Leonardo permaneció de pie frente a la ventana de su oficina, observando la ciudad con la mandíbula apretada y los músculos tensos. A pesar del aire de control que proyectaba, su mente estaba en constante ebullición.Alexa había regresado. Y no solo había vuelto, sino que había logrado meterse en su empresa, en su entorno, como una sombra del pasado que se negaba a desaparecer.Apretó los puños. No iba a permitir que ella se interpusiera en su vida, mucho menos en su matrimonio con Alanna.El sonido del teléfono vibrando en su escritorio lo sacó de sus pensamientos. Con un movimiento rápido, lo tomó y respondió sin preámbulos.—¿Qué tienes? —preguntó con voz fría.—Señor Salvatore, ya hemos comenzado la vigilancia sobre Alexa Brandon —informó su asistente con tono profesional—. Por ahora, se ha instalado en un lujoso hotel del centro. No ha tenido reuniones sospechosas, pero sí ha estado en contacto con varios empresarios influyentes.Leonardo se pasó una mano por el rostro, intentand
Los días pasaron con una calma aparente, pero Leonardo sentía la tormenta formándose a su alrededor. Desde la reaparición de Alexa y la inesperada conexión con Enrique Raushe, su mente no había tenido descanso. Aunque intentaba mantener la compostura, la sensación de que algo se avecinaba era innegable. Sabía que no podía ignorar la presencia de ambos en su vida, y menos cuando su intuición le advertía que no se trataba de una simple coincidencia.A pesar de sus esfuerzos por disimular, Alanna ya había notado su frialdad. Ella lo conocía demasiado bien como para no darse cuenta de que algo lo tenía inquieto. Sin embargo, Leonardo evitaba hablar del tema, no porque no confiara en su esposa, sino porque no estaba seguro de cómo explicarlo sin preocuparla. Sabía que Alanna tenía un carácter fuerte y no dudaría en enfrentar cualquier amenaza, pero él quería manejarlo solo.El evento empresarial del año finalmente llegó. Sería una noche donde los empresarios más influyentes del país se reu
El evento transcurría con su aire habitual de exclusividad y elegancia. Empresarios de alto nivel, inversionistas y figuras influyentes conversaban entre copas de champán y luces cálidas que iluminaban el lujoso salón. Sin embargo, toda conversación se detuvo cuando las puertas principales se abrieron con un aire de majestuosidad, anunciando la llegada de una presencia imponente.Alexa Brandon hizo su entrada con la seguridad de una mujer que sabía que todas las miradas le pertenecían.Vestida en un ceñido vestido rojo carmesí de seda, con un profundo escote en la espalda y una abertura lateral que revelaba sus largas piernas, caminó con paso firme, cada movimiento reflejando una gracia provocadora. Su cabello, perfectamente estilizado en ondas que caían sobre uno de sus hombros, enmarcaba su rostro de facciones marcadas y labios pintados en un rojo intenso que combinaba con su atuendo.El murmullo entre los asistentes comenzó de inmediato.—Es increíblemente hermosa… —susurró una de
El murmullo de la velada se mezclaba con el tintineo de copas y las risas superficiales de los empresarios y sus acompañantes. Pero entre Leonardo, Alanna y Alexa, el aire se sentía espeso, cargado de una tensión que iba más allá de lo evidente.Alexa, con su elegancia estudiada y una sonrisa que destilaba autosuficiencia, dio un paso más cerca de Leonardo.—Tienes la corbata un poco torcida —comentó con dulzura, levantando una mano con naturalidad para acomodarla.Era un gesto pequeño, aparentemente inofensivo, pero estaba claro que lo hacía con la intención de marcar su presencia.Lo que no esperaba era lo que ocurrió después.Antes de que sus dedos siquiera rozaran la tela, una mano firme los interceptó en el aire.Alanna.Con una calma demoledora, tomó la muñeca de Alexa y la apartó con delicadeza, pero con una frialdad cortante. Sus ojos, dos dagas de hielo, se clavaron en los de su rival.—No es necesario —dijo con voz suave, pero firme—. Yo me ocupo de mi esposo.El silencio qu
El evento continuaba con normalidad, pero la tensión en la mesa donde se encontraban Alanna, Leonardo, Enrique y Alexa era palpable. Las miradas entre ambas mujeres eran una batalla silenciosa, una guerra que solo ellas comprendían. Alexa, con una sonrisa encantadora pero llena de intenciones ocultas, tomó su copa de vino con aparente descuido.—Oh, querida Alanna, qué descuidada soy —dijo con una dulzura falsa mientras inclinaba ligeramente su copa con la clara intención de derramar el vino sobre el vestido impecable de Alanna.Pero Alanna era más rápida. Con un movimiento sutil y elegante, esquivó el líquido y, sin que pareciera intencional, su propio brazo rozó el de Alexa, haciendo que la copa resbalara y manchara el costoso vestido de la otra mujer.Los murmullos en la sala no se hicieron esperar. Alexa se quedó paralizada por un segundo, mirando la mancha de vino tinto extendiéndose por la tela de su vestido de diseñador. Su rostro se transformó en una mueca de furia y, sin pens
El evento finalmente llegó a su fin. Los invitados comenzaron a retirarse poco a poco, mientras la música de fondo se iba apagando. Alanna y Leonardo mantuvieron las apariencias hasta el último momento, sin darle a nadie la satisfacción de presenciar una escena fuera de lugar.Sin embargo, en cuanto subieron al auto y la puerta se cerró, el silencio entre ellos se volvió pesado. Leonardo condujo con una expresión imperturbable, pero Alanna no estaba dispuesta a ignorar lo que había sucedido esa noche.—¿Por qué no me lo dijiste? —soltó de repente, sin apartar la vista de él.Leonardo no respondió de inmediato. Mantuvo la mirada en la carretera, sus dedos firmes sobre el volante.—¿A qué te refieres?Alanna dejó escapar una risa irónica.—No juegues conmigo, Leonardo. Sabías que Alexa estaría allí y no me dijiste nada.El hombre suspiró, como si ya hubiera esperado esa reacción.—No veía la necesidad —respondió con calma—. No quería que esto se convirtiera en un escándalo antes de que
Alanna despertó con la sensación de necesitar aire. La tensión de la noche anterior aún pesaba sobre sus hombros, y cada pensamiento sobre Alexa o la indiferencia de Leonardo la hacía apretar los dientes. No podía seguir permitiendo que su humor dependiera de los demás. Había pasado demasiado tiempo concentrada en problemas ajenos y olvidándose de sí misma.Decidida a romper esa rutina, tomó su teléfono y llamó a su asistente para cancelar cualquier compromiso. Hoy sería un día para ella. Hacía mucho que no se daba el placer de una buena tarde de compras, recorriendo boutiques con calma, sin más preocupación que elegir el vestido perfecto para su próxima gala.Las calles estaban llenas de vida y las tiendas de alta costura exhibían sus más recientes colecciones. Alanna recorrió varias boutiques hasta que, en una de sus favoritas, encontró un vestido que le robó el aliento. Era un diseño exclusivo, elegante y sofisticado, justo lo que necesitaba para recordarse quién era: una mujer fue
Alanna sintió que el aire en la habitación se volvía denso, casi irrespirable. Leonardo había dejado su copa de vino sobre la mesa y la miraba con seriedad, como si estuviera preparándose para decir algo que cambiaría todo.—Hay algo que debes saber —dijo finalmente, su voz firme pero con un matiz de duda.Alanna sintió un leve escalofrío en la piel. Había algo en la forma en que él la miraba, una sombra de culpa o quizás de precaución.—Dime —susurró ella, sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho.Leonardo suspiró y pasó una mano por su cabello, como si necesitara reunir el valor suficiente para continuar.—Alexa no es solo mi ex novia, Alanna —dijo, pausando para ver su reacción. Ella se mantuvo en silencio, pero sus labios se fruncieron levemente—. Es mi socia. Es la socia anónima de la que te había hablado.El mundo de Alanna se tambaleó.—¡No puede ser! —sus palabras salieron entrecortadas, como si no pudiera darle forma a su incredulidad.Leonardo se inclinó hacia adela