CAPÍTULO 4
Imposible no tenerlo en un pedestal y ahora estar en el mismo coche que él, en silencio en el interior, pero por fuera, una fuerte lluvia que pretende romper las ventanillas.Nunca me hubiera imaginado en esta situación. Quería entrar en el museo para verlo en una entrevista y ahora estaba aquí ¡¡en el mismo auto que él!!Bueno basta. Era todo hermoso lo que estaba viviendo, pero sinceramente quedar en silencio con él no era lo más cómodo. Era medio raro el ambiente.—Así que tengo cara de ser una persona soberbia —me dice, acariciando el volante con sus largos y gruesos dedos. Me sorprende lo pálidos que son.Madre mía, se acuerda de lo que le he dicho. No sé se gritar de la alegría o hacerme chiquita en mi asiento.—Bueno, sí. No le has dicho nada a tu amigo cuando me gritó en el museo —me explico con pausa —. Así que sí, eres alguien soberbio.—Era mi representante —responde en seco.—Ya sea tu tía o tu representante, hubiera sido genial que le dijeras que no me grite.—Bien, sí. Tienes razón.—Me sorprende que me recordaras —miro los bordes de mi corto pantalón y quito una pelusa imaginaria con mis dedos.—No es fácil de olvidar a un duende de ojos enormes —reprime una risa.Levanto la mirada de manera brusca y lo miro.—Mira, me he comido hace dos minutos que me llamaran de la misma forma y no voy a tolerar que un soberbio como tú me diga lo mismo —alzo la voz y eso hace que él se quite las gafas oscuras para dejarlas encima de su cabeza.Levanta las manos en señal de disculpas.—Bien, bien. Tienes razón —se encoje de hombros —, pero ¿qué te pasó?Suspiro. Contarle un inconveniente al actor del cual estoy enamorada hace años es algo muy fuerte. —Me han rebotado de un trabajo. Quise que me tomaran una entrevista para trabajar como mesera en ese café —señalo con la cabeza al edificio —, pero me han dicho que parezco menor de edad como para que me contraten.—Y…tienes pinta de ser una cría —deduce observándome detenidamente.—Me alegra saber que Kim Seon Ho me ha dicho enana —pongo los ojos en blanco.La lluvia se intensifica. He quedado tan empapada que la ropa mojada se me ha pegado en la piel y el frio que hace es terrible debido a que bajó la temperatura.Kim se inclina hacia mí para agarrar algo en los asientos de atrás. Me tiende una cazadora de cuero roja.—Estás desabrigada. Toma —me dice, en tono serio y demostrándome que es en vano que me niegue a hacerlo.Miro la chaqueta y luego a él, quien me observa con esos intensos ojos negros. La tomo con cuidado y la coloco encima de mis hombros. Es enorme. Su espalda es enorme.Todo en él es grande y fuerte.—Gracias —murmuro, tímida.Por dentro soy una chiquilla que baila y salta, pero por fuera, soy la persona más tímida e insegura del mundo.—¿Esa es tu bicicleta? —me pregunta, mirando como esta se empapa.—Sí.—¿Tienes la llave del candado? Vamos a subirla al coche. Te llevaré a casa. A menos que tengas otro plan —me ofrece, cordialmente.Que alguien me pellizque porque literalmente parece un sueño. Saco la llave de mi bolso y se la doy. Le da curiosidad el pequeño corazón que cuelga de él.—Pero vas a mojarte.—Lo valdrá —responde y sale del auto, cerrando la puerta con fuerza. Entonces lo observo rodear el coche. Es como si sucediera en cámara lenta. La lluvia difumina su imagen. Lleva una camisa blanca que se le pega al cuerpo debido al agua. Tanto los músculos de su brazo y su abdomen se ven corrompidos por la tela blanca que se vuelve transparente.Sacude su cabeza para quitar todo exceso de agua en su cabello negro mientras se agacha y así, desencadenar mi bicicleta. La cual envidio porque la carga entre sus manos como si no pesara y corre hacia la parte trasera del auto que no tarda en abrir.Abre la cajuela y mete la bicicleta a presión. La cierra y corre nuevamente hacia el asiento del conductor abriendo rápidamente la puerta.Entra todo empapado y agitado.—Lluvia de porquería—masculla para sí mismo, viendo lo mojado que ha quedado.Kim se despega la tela de la camisa abotonada con la punta de los dedos. Pero se detiene y levanta ligeramente los ojos hacia donde estoy yo, de reojo.Desvío la mirada hacia el frente al darme cuenta que lo estoy mirando de más.—¿A dónde vives?—me pregunta.—A cinco manzanas de aquí—le respondo—. Pero realmente no es necesario que me lleves. En serio no quiero molestarlo.—¿Molestarme? He subido tu bicicleta a mi coche y me he empapado ¿y dices que ahora ya no es necesario? Vamos entonces a esas cinco manzanas de aquí—me responde, irónico.Enciende el coche y este ruge. En cuestión de segundos salimos tranquilamente alejándonos del café. No podía dejar de mirarlo cada vez que tenía la oportunidad. Kim era un chico tan apuesto y callado que asustaba porque sentía que no estaba dentro de sus parámetros como mujer. Así de chiquita me sentía a su lado. En otras palabras, él hacía lucir todas mis inseguridades y eso me puso algo triste.—Así que estás buscando trabajo.Se me infla el pecho de emoción al notar que está intentando sacar un tema de conversación. —Sí. Tengo cosas que pagar y estoy estudiando en una universidad pública—le cuento—. Me gustaría tener mis cosas sin depender de mi madre.—¿No tienes padre?—me pregunta sin tacto alguno.Niego con la cabeza, apoyando mi mentón sobre la palma de mi mano mientras veo la lluvia golpetear la ventana.—No.No digo nada más. No me interesa. No me importa. Y en un momento tan importante como este en donde estoy compartiendo el mismo aire que Kim en lo que menos quiero pensar es en mi padre.Le agradezco que no quiera seguir tocando el tema. Decide encender el volumen de su estéreo. Suena una de mis canciones favoritas de Imagine Dragons: Not Today.Entonces los rumores de que él también es fanático de esa banda es cierto. Las noticias de la página web en su honor no mentían: Kim adora Imagine Dragons.Llegamos finalmente a la manzana número cinco. Le indico que es a la vuelta y aparca el coche frente a mi edificio. Se detiene pausadamente y me mira.—Estoy buscando una asistente. Si te interesa te doy mi tarjeta—saca una de sus tarjetas dentro de un compartimiento pequeño en frente de mi asiento y disimulo que estoy oliendo su aroma a perfume mezclada con la humedad de la lluvia—. Ten cuidado donde dejas la tarjeta. No quiero que nadie que no sea tú me envíe mensajes. Ya han filtrado mi número más de tres veces y es agotador cambiarlo.Asiento como una niña que está siendo educada por alguien. En cuanto tomo la tarjeta, roso inocentemente mis dedos con los suyos. Finjo que lo hago de manera accidental.Pero no hay inocencia de mi parte cuando se trata de Kim Seon Ho.+++
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CAPÍTULO 5. Observo detenidamente mi tarjeta una vez en la habitación de mi residencia. Me he tomado la molestia de, después de ducharme, sentarme en la cama y observar el papel grueso en donde su nombre estaba hecho con un relieve dorado en letra cursiva. No podía creer hasta dónde había llegado a tener contacto con él. Es como si Dios me hubiera mirado por primera vez y hubiera soltado “esta culera quiere al coreano ese, vamos a bendecirla” y procedió a escupirme en la cara. La lluvia no paraba y empezaba a hacer frio. Envolví mi cuerpo con una manta mientras apreciaba el nombre de Kim. No sabía si llamarlo ahora mismo o hacerlo después. Si lo hacía ahora quizás quedaba como una desesperada, pero si lo hacía luego corría el riesgo de que alguien más ocupe aquel puesto que me ofrecía. El trabajo de mis sueños se unía al chico de mis sueños. De pronto mi soledad se ve interrumpida cuando Gaby entra agarrado de la mano con una chica alta y morena de rizos definidos. Se produce al
CAPÍTULO 6 KIM SEON HO. Una vez que queda a solas, siente que puede respirar sin que nadie le indique cómo hacerlo. Sale de su despacho y camina mientras se quita la ropa hacia uno de los baños de su apartamento. Le grita a su comunicador automático instalado en la casa que prenda la música y que haga sonar la canción de Imagine Dragons: Not today. ¿Cómo es posible que dos personas al mismo tiempo estén sincronizados a través de la música? ¿Cómo el corazón de alguien puede estar tan conectado al de la otra persona? Puede que uno intente idealizar a estas dos personas que son polos opuestos, pero Kim estaba seguro de lo increíble que era aquella chica llamada...¿en algún momento le había dicho su nombre? Ni siquiera había tenido oportunidad de decírselo. Ella lo conocía a él pero no él a ella. Si se lo había dicho quizás ya no lo recordaba o se le había pasado por alto. Kim llega finalmente al baño, completamente desnudo y en cuanto la tina se carga con agua tibia se sumerge poco
CAPÍTULO 7 Una de las cosas que nadie te dice es cómo calmar tu ansiedad, que a veces, se confunde con nerviosismo o ataque de pánico. Manos sudorosas, un pie que se mueve al ritmo de tus palpitaciones contra el suelo de un ascensor y un picor extraño en la nuca. No podía diferencias esos tres estados que sufría el ser humano. Me veía reflejado en los tres espejos de las paredes. Observaba todas mis imperfecciones. Había algunos vellos de las cejas que no debían estar allí. Tuve que haber prestado más atención en eso. Abro la boca y aprieto los dientes, mirándolos. Los he lavado infinidad de veces, pero aun así siento que están algo amarillos. Debo parar con el café o terminaran pudriéndose. Me siento bonita, o así me sentía cuando me miré en el espejo de la habitación. Camino de un lado al otro hasta que finalmente llego a su piso. El ascensor se detiene y el corazón empieza a latirme con fuerza. Las puertas se abren y salgo directamente a un pasillo, chocando ante una pared que
PARTE 2. Kim se la queda viendo como si se tratara de una extraña. Aquel gesto me hace sonreír por dentro. No lo conozco en su totalidad, sólo me he creado una imagen idealizada de él, pero nadie puede negarme que no le agrada esa chica. Ni siquiera sé de dónde salió. Mi lucha mental era saber qué ocurría entre ellos dos, qué los unía y a la vez, ver la belleza de ese hombre que me triplicaba la estatura y de tamaño por lo musculoso que era. Me gustaba como se había enrollado las mangas de la camisa negra a la altura de los codos y estaba fuera de la cintura de su pantalón del mismo color para dar un aire despreocupado. Su cabello, el cual combinaban con su vestimenta estaba sutilmente despeinado. —Pasa por favor —me invita Kim, haciéndose a un costado para permitirme el paso. Sumisamente con mis manos sobre mi vientre paso sin mirar a la chica. Siento sus ojos clavados en mi nuca. —Siéntate en el sofá. En seguida regreso —me dice él, tranquilo pero tenso a la vez. Sale al p
CAPÍTULO 8 SKY KING —Y eso es todo —finaliza Kim tras cerrar si agenda y dármela —. Señorita King, le estoy dando algo muy peligroso, dejándolo en sus manos. Sé que estará a la altura de esta situación y podrá ser una mujer responsable como para no perder esta agenda con números importantes. —Lo sé —musito en un susurro, intentando no olvidarme nada —. En caso de que haga las cosas mal, por favor, no dude en decírmelo o lo solucionaré. —Recordaré que estás aprendiendo, no te preocupes. Me gustaba la seguridad y la confianza que me daba. Como si realmente comprendiera mi temor a arruinarlo todo. Kim se pone de pie, aclarándose la garganta. Oh, esa es una señal de que debo irme. —Tienes instrucciones de qué decir para ciertos productores y otras cosas para otros. Te he anotado algunas cosas que debes saber. Te daré una semana para acomodarte a todo y la próxima ya empezaras a trabajar como mi asistente. Esta semana deberás mudarte al edificio. Me quedo echa piedra. —¿Aquí?¿Al
Parte 2 Uno de los botones del edificio tuvo la gentiliza de ayudarme a subir mis maletas y algunas cajas. No tenía mucho. Muebles tampoco. Todo lo que tenía estaba en la casa de mi madre, la cual no sabía que me había mudado de la residencia porque había apostado a un nuevo trabajo que me ofrecía una mejor calidad de vida. Obviamente iba a continuar con mis estudios, pero priorizar mi trabajo era lo que más me importaba. Supe que mi vida estaba dando un giro cuando finalmente abrí la puerta de mi nuevo apartamento y me quedé quieta, congelada, observando detenidamente cada detalle. Era similar al apartamento de Kim pero no con la vista panorámica, pero no me quejaba del super ventanal con vista a la ciudad y los diversos edificios. Incluso tenía vista al parque Central Park. —Señorita ¿necesita algo más? —me pregunta el muchacho, dejando la última caja en el suelo de la entrada del pasillo. Niego con la cabeza con una sonrisa en la cara. —No, muchas gracias. El chico asiente
CAPÍTULO 9 Aquella noche soñé que lo hacíamos. Y lo digo de esa manera porque la otra palabra que lo especifica y define me parece demasiado fuerte. En cambio “hacerlo” era más sutil y misterioso. Era algo que se hacía de a dos, en cambio, si decía la palabra sexo, parecía ser algo más individual. Y por supuesto que no fue para nada individual. Porque estábamos los dos allí, dispuestos a desgarrarnos la ropa. Claramente no era mi única fantasía sexual en donde Kim era el protagonista, amo y señor. Yo me dejaba llevar por sus caricias. Si bien siempre había fantasiado conque él fuera el primer hombre en tomarme (cosa que lo veía imposible porque era un actor que sólo veía en planos favorables en mi televisor) ahora, que sabía cómo era en vivo y en directo, en carne y hueso, sus planos y perfiles, había tomado información suficiente como para que mis fantasías se vean mucho más reales. En conclusión, estaba enferma alimentándome de ilusiones. Así que, para acallar las ilusione
CAPÍTULO 10 Kim Seon Ho. Estaba cabreado a más no poder. Sabía que había sido ella y tenía múltiples pensamientos que derivaban a sus razones. Eun-ji tenía más de una razón para hacerlo. Una de ellas era para marcar territorio. La conocía. Sabía lo competitiva que era y supo que su posición con él corría peligro en cuanto la vio a Sky en el pasillo. —¿Estás seguro que fue ella? —le preguntó su representante, quien aún seguía en su recamara —. Digo, Eun-ji es una persona amistosa, amigable. Dudo que ella... —Fue ella, Jonathan —aseguró Kim, sin dar espacio a una respuesta que dijera lo contrario. La seriedad del joven dejó mudo a su representante. Este asiento, levantando las manos en señal de rendición. —Bueno, sí fue ella, estamos en un puto problema porque tu reputación de galán está bailando en un acantilado como la protagonista de Trust, Alia Mcgregor. —No voy a perder a mi club de fans por estar comprometido. Es ridículo. —No lo digo yo, lo dicen las estadísticas de act