¿Castigo o placer?

Sin necesidad de palabras, la hipnotizó. La atrapó en la intensidad de su mirada, obligándola a hundirse en el azul profundo de sus ojos, a un abismo de deseo insaciable que la envolvió sin escapatoria. Alina sintió cómo el control se le escapaba, cómo su cuerpo respondía a él de una manera que jamás había experimentado. Su respiración se volvió errática cuando la mano de Viktor se deslizó con una posesión absoluta hasta su pecho desnudo, rozándolo con la suavidad de una caricia inicial, un roce que apenas anticipaba lo que estaba por venir.

Sus dedos comenzaron a trazar círculos lentos y calculados alrededor de su aureola, enviando oleadas de placer a través de su piel. Era una sensación nueva, abrumadora, algo que jamás había sentido en su vida. Su cuerpo reaccionó de manera instintiva, sin que su mente pudiera procesarlo, obligándola a arquearse hacia atrás. No pudo sostenerle la mirada; no por miedo, no por rechazo, sino porque su propia carne se rendía ante él. Cerró los ojos, y
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