sujeta su collar enseñando claramente el pequeño dije.Al instante un resplandor verde invade el recinto y un enorme martillo con un mango bastante largo aparece en la mano de Rafael. Me echo atrás por la sorpresa y por precaución que no me vaya a golpear con esa cosa sin querer.-Así convoco yo el mío. Fácil.- alardea el mo
El frío de la madrugada penetra a través de mi chaqueta y bajo el pequeño short deportivo que escogí equivocadamente para empezar a trotar. La brisa sopla tranquilamente sin dejar de lado su frialdad típica por la ausencia del sol a esta hora y me abrazo a mí misma al salir a la calle mientras veo a Chamuel con su teléfono en la mano alumbrando. Lleva puesto un pantalón deportivo gris, calzado deportivo blanco y una camiseta negra que le marca todos los músculos. En este momento reflexiono que no lo había visto antes vestido de manera tan informal, siempre lo veía usando trajes, sobre los cuales aún podía adivinarse que poseía un físico magnífico, pero ahora verlo con esta ropa me hace casi babear. Me mira de arriba abajo como evaluando mi elección de ropa y luego de una pequeña sonrisa que no
Mi hora de almuerzo transcurría en relativa tranquilidad.-¿Quieres probar?- le pregunto a Chamuel sentado frente a mí vistiendo aún como un budista. No ha comido nada y sólo me mira mientras yo me alimento.-Nosotros no necesitamos comer en realidad.- me responde enderezándose en la silla después de estar buen rato con la manos sosteniendo su barbilla mientras me observaba.-Pero siempre te comes lo que mi mamá te ofrece…- le comento recordando las varias oportunidades en que incluso él se ha ofrecido a alimentarme directamente de su mano.-Sería irrespetuoso rechazar la comida de mi suegra- me guiña un ojo al decir eso, y sonrío brevemente negando con la
Dejo caer la botella de agua al suelo cuando veo la filosa espada de Gabriel cayendo directo hacia a mí. Apenas consigo esquivarla sintiendo el aire silbar a mi lado en el momento que pasa con potencia irrefrenable.-Wow, wow…-apenas alcanzo a decir ante de que otro ataque venga hacia mí haciéndome caer sentada.- ¿De verdad me vas a matar?- le grito.-Tú arma.- me gruñe aunque su expresión es estoica.Volteo buscando por todos sitios el arma a que se refiere pero la habitación tan grande como la anterior en realidad está vacía. El suelo es de piedra fría y gris y las paredes igual, iluminadas desde el alto techo por fluorescentes y unos cuantos tragaluces en la pared que da hacia lo
~En algún lugar de Grecia~-Ya no tendremos que preocuparnos más por el futuro de nuestra especie.Una nueva ronda de aplausos enardecida invade el recinto. Cuando la oradora va a retomar su discurso una mano desde el público se levanta pidiendo el derecho de palabra.-Todo lo que ha dicho nuestra líder hasta ahorita es tremendamente inspirador- empieza a hablar poniéndose de pie un joven bastante alto, de físico fornido como un boxeador- Sin embargo la muchacha en pantalla a simple vista no cumple con nuestros estándares.Algunas voces que le dan la razón al joven se oyen desde atrás y la mujer pone sus manos en alto señalando una