Su corazón comenzó a latir con rapidez, caminó cuidadosamente hacia la habitación cuando sintió una mano cubriendo su boca y lanzó un grito ahogado dejando caer la toalla al piso. Sintió como la otra mano de aquel intruso la rodeaba por la cintura presionando su cuerpo contra su virilidad. —¡Shhh! —susurró a su oído. Liliana podía escuchar los latidos de su pecho resonando en su interior— voy a soltarte, pero no grites —advirtió y lentamente descubrió su boca, mientras la hacia girar de frente hacia él. Acto seguido, Liliana inició un grito que fue callado por los labios de Alessandro cubriendo los suyos con un apasionado beso. Aunque ella intentó resistirse experimentó una rara necesidad de someterse a sus instintos sexuales. Repentinamente y tal como ocurrió la noche anterior en la habitación de su cuñado, este se apartó abruptamente de ella dejándola aturdida y visiblemente perturbada. Con el reverso de su mano limpió sus labios.—¿Ves lo que me haces, hacer? —replicó en u
Minutos más tarde, Liliana bajó hasta el comedor. Los tres miembros de la familia Fiorini estaban presentes en la mesa, sólo faltaba ella. Alessandro levantó ligeramente la mirada al escuchar el sonido de los tacones, su rostro se llenó de asombro cuando vio a su cuñada vistiendo un hermoso vestido blanco de manga larga y un acentuado escote en V que resaltaba su estrecha cintura y sus amplias caderas. Elena observó con detalle la reacción de su hijo, cuando vio entrar a la mujer que se había apoderado de gran parte del imperio que ella, junto a su primogénito, habían amasado luego de la muerte de su marido. Aún sentía el sabor amargo de la traición de Enzo. —Buenas tardes —dijo Liliana, acercándose a la mesa. Se detuvo frente a la silla situada en la cabecera de la mesa, esperando un gesto galante de su cuñado, quien al contrario de lo que ella pensaba, permaneció inmóvil en su asiento. El guardaespaldas dio un par de pasos con grandes zancadas para aproximarse y retirar la s
Alessandro entró a su habitación con el rostro crispado, echando espumarajos por la boca de la ira contenida. La revelación de que su hermano Enzo había dejado a Liliana a cargo de la organización lo había dejado atónito, nuevamente Enzo se había burlado de él.Sin embargo, no era el mejor momento para actuar de forma irracional, debía calmarse, controlar su ira y actuar de forma inteligente. Pasó su mano por el cabello tratando de asimilar la situación:—Cuñadita, ¿de verdad crees que podrás manejar esto sola? —murmuró. Aquel pensamiento lo irritó aún más, no podía concebir que una mujer suplantara su lugar como líder de la organización.—No puedo dejar que la emoción me ciegue. —frotó su rostro. De la nada, aparecieron en su mente las palabras de su madre como un susurro controlador que lo hizo estremecer: “Sedúcela, desarma su confianza, y déjala sin nada.”A pesar de su negativa en un primer momento, repensó aquella idea. Era poco lo que podía hacer para quitar a Liliana de s
Liliana permaneció durante un buen tiempo en su oficina, viendo los videos grabados por Enzo, donde él mismo le daba información de cómo manejarse frente a sus socios y enemigos declarados. Ver su imagen frente a ella, y no poder abrazarlo le generó una profunda tristeza. Mas, a ratos, esa misma tristeza se transformaba en enojo sólo con ver como su esposo le daba toda aquella explicación como si se tratase del profesor de la facultad de Derecho, enseñándole la pirámide de Kelsen. Sin embargo, el hecho de que Liliana hubiese estudiado derecho y conociese las leyes, se convertía en una ventaja para ella, pues nadie mejor que un buen abogado para interpretar las leyes a su conveniencia. En ese instante, se preguntó si Enzo, consciente de las habilidades y conocimientos de ella, consideró que sería perfecta para ese rol o si por el contrario, sólo lo hizo para humillar a su hermano y al resto de su familia. Lo que su guardaespaldas le había contado, abría muchas puertas y cerraba otr
—Cuñadita, que elegante estás —Alessandro dijo en un tono burlón llamando la atención de Liliana. Ella soltó suavemente el picaporte de la puerta y con lentitud, mostrando una actitud segura y su elegancia, se giró hacia él. —Hola, cuñado. —Lo miró de pie a cabeza a él y luego dirigió sus ojos hacia su acompañante, una chica muy hermosa y de cabello negro lacio.— Un placer —extendió su mano con delicadeza.— Bienvenida a la larga lista de amantes de mi querido cuñado. —dijo en un tono provocador. La chica aplanó los labios con una sonrisa fingida, al igual que Liliana, ella también quedó impactada con la belleza que irradiaba aquella mujer. —No le hagas caso, amore mio. Liliana es muy bromista, sabes que eres la única —dijo mirando a la pelinegra con una mirada intensa. Luego en un acto impulsivo besó con pasión a la chica que tenía en brazos, metió su lengua con avidez mientras permanecía con los ojos abiertos, observando a su cuñada. Aquel gesto, dejó a Liliana visibleme
—¡Esta me la pagas, maldita perra! —gruñó apretando sus puños y su mandíbula con fuerza. Aterrada ante la reacción de su cuñado, Liliana tomó una almohada usándola como su escudo protector. Sin embargo y contradiciendo cualquier expectativa de la pelinegra, Alessandro salió de la habitación azotando la puerta sintiendo como la ira bombeaba dentro de sus venas. Liliana se mantuvo en silencio, llena de asombro y ligeramente confundida. Esperaba que la atacara. ¿Por qué no lo hizo? Se preguntó. La puerta sonó en ese momento, Liliana se incorporó rápidamente cubriéndose con la sábana. —Adelante —contestó con voz trémula. El guardaespaldas abrió la puerta y se paró delante de ella, al verla semi desnuda, Franco apartó la vista de encima de su jefa.—Disculpe, sólo quería informarle que ya confirmé su asistencia a la celebración. —Gracias, Franco. Puede retirarse. —Con permiso señora —Se dirigió hasta la puerta, pero luego se detuvo girándose lentamente hacia ella.— Olvidé deci
Alessandro abrió la puerta en un gesto de caballerosidad. Afuera, parado frente al lujoso Mercedes Maybach-Pullman con doble asiento para cuatro personas, un elegante hombre esperaba por la pareja. —Buenas noches, Sra Liliana —dijo el hombre de avanzada edad, alguien a quien ella reconoció de inmediato. —Buenas noches —contestó ligeramente aturdida. Era el taxista del aeropuerto, el mismo que huyó cuando habló de los Fiorini. ¿Qué rayos estaba haciendo allí? —Adelante Sr Fiorini —dijo el hombre y Alessandro tomó asiento. —Gracias Gino —respondió con firmeza. El conductor subió al auto dejando en absoluta privacidad a la pareja. —¿También es guardaespaldas? —preguntó ella. —No, es mi chofer particular —anunció él. Mentalmente, ella armó la historia. Ambos viajaron en el mismo avión, luego él desapareció. El chofer del taxi le facilitó todo y luego desapareció. Debió ir por su jefe. Todo aquello parecía extraído de un filme de terror y mafia. Durante el trayecto, Ales
Esa mañana Liliana despertó muy temprano, se sentó en la cama, estiró los brazos, suspiró profundamente y una sonrisa se dibujó en su rostro. ¡Sí! Estaba emocionada y ansiosa por la celebración de su quinto aniversario. ¿Qué sorpresa le tendría preparada Enzo para esa ocasión? Desde una lujosa luna de miel en Santorini, un hermoso collar de diamantes valorado en 1 millón de dólares en su primer aniversario hasta un fabuloso crucero por el Caribe en sus bodas de Cuero; el famoso empresario siempre lograba sorprenderla con los más inesperados obsequios. Liliana, apartó a un lado el edredón de seda, se colocó las pantuflas, se levantó y fue hasta el baño para asearse. Tenía aún, algunas cosas pendientes por hacer: debía asistir a su cita en el SPA, luego al atelier de belleza y finalmente ir al aeropuerto por su marido en su coche, un Bugatti Chiron blanco 2024 que le obsequio en su cuarto aniversario. Podría decirse que a sus veinticuatro años, ella lo tenía todo, un marido co