Novalee despertó de pronto asustada al escuchar gritos y disparos en la parte de afuera de la casa. Luces que se reflejaban en la ventana por momentos y una ráfaga de disparos y gritos de hombres, por lo que se paró rápidamente y salió al pasillo donde todo estaba oscuro y caminó lo más agachada posible hasta la habitación de Arthur. Al llegar allí, Mary Lee, la niñera lo tenía abrazado y agachados detrás de la cama. Novalee entró y se agachó junto a ellos. El niño al verla, extendió sus bracitos y ella lo abrazó.

Después de un rato, se hizo un gran silencio y tanto Novalee como la niñera escucharon el ruido de pasos que se dirigían a ese cuarto. Ambas estaban aterrorizadas esperando lo peor cuando se abrió la puerta y entraron los escoltas del Jeque Abimeleck que cuidaban de ella y del rancho. Ambas soltaron el aliento que estaban conteniendo.

-¿Qué ocurrió? – Preguntó Novalee levantándose on el niño en brazos –

-Hubo un intento de intrusión en la propiedad, señora, pero ahora ya est