CAPÍTULO 3—No creo que deba usarlo, está guardado debajo de mis cuadernos de la universidad en el segundo cajon de mi mesa de noche.—Sky, hazlo. Me salió carísimo.—No debiste comprarlo.—¿Por qué no? Ahora estarás sola y no tendrás con quién quitarte las ganas. Hasta yo estoy pensando comprarme una muñeca inflable.—¡Gabriel!Se echa a reír.Gabriel me regaló un vibrador. De esos que te dan una caricia al clítoris y ves el cielo, según él. Nunca usé uno ni tampoco quise hacerlo, pero él no paraba de insistir.Desde que me mudé a un nuevo piso, Gabriel y yo nos solíamos contactar por videollamada para charlar un rato. En esta oportunidad, me había pillado tumbándome en la cama luego de mi jornada laboral. Los pies me dolían de lo hinchados que estaban y decidí aceptar su llamada.Mi rostro ocupaba la mayor parte de la cámara y el suyo también. Estaba acostado, agotado de cursar una de las materias más pesadas de la carrera y aún así deseó llamarme para saber cómo estaba.—Hazlo, no
CAPÍTULO 4SAMLo que no se contó fue la parte de mi historia.No soy alguien bueno, tampoco creo serlo algún día. Lo jodido de esto es que mis actitudes a veces lastiman al resto pero estoy tan ciego como para verlo que cuando lo noto, ya es demasiado tarde.Cuando conocí a Zafiro me enamoré perdidamente de ella. Fue una especie de conquista porque al verla con unos ojos almendrados y cabello rojo fue una combinación explosiva para mis sentimientos que necesitaban despejarse un poco.La vi bailar en un bar, en aquel momento, una cantina de mala muerte rodeada de hombres que seguro la despedazarían cuando terminara su turno como mesera. Sabía que conseguía más propina si bailaba sobre las mesas con aquel vestido largo, desteñido pero que aún así, cuando sujetaba su falda con ambas manos lograba que sus curvas nos volviesen loco a todos. Y más cuando su escote se veía aplastado por el ajustado corset.Pero luego de todo aquel relleno melancólico de la belleza de Zafiro, ella sabia como
CAPÍTULO 5.Sam está frente a mí con una sonrisa maliciosa en sus labios, de esas deseosas por comerse a la victima que tiene enfrente. Yo me mantengo firme porque no quiero caer ante la tentación de sus brazos, pecho y cuello, los cuales eran lo suficientemente grandes como para frenar un tren. Bueno, no quería exagerar, pero tenía un aspecto de chico fuerte.La película se oía de fondo.Puse mis manos sobre sus hombros y eso pareció tentarlo más a que quiera tirarse sobre mí, pero cuando vio que flexioné la rodilla y la levanté a la altura de sus genitales, se echó hacia atrás.—Demonios mujer eso no se hace ni en juego. Es jugar sucio—me reprende y yo me rio.—Siéntate, tengo hambre.Sam se me queda viendo, intrigado.—¡De pizza!¡Quiero pizza! Que mente tan sucia tienes, Dios—me rio aún más fuerte.Era como si el tiempo no hubiera pasado, en realidad, era como si nuestra amistad no se hubiera quebrantado. Tenia a mi lado al mismo sujeto que me había contratado como su asistente hac
CAPÍTULO 6.Sky no tuvo timidez a la hora de quitarle por encima de la cabeza la ropa a Sam. Ni Sam tuvo pudor de quitarle la enorme playera que tenía ella, dejándola únicamente en bragas y calcetines.Sus pechos, cálidos, recibieron a Sam como aquel que muere de hambre y sólo desea comer el manjar que tiene encima de él.Sky gime en cuanto él caza con su boca uno de sus pezones. Ella hunde sus finos dedos en su cabello, los cuales enredó hasta tirar de él. Sam soltó un gruñido de lo más profundo de su garganta.La joven se movía despacio encima de Sam, franeleando por encima de su ropa con el fin de que la erección de él se hiciera más notoria. Este vibraba bajo sus movimientos y temía correrse de lo mucho que la deseaba.—No deberíamos estar haciendo esto—jadeó ella con el corazón latiéndole con fuerza mientras él le besaba el pecho con tanto cariño y devoción que la derretía.El juego de sensaciones ya había empezado y era demasiado difícil detenerse.—Ya es tarde—murmuró él contra
CAPÍTULO 7.—El café es un asco, King.Me deja el café intacto encima de la mesa alta de recepción mientras atiendo un par de emails en la computadora de escritorio.Me pongo de pie tras ver que el señor Wright que se pierde en uno de los pasillos del piso y puedo escucharlo regañar a alguien.Ni siquiera tengo tiempo de darle una explicación o al menos decirle que le traeré otro enseguida. No varia del café del día anterior. No entiendo nada.Son las diez de la mañana y para ser honesta no la estamos pasando bien. Nadie. En absoluto.Todos lo evitan y es notable su mal humor.—Se enteró que su esposa se estaba acostando con su mejor amigo, David, uno de los jefes de marketing de la empresa—me cuenta Amadeo, uno de los que se ocupa de la limpieza.Es un poco más bajo que yo, tiene mi edad y lleva un mono de limpieza azul oscuro que le queda a la medida.Lo miro, ceñuda.—¿Y tú cómo sabes eso?—Bueno, la voz corre rápido en el edificio—tuerce el gesto mientras pasa la escoba por el pis
CAPÍTULO 8.SKY KING.Tras llegar a mi edificio, la lluvia torrencial continua. Me alegra regresar a casa, pero el único que no ha subido conmigo a mi piso fue Sam, el cual, decidió marcharse sin explicarme a dónde iría.Tampoco me debía una explicación, no éramos nada.Tras abrir la puerta y quitarme el saco que estaba empapado, noto que no estoy sola tras mirar de reojo y lo confirmo.Pego un grito del susto al ver a Gabriel sentado en mi sofá. Incluso el televisor está apagado y eso me ha dado a entender que no ha venido aquí para pasar el rato.—Hola, Sky—me saluda, con voz apagada, pero se esfuerza por darme una débil sonrisa.—Me vas a matar del susto Gabriel—me rio, nerviosa—¿Qué haces aquí?Veo que ni siquiera forzado la puerta para ingresar. Luego me acuerdo que está metido en el mundo paranormal y trato de justificarlo mentalmente con eso.—¿No puedo venir a visitar a una amiga?—Sí, claro que puedes, pero avísame al menos. No he tenido tiempo de limpiar la casa—le digo, cam
CAPÍTULO 9Elena.Me han llamado Elena o al menos que haya oído mal.Sin embargo, ahora estaba ante Gabriel, quien se había puesto pálido al verme.—Sky—susurró ante el barullo del bar—¿Por qué me seguiste?—Quería venir a ver cómo estabas.—Pero se supone que estás del lado de Sam—impone, acercándose a la barra.—No estoy del lado de nadie.Gabriel se me queda viendo como si no me reconociera, pero su sonrisa llena de esperanza me dice todo lo contrario.—He oído que me has dicho Elena.—Bueno, es tu nombre referencial de ángel pero no le des importancia—me dice, pidiéndose una cerveza luego de mencionarlo—. No tiene nada que ver contigo.—Quiero poner un alto con esto de los ángeles caídos y toda esa mierda.—Intenta no decir blasfemias en presencia mia, Sky.—Podía insultar al cielo y a la tierra siendo tu amiga, Gabriel—mascullo.—¿Y el imbécil de tu novio?—Está descansando luego de la paliza que le diste y no es un imbécil. —¿Quieres tomar una cerveza conmigo?Por más que su ro
CAPÍTULO 10.Del caos nacieron las más hermosas estrellas y creo que esa voz en mi cabeza que me susurró que todo estaría bien, fue esa explosión.Como asistente del jefe y encargada de la recepción en una empresa de belleza, mi día laboral es bastante diverso y ajetreado. Comienzo mi jornada llegando temprano a la oficina para asegurarme de que todo esté en orden antes de la llegada de los demás empleados y clientes.Una vez que llegan los clientes, me encargo de recibirlos y hacerlos sentir cómodos, asegurándome de que se dirijan al área correspondiente para recibir el servicio que necesitan. También atiendo llamadas telefónicas y correos electrónicos, tratando de responder a las preguntas de los clientes o remitirlos al personal apropiado.Colaboro estrechamente con el jefe de la empresa, ayudándolo con diversas tareas, como la preparación de documentos, la organización de reuniones y la programación de citas. Me siento agradecida por tener la oportunidad de aprender de alguien tan