Una lucha sin cuartel ya se libraba en la mansión Dietrich & Gilbert, soldados prácticamente caían como moscas, la lucha entre Mónica y Lenaya parecía eterna, sin fin, por más que Lenaya intentó escurrirse para ayudar a su gente, Mónica siempre se interponía en su camino, en cambio Darlen, como uno de los Nefilim más fuerte de la mansión, mantuvo a raya a los demonios y bendecidos de los refugiados, y con la ayuda de Caroline y los soldados, estos se adentraban en túneles subterráneos para escapar y ponerse a salvo, Lenaya no quería usar todo su poder, ella sabía los riesgos que esto implicaría, sin embargo, recibiendo presión por parte de Mónica, no le estaba dejando mucho a elegir, si por lo menos Darién hubiera llegado a tiempo con su cuerpo las cosas serían diferentes, y sin tener forma de obtener información al respecto de cómo iban las cosas con él y sus amigos. Ambas se detienen mirándose a la cara, rodeando la una a la otra, sopesando sus próximos movimientos con esp
Una voz se oyó en la mente de Lenaya. ─ ¡Todo el mundo al suelo! ─. La voz le resultaba familiar, ¿Dónde la había escuchado?, la advertencia se volvió a sentir con más fuerza, cuando mira hacia arriba, estrechando la mirada hacia el cielo nocturno, un enorme avión de carga descendía, y de él una gran ráfaga de metralla pesada salió de sus lados, el otro avión remató con otra pasada. Desde las alturas, los que manejaron las armas se mantuvieron en constante comunicación con los de tierra, marcaron sus objetivos y la moral de los de tierra se alzó a lo más alto al ver a los enemigos caer a su alrededor, solo se ocuparían de los demonios y ángeles. Lluvia de munición pesada volvió a caer desde arriba, los cuerpos de los bendecidos y aberraciones se convirtieron en masa sanguinolenta en la tierra, Lenaya da un gran grito de victoria alzando su espada Morrel, extiende su mano y su daga Colmillo volvió aparecer en su mano, volvió alzar su espada y gritó con más ahínco su grito de guerr
Mientras que Melisandre guiaba a los humanos, Renata no dejaba de mirar hacia atrás, hacia Darién, en ella aún conservaba el abrigo puesto, y en el abrigo su aroma, en cambio Youlin solo podía dar tumbos y mirar en asombro constantemente en dirección a la reina Lenaya, ella sabía que la cosa se pondría fea y ellos debían salir de allí. ─ ¿Recuerdas lo que habíamos hablado, Caroline? ─. Caroline asiente en respuesta. ─ Es el momento ─ Lenaya afirma con expresión inescrutable. ─ ¿Lista para bailar, hermanita? ─ Cuando quieras, capullo ─. Darién sonríe a cambio, todos invocan sus armaduras, Caroline se transforma en la Succubus. La batalla comienza, ya no era cruce de espadas solamente, ahora era lucha de poderes y más. Ondas enormes de luz y fuego volaron por los aires iluminando el cielo como si fuera un segundo sol, hordas de demonios y ángeles se interpusieron en sus caminos para cortarles el paso a sus adversarios, ondas expansivas de luz, hielo y fuego era la respuesta en
Apretando el cinto en un puño, lo disuelve en un fuego azul intenso, le ordena a Darlen en cargar su cuerpo de regreso a la mansión o lo que quedaba de ella, con el sol despuntando hacia un nuevo día a sus espaldas, era el indicio de un nuevo rumbo a recorrer, un nuevo destino a la cual afrontar prácticamente juntos. Mantuvieron a Mónica en tratamiento y encierro total, aislada de todos y de todo, la única en tener acceso era Lenaya, que la visitaba de vez en cuando mientras se realizaban las reparaciones de la mansión. Despojada de todo poder gracias a unos brazaletes en sus muñecas y en sus tobillos dentro en un círculo mágico creado por las Eternas con escritos y símbolos prácticamente ilegibles para el ojo común. ─ Abran la celda ─. Solicitó Lenaya haciendo acto de presencia. ─ Su majestad ─. Contestó el soldado con una reverencia. Los pasos hacen eco en el gran salón amplio, en el salón, una celda en el medio, dentro de la celda, el gran circulo mágico plasmado en el s
Lenaya, cruzándose de piernas y apoyando un codo en uno de los brazos del trono, se acomoda mostrando interés en las conclusiones de José. ─ A decir verdad, si los humanos no están poseídos, ni mucho menos corruptos, no se pueden tocar, disuadirlos tal vez, pero se está prohibido lastimarlos y no sentí corrupción en mis amigos ─ ¿Por qué no se pueden lastimar? ─ Son la creación de Dios, y hasta donde sé, Dios amó a su creación, a los seres humanos, más que a sus ángeles mismos que son perfectos ─ Interesante, ¿Qué más? ─ Lo que no comprendo es el por qué envió a un Nefilim con nosotros ─ Es obvio, ya estarían muertos, es cierto en parte tu teoría, y con lo de Darién fue para asegurarme de que no les pasara nada, ya que son humanos, son vulnerables a los intentos, y si quería mi cuerpo de regreso, Darién era la mejor de mis opciones ─ Aun siento que hay algo más, pero no logro dar con ello, lo presiento ─ Quizás sí, quizás no, cuando lo tengas más claro puedes venir y hablarlo conmigo,
─ Dime que no estás usando esos poderes tuyos… ─. Musitó Renata en un susurro temeroso, Darién sisea sutilmente para que guardase silencio, con un dedo él coloca detrás del oído de Renata un mechón de cabello, ella le aparta un flequillo de la frente para verle mejor a los ojos. ─ No estoy usando nada contigo ─ ¿De purita verdad? ─ (media sonrisa) Purita verdad ─. Darién sumerge a Renata en un abrazo que le roba otro suspiro de alivio. ─ ¿Quieres ir a otro lugar? ─. Pregunta Darién sin dejar de abrazar. A decir verdad, Renata no quería estar en ningún otro sitio, para ella ese era el lugar perfecto y el momento perfecto, con los ojos cerrados y su cabeza apoyada en su pecho, asiente. Darién toma de su mano y la guía escaleras abajo. Al estar a una buena distancia y de entre las sombras, aparecen Darlen y Caroline con sonrisas cómplices y juguetonas con copas en mano. ─ No. Lo puedo. Creer ─ No me digas que ese es tu hermano ─. Señala Caroline con la copa algo asombrada. ─ Lo desconozco
Lenaya vuelve a visitar la celda de Mónica, pero esta vez fue por el llamado de uno de los guardias, Lenaya llega a zancadas al centro de retención. ─ ¿Qué está pasando? ─ Su majestad, no ha parado de gritar ─. Le informa uno de los guardias, Lenaya entra para encontrarse a una Mónica revolcándose en el suelo, luchando contra unas manos invisibles que la sujetaban, llorando, gritando desesperadamente para que la soltaran, llamaba a sus padres, a Paola, a alguien para que la salvara. Lenaya entra y se arrodilla a su lado y la sujeta con fuerza y comienza a llamarla para que reaccionara. Mónica forcejea gruñendo, pataleando. ─ ¡Mónica soy yo!, estoy aquí, estás a salvo, nadie te hará daño, estás a salvo ─. Mónica comienza a calmarse al ser siseada y acunada entre los brazos de Lenaya. Lenaya no pudo sentir ni divisar alguna fuerza externa, así que solo pensó que era debido a su mente, coloca una mano en su nuca, y con brillo dorado, buscaba mientras que susurraba pacientemente.
Ambas caminaron hasta el salón del trono, amplias y pesadas puertas se abren señorialmente, Mónica vio con asombro los dos tronos, no podía saber cuál era el de su amiga ya que ambos tronos eran idénticos, Mónica da vueltas sobre sus talones, admirando cada detalle, el salón parecía estar vacío. ─ ¿Dónde están? ─. Pregunta Mónica admirando el estilo medieval del salón, pero tenía algo diferente, Mónica no supo identificarlo. ─ Solo espera un momento ─. Unas puertas laterales se abren, haciendo acto de presencia Sofía y a Wyatt. ─ Ellos son Sofía Gilbert y Wyatt Dietrich ─. Presenta Lenaya, ambos hacen una leve reverencia, Mónica le corresponde al saludo con una leve inclinación sujetando su falda. ─ Ellos se encargan de llevar la contabilidad y negociaciones. Ahora presta atención Mónica, ésta es la parte más delicada, no te asustes, veas lo que veas no te asustes, ellos no pueden tocarte ─ ¿No pueden tocarme?, ¿Por qué?, no entiendo ─ Eres mi invitada, intentar hacer algo contra ti, s