—¡Jakky por Dios! No podemos hacer esto… —exclamó el mayor de los hermanos.
—¿Qué es lo que no podemos hacer? ¿Salvarte? ¿Salvar a la empresa? ¿De qué m****a estás hablando?—Jakky entiende…—¿Crees que no podemos? ¿Qué Darío no puede ayudarte?—No es eso y lo sabes —dio una vuelta alrededor de la mesa con una mano en la cintura y la otra corriendo por su pelo en franca desesperación.—¡Ilumíname! ¿Qué es lo que no entiendo según tú?—De mí se ocuparán los médicos… en su momento —miró al cielo clamando por paciencia—, y la empresa… ya veremos… resolveremos de alguna manera, buscaremos la grieta o la generaremos, delegaremos en alguien más.—Mi hijo está preparado para esto…—Tu hijo está enamorado… ¿vas a hacerle esto? ¿Vas a separarlo de Emma? Si tú no pudiste separarte de Amelia —agregó mirando a su cuñada, sentada, callada hecha un ovillo en un sillón—, ¿cómo piensas que él podría?Jakky enmudeció, él no podría siquiera respirar si AmeliaEse viernes Darío se despertó con Emma enredada en sus brazos, la calidez de su cuerpo era lo único que lo mantenía cuerdo en ese momento. ¿Cómo diablos iba a hacer para no perder la razón cuando no la tuviera? Era todavía un misterio que no contaba con resolver en lo inmediato, se deshizo de su abrazo, acomodó su cuerpo en la cama y la tapó con la manta y las sábanas. Deslizó su mechón rebelde tras la oreja. Recorrió con la punta de los dedos el contorno de su cara bajando por el cuello hasta el hombro para seguir por el brazo hasta atrapar su mano, lentamente. La llevó a su corazón y luego la besó. Un beso dulce, tierno, reverente, con toda la adoración que ella le inspiraba. Se calzó rápidamente el jean que quedó a medio abotonar, las medias y las zapatillas, pasó de un tirón por su cabeza la camiseta blanca. Antes de cerrar la puerta quedamente se volvió y la miró dormir una vez más, abrazada a la almohada fuertemente como si temiera caer. Y reconoció ese sentimiento en
Jakky enmudeció, él no podría siquiera respirar si Amelia no estuviera en su vida. Y lo sabía muy bien. Darío se detuvo en el umbral de la puerta, su cabello húmedo de la ducha reciente vestía un pantalón pijama y su últimamente siempre presente sonrisa. Acercó a sus labios la taza de café que había preparado para Emma y que todavía estaba muy caliente. Miró por sobre las volutas de vapor cómo su mujer dormía boca abajo, enredada en las sábanas, exponiendo solo para él, disfrutando de la vista de la delicada piel de su espalda, abrazada a la almohada. Como cada vez que la contemplaba, su corazón se desbocaba.Se impulsó del marco de la puerta y caminó lentamente hasta llegar a su lado. Dejó la taza sobre la mesa de noche y se inclinó para besar su hombro desnudo. Emma se movió apenas, acusando recibo del ti
Después de la cena y de una larga sobremesa, llena de curiosidades y anécdotas que Hakim compartió con todos, se despidieron y cada uno tomó rumbo a su habitación. Esta sería la última noche que los encontrara reunidos como familia en los meses por venir.Como cada vez que se quedaba en Brandsen, Malie preparó su habitación para dormir con Emma.Darío la acompañó de la mano hasta la puerta del dormitorio de su hermana y la besó con ternura.—Que descanses. Nos vemos mañana.—Sip —dijo Emma y bajó la mirada a la punta de sus pies.—Hey… ¿qué pasa amor? —preguntó elevando su rostro para perderse en su mirada.—Nada… no pasa nada.—Emma…—No sé si podré dormir sin ti —y lo miró con sus ojos anegados en lág
La última llamada a abordar sacudió a Emma de manera visible.La voz melodiosa y en perfecto inglés apagó todos los sonidos que la rodeaban, risas, conversaciones, gritos de niños corriendo alrededor. Todo se esfumó. Solo escuchó el anuncio de la inminente partida y el retumbar furioso y desbocado de su corazón que amenazaba con salirse de su pecho de un momento a otro. Las imágenes del entorno le llegaron distorsionadas, en cámara lenta. Se sentía flotar, más liviana, como si sus pies no estuvieran pegados al suelo, y pudiera salir volando desde allí mismo.Darío no estaba en mejores condiciones. Ver a Emma temblar terminó de arrugar su ya maltrecho corazón. Cuando la vio palidecer un poco más, sujetó la pequeña mano en la suya con más fuerza y pasó su brazo por los hombros, para de alguna manera sujetarla. No es que se tuv
“Este lunes es eterno” pensaba Darío mientras revisaba el cuarto informe del día con Sami, poniéndose a tono con cuanto pasaba en Azán Carpets.Si bien él recibía informes trimestrales, eran meramente el detalle de las resoluciones tomadas, de las ganancias generadas y del avance de los proyectos a nivel internacional. Ahora que adentrarse en cada negocio en particular era muy distinto. Con razón Hakim estaba tantas horas en la oficina, era un nunca acabar. Y gracias a Dios por Sami. No podría haber elegido mejor asistente jamás. Brillante, rápido, discreto, parecía tener ojos y oídos en todos lados. Y su lealtad hacia Hakim era inconmensurable.Miró en su teléfono móvil la hora, que mantenía el huso horario de Buenos Aires.¿Qué estaría haciendo Emma en ese momento? Veía los días pasar lentamente, y ya la
Emma llegó a su casa agotada, después de un día por demás extenuante, física y mentalmente.Tenían tanto que decir, tanto que compartir, que bien valía la pena dormir algunas horas menos, pero días como hoy, que para colmo de males era viernes, llegaba con la energía bajo mínimos.La noche anterior había hablado con Darío a través de Skype por horas, llenas de esas conversaciones de todo y nada, donde el tiempo volaba, y que mientras duraba, creaba una hermosa burbuja de aparente realidad, frágil y efímera como una pompa de jabón. Sentada en la cama, con las almohadas a su espalda y la cara de él en primer plano era casi, como tenerlo frente a ella. Solo que el frío que rozaba sus dedos al tocar la pantalla, no se parecía en nada a la calidez de su piel, no podía sentir en la palma de su mano, su barba crecida, su aliento no la emb
Tres meses más tarde, Darío estaba en su oficina como cada mañana desde muy temprano, la enormidad de información a procesar parecía crecer hora a hora, día a día.Apenas dos semanas atrás había muerto Hakim. No pudo viajar por obvias razones, no podía dejar Damasco porque si se iba, no contaba con tener la suficiente fuerza de voluntad para volver. Y ya no sería solo por Emma: cómo lidiar con la conmoción de sus padres y de sus hermanos. Todo junto sería difícil de manejar, no se sabía un cobarde, pero era un hombre que conocía sus limitaciones, y el dolor de quienes él amaba era una barrera infranqueable.Hizo lo que consideró correcto, mantenerse alejado para poder cumplir con su deber, autoimpuesto, pero deber, en fin.Lo único que lo consolaba era el saber que Hakim había vuelto a su hogar, a los seres que
La sala de reuniones parecía haberse reducido desde la última vez que la visitó. Sharam y su hija, no llegarían hasta dentro de media hora por lo menos, pero le era imposible quedarse en la oficina.Fue hasta la ventana, contempló la ciudad a sus pies. Y su pecho se hinchó de orgullo. Era una sensación un poco prematura, pero sentía que, si todo salía bien esa tarde, se sentiría en la cima del mundo.Le causaba miedo todo lo que le pasaba con Fátima, por nuevo, por repentino, por inesperado. Por inevitable.Los minutos pasaron, y su ansiedad iba en aumento. Si cerraba los ojos, podía ver su rostro con perfecta claridad. Casi que podía percibir la suavidad de su piel y todo su cuerpo vibró con ese solo pensamiento.Se auto reprendió por el hilo de sus pensamientos. Por Dios, estaba por encontrarse con ellos de un momento a otro y no podía permiti