Carlos
―¡Cómo te atreves a correrme de esta casa! ― Grita mi hermana mientras entramos ambos a uno de los tantos salones lejos de los invitados.
La puerta se azota a tan grado que hace las ventanas temblar y a los seis perros ladrar detrás de ella.
―¿En serio me preguntas eso Teresa? ¿No viste lo que pasó?
―No, no sé lo que pasó.― Finge
―¡Ay por favor Teresa! Ten un poco de dignidad y admítelo… Has llevado esto muy lejos, por eso te quiero fuera de aquí, ya no eres… necesaria.― Y al decir esa palabra ella abre los ojos asombrada.
―¿Necesaria? ¡Necesaria! ¡Esta casa es más mía que tuya! Tu vas y vienes a tu antojo Carlos, no haces nada más que ir a buscar “prometid
LuisaEsta noche no hay ropa elegante, ni tacones que no me permitan caminar por los prados, ahora, vistiendo un poco más informal doy los últimos toques de maquillaje a Julieta quien sonríe frente al espejo feliz, más de lo que siempre ha estado.―¿Te gusta? ― Pregunto mientras la veo a través del cristal.―Me encanta ¿Cómo es que sabes peinar y maquillar?― Pregunta asombrada.―Bueno.― Pienso una historia mientras retoco sus labios.― Cuando sali del convento, mi amiga, Salma, nos inscribió a una escuela de señoritas, ya sabes, como en la feria de las vanidades.―¡Oh! ¡Qué bien! LuisaEl marqués está enamorado de mí y me lo ha dicho, es todo lo que puedo pensar en este instante, ni siquiera porque siento sus dulces y carnosos labios sobre los míos mientras me da un beso que ha superado las expectativas, bueno en realidad siempre da besos excelentes, eso no lo puedo negar, y a veces me da curiosidad pensar si practicó mucho o es puro talento natural que justo acaba de descubrir conmigo.Mis labios se separan poco a poco de los suyos y él termina de acariciar mi rostro para después sonreír.Uhhhhhhhhhhhhh escuchamos atrás de nosotros y al voltear vemos a varios del personal viéndonos por una de las tantas ventanas del salón, incluso Julieta está ah&iacCAPÍTULO 43: ¿Dudas?
CarlosJamás me había enamorado, y lo digo en serio, es la primera vez que este sentimiento me embarga y no puedo dejar de pensar en lo afortunado que soy de haber encontrado una mujer como Luisa, que me entiende, me hace reír, que es valiente y sobre todo que sabe qué decir justo cuando yo no tengo palabras; definitivamente es mi complemento.Así que hoy, mientras la veo sonriendo y acomodando ese sombrero para que ambos salgamos al picnic, no puedo dejar de pensar lo listo que estoy para casarme con ella.Para el evento de hoy, Luisa se puso un hermoso vestido de flores tipo lirios, unas zapatillas de tacón bajo y un sombrero de ala color blanco que se le ve perfecto. La veo desde mi habitación mientras ella está en la suya dando los últimos toque
LuisaAún no puedo creer lo nerviosa que estoy en este momento al sentir los labios calientes del marqués sobre los míos besándome con esa pasión que sé por días ha acumulado y que le ha costado expresar.—Soy tuyo.— Vuelve a repetir mientras mi sombrero cae sobre el suelo y siento su torso cerca de mi cuerpo.— Pero no ahora, desde el primer día que te vi, soy tuyo, y de nadie más.Sus manos bajan lentamente por todo mi cuerpo, acariciándolo de una manera que nunca había sentido antes y que provoca que toda mi piel reaccione y se erice subiendo desde mis piernas hasta mi nuca.Los labios del marqués no se separan de los míos, ni siquiera cuando trata de bajar el ci
Carlos Escucho la lluvia caer mientras la oscuridad de la habitación nos rodea. La lámpara de aceite se ha apagado por completo y Luisa duerme a mi lado mientras yacemos desnudos sobre la cama, con nuestros cuerpos juntos y nuestras piernas entrelazadas. Mientras siento su aliento sobre mi brazo que tiene tomado entre sus manos como si no quisiera dejarme ir, y yo sólo sonrío como un idiota después de lo que pasó. No fue el sexo en sí, no fue el momento en que por fin, después de tantos años, hice ese acto del que todos alardean y hablan, si no el hecho de que encontré a la persona con la que sé pasaré el resto de mis días, la que me hizo sentir ese fuego, esa confianza, ese amor único que sólo necesitaba y que me hizo suyo por completo. En la mañana me desperté como un Carlos y en este momento, soy otro. Me
Carlos—¡Es una desgracia! ¡Un acto barbárico! —Se queja Teresa mientras toda la familia se encuentra reunida en el salón después de encontrarnos en aquel lugar—¿Cómo es posible que pudiese pasar eso?—Bueno, cuando una mujer y un hombre se aman…—Empieza Luisa.—¡Eso ya lo sé! — Grita mi hermana.—Bueno, entonces no tengo más explicaciones.—Remata y yo trato de no reírme.—De verdad que no te entiendo Carlos, tú no eres así y de pronto por Ana de las Casas ahora tienes…—¿Relaciones? &m
Luisa¿Estoy enamorada? ¡Sí! No hay otra respuesta que pueda dar en este momento ¿me gustaría estar enamorada en otra parte? ¡Sí! Porque debo confesar que tener a Teresa con su aliento en mi nuca esperando a que me equivoque o diga algo que le haga tener razón, me estresa a grados que jamás pensé que conocería.Así que, mientras estoy encerrada bajo llave en el baño de mi habitación, mientras aplico el tinte rubio sobre mi cabello, no puedo dejar de pensar que en dos semanas esto se terminará y que seré la esposa de un marqués, ¡un marqués! Y yo que pensé que mi vida jamás mejoraría supongo que debe ser un regalo por ser tan buena chica.De pronto, escucho que tocan la puerta de la habitación y me qued
LuisaVestido, flores, música, invitaciones, comida, todo eso estaba listo para mi boda, y sólo faltaban tres eventos para poder llegar triunfante a ese día y por fin poder unir mi vida con el marqués, él que sin saberlo me cambió la vida y también me salvó dándome todo lo que siempre había querido, una familia.Así es, a pesar de que Teresa y yo somos agua y aceite y practicamente siento que algún día me va a matar mientras me estoy duchando, he aprendido a amar a esta familia y sobre todo a llevarme bien con sus miembros, bueno al menos con los que se dejan.Por ejemplo, con Julieta todo va bien, aunque siempre estuvo bien, ella me adora y ahora cómo le ayudo con Felipe, siente que soy la mejor de las perso