32: Infragantis
Debido a la autoridad que la mujer emanaba, todos se vieron formados en fila india y saludaron de forma respetuosa. Ella miró la casa y arqueó una ceja al ver lo descuidada que se encontraba.

— Al parecer el trabajo está de sobra aquí. Quiero que empiecen a limpiar a profundidad, las casas como estas tienen todo en el mismo sitio — ella señaló un armario — ahí deben de estar los utensilios necesarios; ¿Alguien sabe dónde se encuentran los señores de la casa?

— El joven amo Montecristo se encuentra en el despacho — la empleada que había entrado antes miró como la anciana caminaba en dirección a la oficina — ¡Espere! Él dijo que no quería que nadie lo molestará, va a salir dentro de quince minutos.

— Yo no soy nadie, soy su nana — su postura fue rígida y digna — vayan trabajando en lo que les asigné que quiero tener esta casa limpia antes de que el día acabe.

Alejandro que había acostado por completo en la mesa a Aisha, se encontraba embistiendola cuando escuchó el ruido de la puerta
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