CAPÍTULO 3
Si cuando lo vi en la pantalla me había enamorado de su manera de actuar, de sentir y expresarse, sin contar lo hermoso y perfecto que era, cuando lo vi en persona, todas esas cualidades se multiplicaron, llegando a lo más alto de la cúspide.
Fue como si sucediera en cámara lenta. Pero, yo quería que sucediera de esa forma para guardarme aquel instante como un pequeño regalo en todo mi tormento de vida.
Quizás suene exagerado, pero quizás necesitan algo de empatía para comprender lo que significaba para mí ese momento.
Un momento único en donde él, de forma distraída él al caminar topó sus ojos con los míos. De esos ojos oscuros no me es fácil olvidar. Y supongo que sintió la misma chispa cuando vio mis ojos café.
Tenía las manos en el bolsillo, despreocupado. Llevaba una camisa abotonada debajo de su chaqueta oscura, el cabello oscuro desprolijo pero para nada despeinado porque así era su postura ante todos. Lucir despreocupado y a la vez, ser la persona más atractiva que ha nacido en este planeta.
Kim me miró de arriba abajo, extrañado por mi presencia. Entonces recordé que la intrusa era yo con una posición extraña porque estaba sujetando el picaporte de una puerta que no podía abrir.
—¡Oye tú!—me gritó el sujeto que estaba a su lado—¿Qué haces aquí?¡Vete, no debes estar aquí!
Solté la puerta, quedándome paralizada. Kim simplemente se me quedó viendo pero tampoco hizo nada como para impedir el griterío.
—Trabajo aquí, señor—le miento—. Estoy buscando algo. Ya me voy—sigo forcejeando inútilmente la puerta.
—Muéstreme su identificación—insiste al verme no tan convencida.
Busco los ojos de Kim que simplemente me ignoran y me da una pequeña puntada de decepción. Me sorprende lo frío que es. Tuerzo el gesto.
—Mejor me voy —sonrió débilmente—. Que hermoso fue verte en persona, lastima tu cara tan soberbia.
Entonces mis palabras parecen ofenderlo y tomarlo por sorpresa a la vez.
—¿Disculpe?¿Qué ha dicho?
Que se dirija a mi hace que mi adolescente interior salte, chille, se tropiece y caiga en un barranco porque fue demasiado distraída como para verlo.
Y sin decirle nada, le hago una luchita de quien pestañea ultimo y decido dar la vuelta para irme.
—Llamen a seguridad.
Aquellas palabras me impulsan a caminar un poco más rápido. El pasillo se me hace eterno hasta que llego a la puerta del callejón y salgo finalmente corriendo.
Nadie me quita la felicidad que he sentido por vivir aquel momento.
***
Al día siguiente lo único en lo que pensaba era en él. En las películas y series que había realizado siempre se lo mostraba como a alguien súper simpático y divertido. Me chocó bastante que en persona fuera una nevera andante caminando entre simples mortales.
Su forma de mirarme como si fuese un extraterrestre o incluso su manera de ver toda la situación tensa en donde podrían haberme llevado a prisión por meterme ilegalmente en un museo, me hizo dar cuenta que ni el peligro en el que me estaba metiendo pudieron hacerlo reaccionar.
El Kim que había idealizado hubiese regañado al sujeto que lo acompañaba, me hubiese dado un chocolate y arrodillado para proponerme matrimonio ahí mismo.
Un final feliz a lo Sky King que sólo vivía en mi memoria.
Salgo de mi clase de español 1 colocándome los cascos, pero la presencia pronta de Gaby me impide hacerlo y volver a colgarlos en mi cuello. Caminamos por el pasillo de la planta baja de la universidad.
—Cada vez el análisis morfológico y sintáctico de las palabras son más complicados —me dice Gaby, con cierta frustración que intenta tapar con su buen humor.
—Tengo demasiado que estudiar y sinceramente esa materia es la que más me está costando.
—Deberíamos prepararla juntos ¿qué te parece si esta noche nos ponemos las pilas y lo hacemos?
—Me gusta esa idea —le sonrío, sujetando mis libros contra mis pechos.
No quiero malinterpretar las cosas, pero no sé diferenciar cuando una persona te está coqueteando o sólo está siendo amable contigo. Es muy difícil identificarlo en hombres.
—Podemos pedir una pizza. Pago yo, tonta —me dice al ver mi cara de indecisión.
—Espero que sea sólo por esta noche porque hoy a la tarde pienso ir a buscar trabajo para poder mantenerme. Tengo libros que comprar para las materias, leer desde mi ordenaron me quema los ojos y la comida de la universidad no es muy buena que digamos.
—Por lo que escuche, están buscando a una chica para la cafetería de la vuelta a la que siempre vamos.
—¿Sí? —frunzo el ceño tras intentar hacer memoria y darme cuenta que no he visto ningún cartel —. Tengo experiencia con atención al cliente. Mi madre antes de casarse con un hombre rico tenía su propia cafetería en Oregón.
—Entonces si tienes una carta breve de presentación contando tu experiencia puede que te tomen. No pierdes nada acercándote al sitio.
Y lo hice. Tomé mi bicicleta y con mi casco rosa puesto pedaleé hasta el sitio a donde Gaby me había dicho que fuera. Si me aceptaban como nueva empleada, rogaba que sus horarios no chocaran contra los de la universidad. Creo que ese es el peor temor de un estudiante.
Pedaleando por una de las calles más transitadas de New York, llegué al café Mi cielo.
Me reí por la ironía de mi nombre y el nombre del sitio. Aparqué mi bicicleta y miré las nubes aproximándose en lo más alto de los edificios. Una tormenta.
Iba a llover.
Hice una mueca. No me gustaban los días de lluvia. Me encantaba cuando estaba soleado y con una temperatura adecuada como para llevar un vestido y un suéter. Como tanto me gustaba usar.
Y ahora que veía la lluvia cercana, me arrepentía de lo que llevaba puesto: unos shorts cortos, una chaqueta de jeans agua, una playera blanca debajo y unas sandalias floreadas.
En conclusión: me iba a morir congelada en un par de horas.
Le coloco la cadena a mi bicicleta y entro al sitio, que, para mi sorpresa, está atascada de gente pidiendo café, charlando animadamente casi a los gritos y las camareras que no dan abasto.
Huele a café (obviamente) y panecillos recién sacados del horno. Con mis manos en el morral de mi pequeño bolso de cuero falso, busco con la mirada a alguien que tenga pinta de encargado.
—¿Señorita? ¿Busca a alguien en específico? —se acerca una chica de estatura más baja que la mía.
Lleva una cofia en la cabeza de color verde oscuro y un delantal donde guarda alguna que otra cosa para atender las mesas. Si me aceptan eso será mi uniforme y no me gusta para nada.
Pero no estoy en plan de juzgar. Necesito el dinero.
—Quiero hablar con el encargado del café. Quiero postularme para el trabajo de mesera.
La chica me mira de arriba abajo, dubitativa.
—No, definitivamente no eres para aquí —llega a la conclusión —. Eres chaparrita, tienes un rostro poco llamativo y sinceramente pensaran que estamos explotando a niñas de secundario.
—¿Qué? —me ha dejado sin habla —Tengo 22 años y creo que doy definitivamente para el puesto. Aprendo rápido y no tengo problemas con los turistas que hablan español o portugués. Soy buena para trabajar en equipo y me gustan los desafíos. No me subestimes por mi apariencia.
Había hablado con tranquilidad para no perder los estribos por completo porque realmente necesitaba el empleo. Y sabiendo que si me aceptaban ella seria mi compañera, sería un infierno trabajar con esa chica.
Con respecto a mis palabras anteriores, las había sacado de G****e para tener una mejor presentación ¿verbal?
Idea de Gaby. No me miren a mí.
—Mañana estará el encargado del sitio —suspira la chica, al ver que no tengo ganas de irme tan pronto —. Ven eso de las nueve de la mañana y podrás hablar con él.
Quería agradecerle, pero había sido tan asquerosamente grosera conmigo que simplemente asentí con la cabeza y crucé la puerta. Fue cosa del destino que el cielo rompa en lluvia en cuanto di dos pasos hacia el exterior.
Había gente que se anticipó al clima y ya andaba con paraguas en sus manos, mientras que otros, los ineptos como yo, salían corriendo en busca de refugio.
—¿Por qué corren si adelante también llueve? —me pregunto en voz alta, sintiendo como mi rostro y todo mi cuerpo se empapa.
Entonces el clima se sincroniza con mi humor y me detengo a repensar todas las fallas que ha empezado a tener mi vida desde que decidí cambiar de profesión.
Era hermoso hacer lo que a uno le gusta, pero nadie te decía lo difícil que podía ser la vida cuando no conseguía eso. No sé si fue por ese golpe o porque la chica me había llamado chaparrita, pero una profunda angustia apretó mi pecho en plena avenida.
Y entonces me puse a llorar en silencio mientras caminaba hacia mi bicicleta.
Un auto negro se detuvo a mi lado. Al principio no le presté atención porque había muchos autos estacionados, pero cuando elevé los ojos en dirección hacia la ventanilla, vi a Kim Seon Ho en el asiento del conductor mirándome curiosamente a través de sus lentes negros.
Su imagen parecía algo difusa debido a la lluvia torrencial.
—¡Sube al coche! —me grito a través del clima, quitándole el seguro al asiento del acompañante.
Se me detuvo el corazón para luego regresar a un ritmo disparado. El pulso, claramente acelerado, fue motivo de mi nerviosismo.
¡Dios mío, era Kim Seon Ho!¿Qué hacía aquí y porque de todas las personas que ha conocido en la ciudad en donde las hormigas se asemejan a la cantidad de neoyorquinos, ha detenido CASUALMENTE el coche ante mí? Me pellizco el brazo.
Debe ser un hermoso sueño del cual no quiero despertar.
—¡Niña, corre al coche que te mojas! —insiste y me saca de mis pensamientos.
Miro la bici deseándole una mejor vida en medio de la lluvia y corro hacia el auto. Esto está mal en todos los sentidos porque me estoy subiendo al carro de un extraño, pero al ser Kim no me importaría morir estrangulada por esas manos.
Mamá, si me muero quiero que sepas que lo hice siendo feliz.
Apenas me siento y cierro la puerta, huelo el olor a cuero mezclado con el aromatizador de vainilla muy suave. No me atrevo a mirarlo a los ojos, pero sé que me está observando mientas yo sólo tengo los ojos en el inmenso tablero de colores y las pantallas digitales.
Él todo cómodo y yo luchando por poder pagar mis libros de la universidad.
—¿Qué hacias en el medio de la lluvia? Puedes enfermarte —me dice, regañandome.
“Regañame toda la vida” pienso tontamente. Dios, su tono de voz es tan dominante y grave que tengo que centrarme en escoger las palabras correctas para no quedar como una boba ante él.
Incluso me sorprende lo bien que domina el ingles.
—Me agarró la lluvia, nada más. Ya estaba por tomar mi bicicleta e irme a mi residencia —le explico con un hilo de voz debido a la timidez que me genera su presencia.
Querido cerebro, tú y yo no nos llevamos muy bien que digamos, pero te pido de todo corazón que guardes este momento para proyectarlo luego en mi sueño y crear una nueva fantasía sexual con Kim Seon Ho.
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CAPÍTULO 4Imposible no tenerlo en un pedestal y ahora estar en el mismo coche que él, en silencio en el interior, pero por fuera, una fuerte lluvia que pretende romper las ventanillas.Nunca me hubiera imaginado en esta situación. Quería entrar en el museo para verlo en una entrevista y ahora estaba aquí ¡¡en el mismo auto que él!!Bueno basta. Era todo hermoso lo que estaba viviendo, pero sinceramente quedar en silencio con él no era lo más cómodo. Era medio raro el ambiente.—Así que tengo cara de ser una persona soberbia —me dice, acariciando el volante con sus largos y gruesos dedos. Me sorprende lo pálidos que son.Madre mía, se acuerda de lo que le he dicho. No sé se gritar de la alegría o hacerme chiquita en mi asiento.—Bueno, sí. No le has dicho nada a tu amigo cuando me gritó en el museo —me explico con pausa —. Así que sí, eres alguien soberbio.—Era mi representante —responde en seco.—Ya sea tu tía o tu representante, hubiera sido genial que le dijeras que no me grite.
CAPÍTULO 5. Observo detenidamente mi tarjeta una vez en la habitación de mi residencia. Me he tomado la molestia de, después de ducharme, sentarme en la cama y observar el papel grueso en donde su nombre estaba hecho con un relieve dorado en letra cursiva. No podía creer hasta dónde había llegado a tener contacto con él. Es como si Dios me hubiera mirado por primera vez y hubiera soltado “esta culera quiere al coreano ese, vamos a bendecirla” y procedió a escupirme en la cara. La lluvia no paraba y empezaba a hacer frio. Envolví mi cuerpo con una manta mientras apreciaba el nombre de Kim. No sabía si llamarlo ahora mismo o hacerlo después. Si lo hacía ahora quizás quedaba como una desesperada, pero si lo hacía luego corría el riesgo de que alguien más ocupe aquel puesto que me ofrecía. El trabajo de mis sueños se unía al chico de mis sueños. De pronto mi soledad se ve interrumpida cuando Gaby entra agarrado de la mano con una chica alta y morena de rizos definidos. Se produce al
CAPÍTULO 6 KIM SEON HO. Una vez que queda a solas, siente que puede respirar sin que nadie le indique cómo hacerlo. Sale de su despacho y camina mientras se quita la ropa hacia uno de los baños de su apartamento. Le grita a su comunicador automático instalado en la casa que prenda la música y que haga sonar la canción de Imagine Dragons: Not today. ¿Cómo es posible que dos personas al mismo tiempo estén sincronizados a través de la música? ¿Cómo el corazón de alguien puede estar tan conectado al de la otra persona? Puede que uno intente idealizar a estas dos personas que son polos opuestos, pero Kim estaba seguro de lo increíble que era aquella chica llamada...¿en algún momento le había dicho su nombre? Ni siquiera había tenido oportunidad de decírselo. Ella lo conocía a él pero no él a ella. Si se lo había dicho quizás ya no lo recordaba o se le había pasado por alto. Kim llega finalmente al baño, completamente desnudo y en cuanto la tina se carga con agua tibia se sumerge poco
CAPÍTULO 7 Una de las cosas que nadie te dice es cómo calmar tu ansiedad, que a veces, se confunde con nerviosismo o ataque de pánico. Manos sudorosas, un pie que se mueve al ritmo de tus palpitaciones contra el suelo de un ascensor y un picor extraño en la nuca. No podía diferencias esos tres estados que sufría el ser humano. Me veía reflejado en los tres espejos de las paredes. Observaba todas mis imperfecciones. Había algunos vellos de las cejas que no debían estar allí. Tuve que haber prestado más atención en eso. Abro la boca y aprieto los dientes, mirándolos. Los he lavado infinidad de veces, pero aun así siento que están algo amarillos. Debo parar con el café o terminaran pudriéndose. Me siento bonita, o así me sentía cuando me miré en el espejo de la habitación. Camino de un lado al otro hasta que finalmente llego a su piso. El ascensor se detiene y el corazón empieza a latirme con fuerza. Las puertas se abren y salgo directamente a un pasillo, chocando ante una pared que
PARTE 2. Kim se la queda viendo como si se tratara de una extraña. Aquel gesto me hace sonreír por dentro. No lo conozco en su totalidad, sólo me he creado una imagen idealizada de él, pero nadie puede negarme que no le agrada esa chica. Ni siquiera sé de dónde salió. Mi lucha mental era saber qué ocurría entre ellos dos, qué los unía y a la vez, ver la belleza de ese hombre que me triplicaba la estatura y de tamaño por lo musculoso que era. Me gustaba como se había enrollado las mangas de la camisa negra a la altura de los codos y estaba fuera de la cintura de su pantalón del mismo color para dar un aire despreocupado. Su cabello, el cual combinaban con su vestimenta estaba sutilmente despeinado. —Pasa por favor —me invita Kim, haciéndose a un costado para permitirme el paso. Sumisamente con mis manos sobre mi vientre paso sin mirar a la chica. Siento sus ojos clavados en mi nuca. —Siéntate en el sofá. En seguida regreso —me dice él, tranquilo pero tenso a la vez. Sale al p
CAPÍTULO 8 SKY KING —Y eso es todo —finaliza Kim tras cerrar si agenda y dármela —. Señorita King, le estoy dando algo muy peligroso, dejándolo en sus manos. Sé que estará a la altura de esta situación y podrá ser una mujer responsable como para no perder esta agenda con números importantes. —Lo sé —musito en un susurro, intentando no olvidarme nada —. En caso de que haga las cosas mal, por favor, no dude en decírmelo o lo solucionaré. —Recordaré que estás aprendiendo, no te preocupes. Me gustaba la seguridad y la confianza que me daba. Como si realmente comprendiera mi temor a arruinarlo todo. Kim se pone de pie, aclarándose la garganta. Oh, esa es una señal de que debo irme. —Tienes instrucciones de qué decir para ciertos productores y otras cosas para otros. Te he anotado algunas cosas que debes saber. Te daré una semana para acomodarte a todo y la próxima ya empezaras a trabajar como mi asistente. Esta semana deberás mudarte al edificio. Me quedo echa piedra. —¿Aquí?¿Al
Parte 2 Uno de los botones del edificio tuvo la gentiliza de ayudarme a subir mis maletas y algunas cajas. No tenía mucho. Muebles tampoco. Todo lo que tenía estaba en la casa de mi madre, la cual no sabía que me había mudado de la residencia porque había apostado a un nuevo trabajo que me ofrecía una mejor calidad de vida. Obviamente iba a continuar con mis estudios, pero priorizar mi trabajo era lo que más me importaba. Supe que mi vida estaba dando un giro cuando finalmente abrí la puerta de mi nuevo apartamento y me quedé quieta, congelada, observando detenidamente cada detalle. Era similar al apartamento de Kim pero no con la vista panorámica, pero no me quejaba del super ventanal con vista a la ciudad y los diversos edificios. Incluso tenía vista al parque Central Park. —Señorita ¿necesita algo más? —me pregunta el muchacho, dejando la última caja en el suelo de la entrada del pasillo. Niego con la cabeza con una sonrisa en la cara. —No, muchas gracias. El chico asiente
CAPÍTULO 9 Aquella noche soñé que lo hacíamos. Y lo digo de esa manera porque la otra palabra que lo especifica y define me parece demasiado fuerte. En cambio “hacerlo” era más sutil y misterioso. Era algo que se hacía de a dos, en cambio, si decía la palabra sexo, parecía ser algo más individual. Y por supuesto que no fue para nada individual. Porque estábamos los dos allí, dispuestos a desgarrarnos la ropa. Claramente no era mi única fantasía sexual en donde Kim era el protagonista, amo y señor. Yo me dejaba llevar por sus caricias. Si bien siempre había fantasiado conque él fuera el primer hombre en tomarme (cosa que lo veía imposible porque era un actor que sólo veía en planos favorables en mi televisor) ahora, que sabía cómo era en vivo y en directo, en carne y hueso, sus planos y perfiles, había tomado información suficiente como para que mis fantasías se vean mucho más reales. En conclusión, estaba enferma alimentándome de ilusiones. Así que, para acallar las ilusione