Para cuando pasó el fin de semana estaba exhausta. Papá estaba en coma y no había señal de que despertara, los doctores incluso consideraron desconectarlo y dejar que descansara. Mamá se negó al igual que Connor.Carter siguió yendo al restaurant cada día, incluso me convenció de ir el domingo y el lunes para que me despejara un poco, pero llegados al punto en que cualquier llamada tanto de Simone, como de Connor hacían que mi corazón se detuviera, procuraba pasar en el hospital el mayor tiempo posible. Tanto así que el martes fui la primera en estar en el hospital. Sin Simone, sin Carter. Sola. Ayudo que la noche anterior Carter fuera a ver a sus padres y Simone se quedara con Ethan en su departamento. Ahora estaba aquí pero no eran las horas de visita,
Cerré la puerta de mi habitación detrás de mí y le pase el seguro. Inmediatamente Simone estuvo del otro lado llamándome, pero la ignore. Me deshice de los zapatos de tacón y el vestido negro a medida que avanzaba a la cama.Los golpes en la puerta se intensificaron y la voz de Carter suplanto la de Simone.—Cielo, por favor abre. Simone y yo estamos preocupado por ti Lo ignore. Y quitando lo que me quedaba de ropa me metí en la cama y llore.Hoy había enterrado a mi padre.Hoy mi madre había prometido marcharse de mi vida para siempre.Hoy Connor, Vanessa y Fabio volvían a New York.Hoy me sentía más sola que nunca.
Tragué el nudo en mi garganta y ayudada por un valor que no sabía que tenía mire hacia la puerta, donde Carter descansaba apoyado al marco de la puerta. De brazos cruzados y con una expresión sombría que jamás le había visto.—Carter ¿Qué haces aquí? —susurré. Simone se incorporó cubriendo su desnudes con la sabana más cercana.—Venía a ver cómo te sentías, obviamente fue un error —se dio vuelta y salió de la habitación—¡Carter espera! —tome mi bata y corrí mientras anudaba el cinturón. Carter estaba en la sala, caminando de un lado a otro. Como un león a la espera de atacar. Cuando me vio su mandíbula se tensó.—No te detengas por
Para cuando llegó el lunes yo seguía inmersa en mi depresión. No había ido al restaurant porque no quería verlo, sería demasiado duro pero lo inevitable hizo acto de presencia. Ese mismo día llegó su carta de renuncia.Me hice un ovillo el resto del día, estrujando su carta de renuncia contra mi pecho. Todo se había ido a la mierda, y dolía como el infierno. Simone me encontró hecha un lío. Y más allá de insultarme o cabrearse, me abrazó… me abrazó y me reconforto. Ella siempre sería mi ancla.El sábado decidí volver al restaurant. Todo parecía perfecto excepto porque como bien lo habí
—¿Estás segura? —Simone me preguntó por tercera vez esa mañana.—Sí, lo necesito. Lo necesitamos —Y que lo digas —me beso en los labios—. ¿Qué pasará con el restaurant?—Lucas se hará cargo mientras yo no esté —¿Confías en él lo suficiente como para darle esa responsabilidad? Asentí.—No parece una mala persona—Le estás dejando parte de tu vida a un completo desconocido Mi ceño se frunció.—Estás m
La luz entraba por las ventanas iluminando la hermosa habitación de uno de los hoteles más hermoso de Las Vegas. Definitivamente Ethan se había superado así mismo.Mire el reloj, 09:25 am. Posiblemente Simone estaría celebrando el comienzo de sus veintinueve años con Ethan. Ya me encargaría yo de arrebatársela unos minutos a lo largo del día.Me estire y senté en la cama. Mis pechos quedaron expuestos al aire acondicionado haciendo que mis pezones se erizaran al instante. Los roce con mis pulgares y luego los estruje enviando una corriente eléctrica directa a mi clítoris que palpito de necesidad.Busque en el bolso que había dejado a un lado el vibrador que me había traído porque ya que tenía la suite para mi sola y no había con quien comparti
—¡No! —exclamé—. No, no, no y no me niego ¿Estás loca?Definitivamente Simone tenía que estar loca si creía que la seguiría en semejante locura.—Oh vamos sweety, por favor —me rogó haciendo un mohín, a sabiendas de que nunca me resistía a ellos—. Míralo como obsequio de cumpleaños—No, ni hablar —dije soltándome del brazo que me tenía agarrado—. Puedes pedirme lo que quieras, menos eso—Haber no me dijiste una vez que te gustaría hacerte uno—Si ¡Hace siete años y medio borracha!—Por favor sweety —repitió.—Pero ¿Por qué? ¿Por qué de repente sales con esa locura?
Observe el tatuaje, la zona alrededor estaba enrojecida pero las letras entrelazadas en esa hermosa caligrafía y con ese tamaño era simplemente perfecto.—¿Ahora si admites que te gus
—No Taylor —dije empujándolo—, no puedo—Pero… —negué.Último capítulo