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Capítulo noventa y ocho

La mesa está puesta para dos, y  la habitación está decorada con heliconias.

— Has perdido mi flor favorita. No irás a proponerme matrimonio ¿Verdad?

Milo me mira como si yo fuese estúpida y me siento en realidad muy mal, es que se me ocurrió de un momento a otro, todo es tan romántico y especial que me dije que iba a hacerlo.

— Acabas de divorciarte — Me responde mirándome como si yo fuese una estúpida.

— Pero no era un matrimonio real, eso lo sabes, así que no veo el motivo para no hacerlo — Creo que soy de esas personas que cuando ha metido un pie en el barro, en lugar de buscar salirse, encuentra la forma de meter el otro.

— ¿De verdad quieres casarte? — Su pregunta me hace sentir mucho más estúpida de lo que ya me siento.

— ¿Tú no? — Su mirada de pánico me da la respuesta ¡Qué idiota!.

— Pensé que podríamos pasar una noche tranquilos y de paso celebrar tu divorcio — Tengo que prestar más atención a las señales — Y mañana pod

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