—¿Crees que ya estén bien? —preguntó Dome, estaba visiblemente angustiada.—Deberías preguntarle a Gale… —respondió Brice, pero luego de decirlo, se dio cuenta que había sonado rencoroso.—¡Tampoco necesitas decirlo así!—¡Lo sé! No fue con mala intención… Estoy preocupado por nosotros y por Galah, no creas que tengo tiempo para pensar en algo más… —lo volvía a hacer, era como una avalancha verbal, como una pataleta de niño malcriado.—¡Puff, pero claro! Bravo por ti, Brice… ¡Lo demuestras a la perfección!—Y bien… ¿Qué te molesta tanto?—Tu actitud… ¡Parece que sintieras celos!—¡Estás equivocada! No siento más que interés por saber si nuestros amigos están bien… lo tuyo con Gale me tiene sin cuidado.—Bien… hablaré con el que sí se interesa por mí… —dijo y se fue enojada al otro lado del pequeño cuarto al que se habían metido para ocultarse. Brice no quería hablarle así, pero no se podía contener.—¡Dome, perdona! —la chica solo le hizo una mueca, sacó de su bolsillo la tablet que e
—¡Corre! —susurró Brice, mirando pocas veces hacia atrás, solo lo justo para no caer mientras iban escapando de los Safers que estaban haciendo el barrido acompañados por los Diggers.—¡Ya no puedo más! —contestó Dome, llevaban horas sin comer, ya había anochecido nuevamente, pero no se imaginaron que los Safer estarían en la zona otra vez. El auto de Gale se tuvo que dar la vuelta y les pidió que se escondieran y trataran de sobrevivir mientras hacía unos arreglos para sacarlos de otra manera.—¡Dome, por favor, corre! —dijo regresando por ella para tomarla de la mano. Él la entendía, estaba desesperanzada, lo había notado desde la habitación en la que habían estado las últimas horas. También se había llenado de temores, y eso lo comprendía de igual manera, por eso aunque quería tirarse al suelo y derrotarse porque ya daba todo por perdido; necesitaba pensar positivo.—¿Hacia dónde vamos?—Cuando salimos la primera vez para ver la zona y escoger un lugar, encontré una especie de alti
—Sr. Alcott, lo esperan en la sala de reuniones—. Indicó Pryor, entrando en la sala de la computadora principal.—¿Ahora?—¡Sí! Y dijeron que no quieren retrasos.—¡Maldición! ¿Crees que se han dado cuenta?—¡No lo sé, Señor! Hemos sido muy cuidadosos con nuestras incursiones en la Hive… ¿Les digo que se presentará?—¡No, yo iré! Quédate aquí y ayúdalos… Han encendido el GPS, no pueden encontrarlos los Phantoms, reduce la señal y mimetízala con las que emiten los Troockers que están haciendo guardia a los alrededores. Ya tracé la ruta para que se las puedas enviar, pero debes avisarles que no pueden moverse de otra forma que no sea el itinerario que les acabas de enviar, van a tardar bastante tiempo en llegar a la casa segura que he preparado para ellos. Ahí deberán esperar por el auto.—¡Entendido, Sr. Alcott! —los dedos del androide empezaron a volar por el cristal del computador, entre el teclado y las pantallas, iba transformando poco a poco la señal que emitía el GPS.Gale tragó
Brice y Dome se habían metido dentro de un auto, las lunas eran polarizadas y tenía unas llantas altas. Desde ahí observaban el movimiento, los Safers a lo lejos, pues se veían las luces de sus exoesqueletos; llevaban una noche más sin tener buena comida, agua o una ducha. Se sentían realmente exhaustos, pero se miraban y el estar juntos los hacía renovar energías, esa incursión peligrosa y sangrienta que estaban viviendo los iba uniendo con cada hora que pasaba. Descansaban abrazados, siempre estaban tomados de la mano, se daban caricias para levantar los ánimos. Estaban totalmente claros que no era momento para romance, pero esas muestras de afecto los consolaban, porque ya no estaban seguros de si saldrían con vida. Tenían moretones, golpes, la ropa desgarrada en algunas partes, la rebelión no los estaba tratando bien.—Brice… ¡Brice! —susurró alarmada —Se están moviendo—. Él estaba acostado y se había dormido por unos minutos mientras Dome tomaba la guardia. Llevaban un día enter
La casa segura de la Zona Nula, era como el almacén abandonado, todo viejo y destartalado; fue lo primero que pensaron al entrar por las grandes puertas. Sin embargo, Gale les había dicho que debían bajar al búnker que se encontraba en los pisos inferiores.—¿Crees que este es el camino? —preguntó Dome.—Según el lay out de este viejo almacén, en ese lado de allá debería estar el ascensor de carga—. Comentó señalando un pasadizo hacia la izquierda.—Entendido…, solo espero que ese lugar tenga una ducha y camas; no importa si son incómodas, pero que sean camas.—¡Dios te oiga! —comentó Brice y ambos rieron —¿tienes hambre?—Un poco… ¿crees que haya algo de comer ahí?—Si tenemos suerte serán no perecibles.—Bueno…, aquí qué debemos hacer —dijo Dome entrando al ascensor de carga y mirando el tablero.—Debemos abrir esto—, indicó jalando la cubierta del viejo tablero como una puerta para que la chica pueda usar la pantalla que estaba detrás —y ahora ingresar el código… 99219161… eso debe
—¿Le han llevado lo que pidió? —preguntó una joven vestida de blusa celeste pastel y falda entubada color gris.—No, aún no hemos atendido ese pedido —comentó un joven detrás de la barra del almacén.—¿Por qué no? Al Nieminen nunca se le hace esperar… Ya lo ha dicho el Sr. Keller —comentó la chica escandalizada y nerviosa.—¡Srta. Freites, buenos días! ¿En qué la puedo ayudar? —menciona un hombre pequeño con poco cabello canoso.—¡Sr. Migs…, no han llevado la lista de Nieminen! —repite ansiosa —¡Buenos días, disculpe mis modales!—¿Cuándo llegó? —preguntó inquieto el hombrecillo.—¡Tiene dos días aquí! Me alertó Prystine… Lo mandaré en 15 minutos a recoger todo, tengan listo el cargamento para que pueda llevarlo al laboratorio.—¿El Sr. Nieminen estará ahí? —consultó el hombre.—Él siempre está ahí, Sr. Migs… Por favor, no se retrase otra vez, indíquele al ayudante que cuando vea ese apellido en cualquier orden o guía debe armar de forma inmediata el pedido y colocarlo en el riel para
Llegó de la mano de Keller padre, una de las últimas veces que se le vio por ese lugar, eso fue poco antes del incidente. Era pequeño, delgado y asustadizo, no tendría más de 10 años, y tampoco parecía un mendigo o alguien de la calle; estaba bien vestido y llevaba un juguete extraño, pero moderno. Rosen, hijo del magnate, se lo quedó mirando mientras lo hacía caminar por las instalaciones, jamás lo había visto con niños y menos mostrando el trabajo de su vida. Ni siquiera lo había llevado de pequeño a los laboratorios de investigación.—¿Te gusta el lugar? —preguntó con un tono amable que nadie había escuchado antes, hasta Rosen sintió curiosidad, sin embargo permaneció a distancia.—¡N-no lo sé!—Tenemos muchas máquinas aquí; computadoras, impresoras 3D, cámaras moleculares de reparación… entre otras cosas; siento que te gustaría mucho estar aquí —el niño asintió tímidamente, se veía asustado.—¿S-Sr. Keller? ¿Mi padre vendrá después? —no obtuvo respuesta, en su lugar le soltó la ma
Se despertó con el corazón acelerado, era el segundo sueño que siempre lo perseguía por las noches, ya sabía cómo era al final, pero le parecía como inventado. Lo cierto es que le sonaba a comercial de waffles o de jugos para el desayuno; sin embargo, como deseaba que hubiera sido cierto, estar con su familia y disfrutar un momento más de ellos.—Tus ondas Theta ligadas al estado REM se están viendo alteradas últimamente—. Comentó Valgyum mientras le colocaba los adhesivos en la frente y el pecho.—¿Qué quiere decir eso? —preguntó el niño, no pasaría de los 13 años.—Quiere decir que tu memoria está cambiando, puede ser algo subconsciente o relacionado a las pesadillas que me mencionaste la otra vez.—¡No lo sé! Yo me siento igual que siempre, no tengo pesadillas… Tengo un sueño recurrente, uno en el que unos hombres entran a una especie de avión y atacan a mi familia…—Entiendo… ¿Algún otro sueño más?—No…, solo ese, es muy real…, pero Ke… padre, mencionó que yo estaba desmayado cuan