Un resoplido molesto salió de los labios de Alejandro, él le dió un golpe al volante y después de eso inspiró profundamente. — No puedo creer lo incompetente que te has vuelto, escucha muy bien, tienes una última oportunidad. Quiero que mires que es lo que sucede con Aisha Martínez y porqué anda en los bancos, algo me dice que se encuentra pasando por dificultades. — Si señor, una vez que tenga los informes voy a decirle todo lo que quiere saber, muchas gracias por esta nueva oportunidad. Alejandro siguió a Aisha a una distancia prudente, ella llegó a la estación de policía y él se quedó esperando que saliera. — Buenos días, vengo a ver a mi prima, ella es Mel Ortega. — Venga conmigo. Aisha caminó por el pasillo de la prisión, el olor desagradable hizo que su estómago se revolviera y al ver a Mel se quedó helada, la niña rica y mimada se encontraba en un estado deplorable e incluso no podía ver su piel entre tanta mugre. — Mel — los ojos de la mujer fueron los únicos que pudo r
El coche de Aisha se estacionó en la villa de los Montecristo, ella respiró profundamente y pensó en lo que iba a hacer e incluso quiso volver pero sabía bien lo que estaba en juego en estos momentos y no podía darse el lujo de perder todo. — Buenas tardes — ella miró a la empleada — he venido a ver al señor Alejandro Montecristo. — Vaya que te has tardado en venir — él bajaba las escaleras con cierto cinismo — dime, vienes a pedir… — Quiero hablar contigo, es algo urgente. Verás, mi tío dejó el hospital en números rojos y necesito medio billón de dólares para poder cubrir los gastos de unas cirugías además del pago de planilla, te ofrezco una sociedad para que inviertas el capital que hace falta y no caer en prisión. El sabor amargo en la boca de Alejandro fue muy grande, él por un momento pensó que Aisha se encontraba ahí para explicar lo del beso con Christopher, pero, al parecer el hospital era más importante que él. — ¿Y a mí eso en que me perjudica? Si caes en prisión es tu
Los ojos de Alejandro se encendieron al escuchar la seguridad con la que Aisha hablaba, la sujetó de sus hombros y ella se asustó al ver el infierno que miraba en los iris de aquel hombre. — ¡Hey! ¿Qué crees que haces? El puñetazo que Christopher le dió fue suficiente para que Alejandro soltará a Aisha, esto logró enfurecer al hombre a un punto que quiso irse encima de él pero se contuvo. — ¡Es una mujer, grandísimo cabrón! ¿Acaso no te enseñaron a respetarlas? — No te metas en asuntos que no te competen, sigue tu camino doctorcito y déjame a solas con mi mujer — Alejandro la tomó y la puso a su lado — porque ella es mía, me pertenece. Alejandro besó con brusquedad a Aisha, ella se sintió incómoda ante esto y cuando él terminó de besarla se limpió la boca con la misma intensidad que fue besada. — Aisha, dime que solo son cuentos de este hombre. — No, no son cuentos míos. Ella es mía y está esperando un hijo mío, así que mantén tus garras lejos de mi propiedad si no quieres que
Alexa subió hasta la terraza del hospital, hacía frío y ella frotó sus manos para entrar en calor. Se encontraba a la orilla cuando unas manos la tomaron del hombro con brusquedad y esto fue suficiente para que la mujer diera un grito seguido de un golpe. — Alejandro — ella llevó su mano a su pecho mientras este bajaba y subía — ¿En qué demonios estabas pensando? Casi me matas del susto. — Eso es lo que yo te debo preguntar, ¿En qué demonios estás pensando al ponerte a la orilla de la terraza? Si te caes, te vas a morir, ¿O es qué venías con planes de…? — Deja de decir idioteces — ella se alejó de él — me gusta venir aquí ya que la brisa es muy agradable, no estoy planeando suicidarme, eres un loco. Mejor me voy, ya arruinaste mi sitio favorito en el hospital. Un viento fuerte sopló y la puerta se cerró, en el momento que Aisha intentó abrirla fue inútil. Ella empezó a golpearla pero no había nadie que pudiera escucharla. — Lo que faltaba — le dió una patada a la puerta — dejé mi
Aisha a pesar de que se negaba en casarse tan pronto, quería hacerlo en un futuro y le hubiera gustado que su propuesta fuera diferente; no obstante, no había tiempo para esas cosas y le quedaba resignarse a que esta sería su petición de matrimonio. — Muy bien — ella se levantó y fue directo donde el señor Gael — él se encuentra bien, creo que es una persona muy sana. Lo dejaré en manos de otro especialista ahora que está menos delicado, tengo cosas que hacer. — ¿Adónde vas? — Iré al banco, venderé las propiedades de mi familia y eso incluye la casa donde me crié. Ahora tengo que ver dónde voy a vivir ya que el dinero es directo para el hospital, espero que tú cumplas con tu parte del trato y deposites la cantidad establecida una vez que te dé el número de cuenta. — Soy un hombre de palabra, solo envía el número de cuenta y haré el respectivo depósito. Aisha se fue al banco, Alejandro decidió seguirla al ver que su abuelo se encontraba estable. Ella entró a la sucursal y una vez
Como si Aisha lo hubiera llamado con la mente, Alejandro salió de su carro. Él al ver a la enardecida multitud que estaba atacando a Aisha fue que intentó abrirse paso, pero le era imposible ya que entre las enfermeras y los doctores no podía encontrar un punto de apertura. — ¡Es suficiente! — Alejandro dió varios tiros al aire y todos se vinieron al suelo mientras cubrían su cabeza — ¡¿Acaso se han vuelto locos?! Son unos salvajes que están agrediendo a mi futura esposa, esto no se va a quedar así; cada uno de ustedes se ha atrevido a declarar la guerra abiertamente a la familia Montecristo. Aisha miró a Alejandro, ella tenía la mirada pérdida y se balanceaba de un lado al otro. Cuando él miró esto fue directo a sujetarla y se sorprendió en el momento que le rechazó su ayuda, aunque no fue con mucha fuerza pudo sentir el rechazó. — Todo está bien — él la cargó entre sus brazos y ella quedó inconsciente — estoy aquí, cariño. Alejandro entró a la sala de urgencias, esta se encontr
Alejandro se acostó al lado de Aisha, se sorprendió en el momento que ella se acercó a su pecho y se acurrucó. Él por su parte puso uno de sus brazos detrás para acercarla aún más y con la otra mano acariciaba su cabello. — Todo va a estar bien, ya me hice cargo y esos doctores no van a encontrar trabajo en ningún lado después de lo que te hicieron. Prometo buscar los mejores médicos para que trabajen aquí, te doy mi palabra como Montecristo y como tu prometido. Ellos se durmieron y mientras estaban juntos, alguien llegó, al ver a la pareja de tórtolos se llenó de rabia y su mano se volvió un puño. — Aló, llamaba para decirte que ellos están mejor que nunca. Nuestro plan no ha funcionado y al parecer arreglaron las cosas. — ¡Por un demonio! — Antonio lanzó la copa contra la pared y ésta se hizo pedazos — no sé lo qué tengas que hacer, pero vas a sembrar la discordia en esos dos. No quiero que Aisha cuente con alguien que la pueda proteger, menos un Montecristo; respecto al viejo ti
Aisha confió en Mel, se había mostrado como una persona sincera y hasta el momento ella era la única persona que tenía de su lado ya que el señor Montecristo seguía en esa unidad de cuidados intensivos. — No me tienes que jurar nada, ahora vamos a recoger nuestras cosas a casa. Ya vendí la propiedad y no podemos permanecer más tiempo ahí, mientras tanto podemos vivir en los dormitorios del hospital. — Genial, las cosas han cambiado a un punto espantoso. Bueno, si no hay más opciones tendremos que hacer eso. Tanto Mel como Aisha recogieron lo necesario y lo otro tuvieron que tomar la decisión de mandarlo a una bodega. Ellas estaban por salir cuando vieron que Alejandro entró como todo un rey. — ¿Qué haces aquí? — Aisha dió un paso al frente y miró al hombre — escucha, no quiero que vengas a causar problemas. La casa está siendo desocupada ya que la vendí y no deseo que el dueño me venga a correr de una manera poco educada, así que por favor vete. — Ya sé que vendiste la casa y te d