GIANNA RICCI—Eso es lo único que me importa… —dijo Leonel besando mi cuello, acariciándolo con sus labios, disfrutando de la suavidad de mi piel mientras que sus manos levantaban mi blusón hasta las caderas—. Lo que en verdad deseo es el placer que solo tu timidez e inocencia me pueden dar, en el cuerpo en el que estés, no me importa.Me subió al tocador y posó sus manos en mis rodillas, abriendo mis piernas lentamente para él.—Esto es lo que quiero… —susurró en mi oído mientras yo volteaba el rostro, avergonzada por esa manera tan dominante en la que me tocaba—, y no hay manera de que pueda obtenerlo de otra mujer.Su lengua se retorció en mi cuello mientras su mano invadía una vez más mis bragas ya mojadas, acariciando insistentemente, hundiendo sus dedos entre cada pliegue y provocando suspiros entrecortados que liberaba contra su boca tan cerca de la mía.Se deshizo del otro tirante, dejando que el blusón cayera al suelo, desnudándome antes de llevarme a la cama.Apagó las luce
EVELYN VALENCIAAhora entendía por qué había reaccionado de esa forma al besarlo. Ese chico era mi hermano, bueno, hermano de este cuerpo.—No sé si te lo dijeron, pero sufrí una caída algo aparatosa y perdí la memoria… No es mi culpa que no recordara que eras mi hermano —dije mientras me veía al espejo, acomodándome el vestido.No me agradaba mucho el cuerpo de Evelyn, pero debía de admitir que tenía su encanto.—Deja de fingir, por lo menos frente a mí —dijo Christian detrás de mí en cuanto salió del probador. A petición de mi tía, lo había llevado a una buena tienda para comprarse ropa decente, pues era obvio que no tenía nada de marca o elegante. Era un desastre igual que su hermana—. Sé quién eres.Cuando volteé me sorprendí. Le había escogido un traje azul marino y una camisa blanca sin corbata, se veía atractivo y jovial. En un principio pensé quitarle ese arete de la oreja o mandarlo a la peluquería para que recortaran esos cabellos necios, pero… le daban un toque salvaje que
LEONEL ARZÚA—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Evelyn preocupada mientras me acomodaba el abrigo encima.—No será necesario, quédate con Alma y descansa. Espero no tardar. —Antes de explotar en ira, tomé su rostro entre mis manos y la besé. Era reconfortante sentir sus labios, con los ojos cerrados, imaginándome que era esa mujer de piel canela que me atrajo desde un principio.Salí de la casa iracundo, rechinando los dientes. Christian había prometido que cuidaría de Gianna mientras encontrábamos una solución. ¡¿Cómo era posible que se le hubiera escapado?! ¡Nada más me faltaba que él también estuviera ahí!Llegué al club repleto de jóvenes sin futuro y feromonas mezcladas con humo de tabaco entre otras porquerías. Me planté frente a los de seguridad y no tuve que decir ni una sola palabra para que me dejaran entrar.Me llevé una gran sorpresa cuando vi a Gianna sacudiéndose arriba de una mesa, rodeada de toda clase de depredadores, luciendo un vestido muy corto y entallado que su
EVELYN VALENCIANo pude dormir en toda la noche, me sorprendía la fuerza de voluntad de Leonel. ¿Qué no quería volver a tener el cuerpo de su mujer entre sus brazos? ¿Qué más daba que fuera yo quien estaba dentro de este cuerpo? Después de todo, puedo ser tan linda y tonta como Evelyn.Cuando el sol se asomó por la ventana, decidí hacer algo un poco más atrevido. Me quité el vestido y envolví mi cuerpo con la sábana. Salí de la habitación, desatando el asombro en cada persona del servicio. Llegué a la cocina y comencé a husmear. Tenía hambre. Encontré un plato de buñuelos y comencé a devorarlos. Estaban deliciosos.—Eso no es tuyo —dijo Leonel apareciendo de esa manera tan imponente y gallarda. Quitándome el plato de la mano.—Perdón… es que, tenía mucha hambre. No quise ser grosera… —Me chupé los dedos de manera sugestiva, pero no fue suficiente para despertar su interés.—Pídele a la encargada que te haga algo de comer y te vas… De preferencia, puedes ir comiendo en el camino —conte
MATÍAS ZANNIERMientras el caso de Gianna se resolvía y empezaba el de Evelyn, yo fui destinado a una de las cárceles de seguridad mínima. No podía creer que esas dos mujeres habían destruido mi vida y mi reputación en tan poco tiempo.Por suerte aquí adentro tenía protección pagada por mi propia firma.De pronto se acercó alguien que se me hizo muy conocido.—¿Zannier? —Era el padre de Evelyn, el señor Valencia—. ¿Qué te ocurrió? ¿Por qué estás aquí?—Por culpa de… la monja y tu hija —contesté con los dientes apretados.—¿Mi hija? —preguntó sorprendido—. Mi hija es la monja.—¿Qué? ¿De qué hablas?—¡La monja de ojos azules es mi hija!—No, te equivocas… Esa mujer se llama Gianna…—No, mi hija renació en el cuerpo de esa monja, ella murió al lanzarse de un edificio, ella…—¿De qué hablas? Eso es… —Por un momento preferí guardar silencio mientras recordaba a Gianna gritando a todo pulmón que ella era Evelyn. ¿Se había vuelto loca igual que este hombre?—Era ella, lo supe cuando hablamo
EVELYN VALENCIAPermanecí sentada frente al tocador, con un camisón y una bata de seda, le daba vueltas a todo lo que había ocurrido, cada vez me sentía más humillada y frustrada.—¿Puedo pasar? —preguntó Christian después de tocar la puerta. Limpié las lágrimas lo más rápido que podía y me levanté del taburete.—Sí, está bien…Entró con una taza de chocolate caliente y un par de pastillas. ¿Por qué no había dejado que la servidumbre me lo trajera?—¿Esa es tu pijama?Agaché la mirada y no encontré nada extraño en mi atuendo.—¿Te sientes cómoda con eso?Era sensual y me gustaba sentirme así.—Eso creo —contesté dando una vuelta, aun buscando qué era lo que había de malo con mi ropa para dormir.—¡Mujeres! —exclamó antes de salir de la habitación. Apenas me tomé las pastillas cuando regresó con una tela azul a cuadros bastante pachona—. Esto es mejor.Al desdoblarla me di cuenta de que era una de sus pijamas.—Póntela… es más cómoda.—Pero…—Anda, confía en mí. Te hará sentir mejor.
EVELYN VALENCIAMe levanté temprano y me puse uno de los vestidos que mi tía me había comprado en cuanto llegué a su casa. No era tan escandaloso y llamativo como la ropa que solía usar. Incluso tenía más tela. Me peiné y perfumé. Entonces me vi al espejo y la frustración me envenenó.¿Qué pretendía? ¿Verme linda para Christian? ¡Él solo vería a su hermana! Jamás se interesaría en mí, ¿cómo podría tener ganas de besarme o… algo más? Este era el cuerpo de su hermana, sería algo asqueroso.Arrojé el peine a la cama y, arrastrando los pies, abandoné mi habitación. No podía creer que lo conociera en estas circunstancias, pero es que sentía tan bonito cuando cuidaba de mí. Tenía que ser prudente y abrir los ojos, si él me procuraba era porque este era el cuerpo de su hermana, no porque yo le importara.Cuando llegué al recibidor, decidiendo si iría a desayunar o mejor daría una larga caminata para poner mis ideas en orden, una mano me tomó por el cuello con fuerza y me presionó contra la p
EVELYN VALENCIASalí corriendo de la casa y, temiendo de que pudieran atraparme, detuve un taxi cuando por fin llegué a la acera. En cuanto el auto se arrancó pude ver a Leonel y Christian corriendo hacia mí, pero era demasiado tarde.Le di al taxista la dirección de la mansión de Arzúa, con la esperanza de que Evelyn aún estaría ahí. Había cometido un error al intentar seducir a Leonel, lo admitía. Jamás me gustó la idea de meterme con hombres casados y después de las lecciones de bondad recibidas por Christian, quise hacer las cosas bien, si esta sería mi nueva vida entonces tal vez podría hacerla mejor que la anterior y tenía que empezar pidiendo disculpas.Cuando estábamos cerca de la propiedad, vi a Evelyn en los columpios del parque cercano. Le pedí al taxista que se detuviera abruptamente y le entregué el único billete que guardaba en mi botín. Salí corriendo sin saber si el pago había sido suficiente y cuando estuve a unos metros de Evelyn me detuve, mis pies se clavaron al pi