La semana siguiente no empezó de la mejor manera, para variar.Ya me había desacostumbrado la verdad.Para empezar, hoy no me siento muy bien. Los dolores de cabeza me están matando y ya no sé como hacer para poder ver la computadora sin que sienta la maldita presión en la parte de la frente. Ya van tres veces seguidas que tengo que parar, quitarme los lentes—los cuales me puse pensando que el dolor era la vista y así hacer un poco menos de esfuerzo—y frotarme los ojos.Intenté ponerme gotas cuando sentí que mis preciosos ojos se estaban disecando, funcionó un rato, pero ahora volvió a aparecer.Y eso me tiene harta. Es imposible que pueda concentrarme así.Por otro lado, Loan hoy ha tenido su día de descanso así que estuve sola toda la mañana con Max. Aunque en realidad él ni siquiera salió de la oficina después de que le pasé una llamada la cual terminó en gritos y muchas otras cosas que no vale mencionar ahora.En un principio quise ser gentil, e ir y preguntarle si necesitaba algo
—¿Cuanto tiempo estuviste en Boston?Hace ya una hora que vinimos a cenar. La verdad es que en el coche tenía un manojo de nervios ya casi doloroso, pero poco a poco, me fui sintiendo más cómoda. Ahora mismo estamos en un restaurante un poco alejado del Times Square. Está escondido dentro de unas calles rocosas y pintorescas, un estilo muy romántico... Solo que nosotros no venimos en ese modo.Pero aún así es cómodo, agradable. Me gustó apenas entramos.No es muy grande pero acogedor junto con sus luces tenues parecidas a las llamas de las velas. Hay pequeñas mesas rodeándonos y unas pocas personas ubicadas en ellas, así que eso le da mucha más intimidad a nuestra cena, de alguna forma. En un costado se encuentra una pequeña barra de madera y troncos, mientras que más al fondo hay mesas pero para más gente. Nosotros fuimos situados a un lugar un poco apartado. Uno de los dueños, creo, lo reconoció a Max enseguida entramos ,así que sin que podamos protestar el tipo nos estaba preparand
—Ponte esto. Te vas a resfriar.Loan me tiende un suéter bordo y lo tomo entre manos para después ponérmelo. Enseguida me da calor. Afuera hace un frío que te mueres, y lo siento mucho más después de haberme dado un baño caliente. Apenas me había acordado que había corrido bajo la lluvia.Si, tengo mucho que comentar acerca de la maravillosa regadera del baño de Max y el como me sentí en el paraíso, pero ahora no creo que sea el momento, ¿cierto?—Gracias—murmuro.Loan está frente a mi. Ambos en uno de los sofás más grandes de la sala. Me ha hecho un té también y depositó una pastilla tranquilizante al lado para que pueda descansar mejor. Al parecer hoy no volveré a mi departamento. O eso me ha dado a entender.Y siendo sincera, no sé si quiera volver. Por lo menos no está noche.Noto como está esperando para que empiece a hablar de una vez, así que tomo una respiración honda.—Loan, yo... —sacudo la cabeza. No pensé que iba a tener que contar esto—Cuando tenía diecinueve años, vivien
Recibí más de seis llamadas de parte de Loan. No le conteste ninguna.Estoy en viaje de nuevo al departamento de Max y sé que es tarde. Son alrededor de las ocho de la noche y seguramente Livia le ha dicho que me he ido. Sé que posiblemente me riña al respecto, y más aún cuando no atendí sus llamadas, pero necesitaba estar sola.Necesitaba procesar todo esto.Así que, una vez salí de mi departamento, me dirigí a un hotel que también se encuentra a unas calles de distancia de la empresa y renté una habitación por lo menos, para algunos días hasta que pueda conseguir un nuevo lugar donde vivir. Claramente no puedo volver al otro. Eso solo lo haría peor.Un escalofrío cubre todo mi cuerpo y debo encogerme en el asiento del taxi.Pasan alrededor de quince minutos hasta que el chófer frena.No doy un paso más hasta la sala cuando llego que me encuentro los ojos verdosos de mi amigo siendo teñidos por su preocupación y furia una vez entro al departamento. Y yo solo puedo apretar los labios.
Mierda.Mieeeeerda. Soy consciente de que me ha hablado. Lo soy, de verdad. Pero la vista que estoy teniendo ahora mismo no me deja concentrarme.Esta frente a mi y mis ojos divisan cada diminuta parte de su definido cuerpo. Todo en él esta tan... Jodidamente bien. Siento mi respiración irregular cuando recorro sus pectorales bronceados, para luego seguir con sus abdominales y terminar en...No. Carajo. Estoy siendo una maldita bola de hormonas.Parezco una cría que está viendo un cuerpo varonil por primera vez. He visto muchisimos en mi corta vida pero el del hombre que tengo delante mío me llama más que cualquier otro.Tampoco es que he tenido bastante tiempo estos últimos años para fijarme en un hombre. ¿Está bien justificar mi repentina marea de hormonas con eso?Sacudo la cabeza. Necesito concentrarme antes de que me vea como una completa imbécil. Ya empiezo a sentir calor en zonas para nada cómodas.—Yo... Lo siento—tartamudeo. Aferro la bata a mi cuerpo en un intento de cubrir
Mi respiración está fallando.Apenas puedo controlar mis manos temblorosas.Loan me ha quitado el ramo de rosas y las dejo a un costado de mi escritorio, sin embargo, no puedo tranquilizarme. Esto no debería estar pasando.Él está tan cerca mío que aterra. No se deja ver pero reparte sus rastros por todos lados. Sabe donde buscarme, sabe donde puede acabar conmigo si quisiera y no lo está haciendo. No quiero preguntarme el porqué. ¿A qué espera tanto?¿Este sera su juego hasta que se aburra y vaya directo a la caza?¿A por mi?Cierro mis parpados, intentando volver a tener el control sobre mi. Me cuesta. Esto me está matando lentamente. Está acabando conmigo. Con lo que soy. Con lo que intenté dejar atrás hace mucho tiempo.—No puedes seguir aquí—determina Loan.Lo miro frunciendo el ceño.—¿Qué?—Tienes que irte.—Loan, no puedo...—Si. Si puedes—asiente. Está pensativo y se pasa las manos por su cabello—Y lo harás. Tienes que esconderte, Samantha. Saben absolutamente todo de ti.Mi pu
Las semanas siguientes pasan sin ningún tipo de inconveniente.No hubo más cartas inesperadas, no hubo regalo de flores ni mensajes extraños. Todo transcurrió sin problema, y una parte de mi se alegra de ello. Todavía no me olvido de mi ataque de aquel día. Al parecer nadie más toco el tema y Max tampoco me ha vuelto a preguntar, pero sé que solo lo hacen para no incomodarme. Lo hacen porque saben que es un tema dificil de dirigir para mi.Y eso ayudó a que pudiera relajarme. A no sentir que me estaba ahogando.Suelto un suspiro sonoro cuando dejo las bolsas de la compra sobre la mesada de la cocina de mi nuevo departamento.Luego de que salí de la empresa con Jess el día que ataque a Valentin, nos reunimos con su conocida y pudo mostrarme el apartamento ese mismo día. No tardé mucho en quedar encantada con el lugar. Y ella no tardó mucho en rentarmelo. Al parecer quería tener alguien aquí antes de irse a vivir con su esposo a California.Jess estaba entusiasmada cuando acepté su ofer
—¡Debí pedirlo en un talle más!Me giro para ver a Jess luchando para que el cierre de su vestido rosa claro cierre por completo. Suelto una pequeña carcajada mientras me acerco por detrás y mi reflejo se encuentra con la suya en el espejo. Entonces tomo el pequeño objeto y lo subo para que le termine de ajustar la parte del pecho.Es un vestido sencillo aunque va perfectamente con ella. Lleva encaje en la parte de arriba de la prenda, con escote poco pronunciado y sin mangas, dejando así que su cuello luzca un hermoso collar dorado delicado cayendo contra su piel bronceada.Está hermosa y creo que ya se lo he dicho más de una vez. Jess tiene la excelente habilidad de hacer que todo le quede bien. Y cuando digo todo, es también pensar en ese pijama de Mickey que tenemos guardado en nuestros cajones de ropa de preparatoria.Bueno, pues a ella le queda igual de bien y sensual. A mi, por el contrario, no hace ese efecto. Al contrario. Parezco de preescolar.—Deja de quejarte. Te sienta b