Amelia.
Jamás pensé que pudiera estar tan nerviosa como me encuentro en estos momentos, mis manos temblaban y transpiraban por las dudas que me asaltaban. Tenía muchas preguntas y mucho miedo de que las cosas no fueran a resultar como esperaba y tuviera que hacer lo que ya me había convencido que no lo haría.
Lo único que me tranquilizaba en cierta manera era tener a Aaron a mi lado apoyando todas mis decisiones, sin importar toda esta historia con mis padres él aún está dispuesto a estar a mi lado.
— No entiendo porque están tardando tanto, jamás llegan tarde a un negocio.
— Tranquila, aún hay tiempo. Yo creo que quizás desconfían un poco, dales un tiempo.
Aaron tenía razón, él los había amenazado cuando habían estado en casa posiblemente creían que podría traicion
Amelia. Mis amigos eran los mejores y de eso estoy muy segura. Han logrado que estos días fueran los mejores de nuestras vidas, todo el proceso y los preparativos fueron tan geniales que disfruté cada paso que dábamos, por más veloz o apresurado que podría haber sido, para mi fue perfecto. Sé que Aaron hubiera preferido darnos algo mucho mejor y eso porque en varias ocasiones lo ha mencionado, pero lo que él quizás no comprende qué es esto lo que siempre quise para mí. Una ceremonia hecha a mi medida, que me represente de todas las formas posibles y como planeadora de bodas estoy muy feliz de que este fuera finalmente mi momento y que lo haya logrado con las mejores personas de mi vida. Ciertamente no necesito más. — Estás tan hermosa Amelia. — Marina me miraba con una gran sonrisa en su rostro mientras las chicas del salón de belleza terminaban su trabajo. Siempre había dicho que quería algo natural pero delicado para mi maquillaje y peinado. El centro de estética que Marina cont
Amelia.— Felicidades chicos, estoy muy emocionada por ustedes y por la hermosa familia que formarán. — Muchas gracias Julia, eres de las mejores personas que he conocido en mi vida. Todos nuestros amigos se acercaron a felicitarnos y darnos muchos abrazos, mi hombre escosés no está tan acostumbrado a tantas demostraciones de cariño pero puedo ver cómo recibe las felicitaciones con gusto aunque algo incómodo. — Muy bien escuchen todos por favor, los invito a que me sigan para que podamos dar inicio a la recepción. Marina ya había dejado de lado su papel de Dama y se había puesto el papel de Wedding planner. Cuando todos llegamos al lugar donde se haría la recepción, varios ayudantes comenzaron a mover las sillas del altar para comenzar a armar las mesas y sillas para el banquete. Conocía esa euforia de que todo salga perfecto para que los novios no se preocupen por nada y vivirlo desde el otro lado es realmente increíble, me encontraba muy emocionada. — ¿Qué piensas, esposa? — s
Aaron.— No quiero volver, pero extraño mucho a Archie.— Lo sé cariño. Yo también quiero verlo, además no podemos tomarnos más tiempo Sophia me vuelve loco, el trabajo no puede seguir esperando.Estos tres días aislados del mundo fue lo mejor que necesitábamos, este último tiempo habíamos estado tan estresados mientras corríamos contra el mundo sin detenernos para tomar un respiro y descansar.Aunque debo decir que desde que Amelia apareció en mi vida ha sido esa bocanada de aire fresco que necesitaba, soy el hombre más afortunado por haberme casado con esta mujer y tener la fortuna de despertar a su lado todo los días viendo esos ojos que me calman de toda angustia.— ¿Por qué me estás observando de esa manera? — pregunta con una sonrisa tímida mientras seguía metiendo sus cosas en la maleta.— Estoy admirando a mi esposa ¿Acaso hago mal?— Eres un tonto.Voy hasta ella y la abrazo besando su sien, de inmediato puedo sentir cómo todo su cuerpo se relaja contra mí. Esa sensación que
Aaron. — ¿Qué pasó? ¿Quién es? — Amelia hablaba tan rápido y sus ojos se encontraban aterrados.Cuando le enseñé que me había llegado un mensaje de Clementine se quedó sin voz mirándome con temor.— ¿Qué esperas? Léelo.Todos se encontraban expectantes de lo que estaba ocurriendo ya que todos vieron de quien se trataba.“Si quieres recuperar a tu hijo necesitamos acordar un trato. Ven solo a esta dirección y ni siquiera se te ocurra traer a esa perra contigo” — Está loca si cree que te dejaré ir solo, también es mío, me preocupo por él.— Amelia, sabes lo inestable que puede ser Clementine, es preferible seguir con las instrucciones quizás pueda conseguir que me entreguen al pequeño, por favor.Amelia estalló en ira, de un momento a otro comenzó a gritar descontrolada pero muy enfadada conmigo y con todos los que se cruzaban en su camino. ¡Maldita sea! Odiaba verla así, odiaba lastimarla pero esta situación estaba sacando lo peor de nosotros.— ¿Vas a permitir que esa mujer determin
Amelia. ¿Qué fue lo que acababa de escuchar? Esa mujer acaba de amenazar con la vida de su propio hijo y sin remordimiento alguno. No puedo ni tan siquiera imaginar que algo malo le suceda a Archie porque lo amo como si fuera mío legítimamente y sin embargo esta mujer no le temblaba la voz al decir todas esas cosas.— ¿No dará la orden para que sus hombres ingresen a la casa? — pregunté alterada. — Está apuntando con su arma en la cabeza de mi hijo y no dudará en disparar.— No podemos arriesgarnos a ingresar precisamente por eso, si tiene el arma apuntando hacia el pequeño al vernos puede disparar sin más. No nos arriesgaremos a eso.— ¡Entonces se quedarán parados ahí sin hacer nada! No puedo esperar a que suceda algo más.Fue cuando tomé la decisión. Me puse en pie y sin darles mucho tiempo de reacción salí corriendo de la camioneta donde estábamos esperando y viendo todo lo que sucedía. Junto a mí estaba Daniela, Julia y el detective Potter junto con un oficial más quien controla
Amelia. El dolor fue lo primero que sentí. Era un dolor profundo, sordo, como si todo mi cuerpo hubiera sido golpeado desde dentro. Me costaba respirar, y cada intento de hacerlo enviaba una oleada de punzadas a mi costado. Los sonidos a mi alrededor eran suaves, casi como un eco lejano: el pitido constante de una máquina, pasos amortiguados en el pasillo, y una respiración que no era la mía.Abrí los ojos lentamente, como si estuvieran sellados, y lo primero que vi fue a Aaron, sentado junto a mi cama. Estaba dormido, su cabeza inclinada hacia un lado, apoyada en el colchón, y su mano sostenía la mía con fuerza, como si hubiera estado temiendo soltarme.Mi garganta estaba seca, como si no hubiera hablado en días. Traté de moverme, pero el dolor me recorrió como una descarga eléctrica y tuve que detenerme, jadeando. Aaron se movió ligeramente, despertándose al instante como si mi incomodidad lo hubiera sacado de su sueño.—Amelia... —susurró, y cuando nuestros ojos se encontraron, vi
Aaron. El pasillo del hospital parecía más largo de lo normal hoy. Habían pasado ya varias horas desde que Archie había entrado a quirófano para la donación de médula, y aunque trataba de mantener la calma, los nervios me carcomían por dentro. A mi lado, Amelia, con su mirada tranquila y su mano suave entrelazada en la mía, me daba una fortaleza que no sabía que tenía.— ¿Cómo te sientes? — le pregunté en voz baja, preocupado por el cansancio que veía en su rostro.Ella esbozó una sonrisa débil, pero auténtica, y me miró con esos ojos llenos de amor y determinación que siempre me asombran.— Estoy bien, Aaron —dijo, con una serenidad que solo ella podía transmitir, a pesar de todo lo que había pasado. — Archie es lo más importante ahora, no pienses en mí.Miré hacia la puerta de la sala de operaciones y luego de vuelta a ella.— Has sufrido tanto, Amelia. No sé cómo encuentras la fuerza…Ella se inclinó un poco hacia mí, con dificultad pero sin perder esa chispa en su mirada.— Porqu
Amelia. Había pasado exactamente un año desde el trasplante de Archie. Un año desde que nuestras vidas habían conocido la verdadera felicidad, luego de tantas batallas, tantas lágrimas derramadas. Pero si algo he aprendido es que los momentos más oscuros hacen que la luz que llega después brille aún más intensamente. Este último año ha sido, sin lugar a dudas, uno de los mejores de mi vida.Al despertar esa mañana, con la luz del sol filtrándose por las cortinas, me estiré suavemente en la cama. Aaron ya no estaba, lo escuchaba en la cocina riendo con Archie, preparando el desayuno como lo hacía cada día. Mi corazón se llenaba de gratitud y amor, una sensación de paz tan profunda que a veces me preguntaba si era posible ser tan feliz. Archie, mi pequeño guerrero, ahora correteaba alegremente por la casa, saludable y lleno de vida, el niño más encantador que jamás hubiera imaginado. Y Aaron... mi esposo, mi roca, mi todo, seguía siendo el hombre que había conquistado mi corazón una y o