Suspiré.
El placer se extendió por mi cuerpo con más intensidad a cada instante. Sentí que me separaban las piernas. Cosquillas. Dedos acariciaban mi muslo interior izquierdo. Temblé. Un dedo me presionaba el clítoris y una caliente lengua lamía y se deslizaba entre mis pliegues húmedos. Sonreí. Solo una persona me despierta de esa manera en las mañanas.Abrí los ojos y observé, pero necesitaba más.
Estiré la mano y levanté la cascada de cabello dorado que antes me impedía ver con claridad, por lo que ahora su mira
La mirada de Simone fue impasible, pero no fui indiferente a la furia con la que me arrebató el anillo de las manos.—¿Desde cuándo tú me revisas las cosas? —espetó. —No las revise, tu bolso se cayó —me defendí—. Quiero decir, lo tumbe y quise arreglarlo todo cuando me encontré con eso —señalé el anillo—. ¿Desde cuándo lo tienes allí?—Ángela…—¿Cuándo Simone?Sabía que cuando usaba ese tono de benevolencia conmigo intentaba no herir mis sentimientos.—Desde hace una semana—¡Una semana! —grité. ¿Ella lo ha mantenido oculto una semana?—¿Qué demonios esperabas para decírmelo?
—…entonces no sabríamos decirles si sobrevivirá la noche o no —terminaba de decir el doctor con respecto a la situación de papá.Al parecer el paro respiratorio había complicado todo para él. Lo que antes eran días de vida, ahora podían ser horas.—¿Podemos verlo? —pregunté.—Por el momento no, necesitamos dejar descansar al paciente—¡Exijo ver a mi esposo! —exclamó mi madre.—Mamá por favor cálmate —le pidió Connor acercándose a ella—Por supuesto que no me calmo, quiero y exijo verlo—Mamá, por favor —me acerqué y toqué su hombro.—Tu no me toques —siseó alejándose de mí— y n
—Deberíamos levantarnos —susurré después de que Carter me besara como si su vida dependiera de ello.—Yo me siento muy bien aquí —movió su cadera presionando su creciente erección en mi muslo interior.—¿Solo piensas es sexo? —pregunté enarcando una ceja.—Lo hago teniendo a una mujer tan espectacular como tu desnuda a mi lado Blanqueé los ojos.—¿No te basto con anoche? ¿O esta madruga? ¡¿O hace unos minutos?! Carter rió antes de besarme de nuevo.
Para cuando pasó el fin de semana estaba exhausta. Papá estaba en coma y no había señal de que despertara, los doctores incluso consideraron desconectarlo y dejar que descansara.Mamá se negó al igual que Connor.Carter siguió yendo al restaurant cada día, incluso me convenció de ir el domingo y el lunes para que me despejara un poco, pero llegados al punto en que cualquier llamadatanto de Simone, como de Connor hacían que mi corazón se detuviera, procuraba pasar en el hospital el mayor tiempo posible.Tanto así que el martes fui la primera en estar en el hospital. Sin Simone, sin Carter. Sola. Ayudo que la noche anterior Carter fuera a ver a sus padres y Simone se quedara con Ethan en su departamento. Ahora estaba aquí pero no eran las horas de visita,
Cerré la puerta de mi habitación detrás de mí y le pase el seguro. Inmediatamente Simone estuvo del otro lado llamándome, pero la ignore. Me deshice de los zapatos de tacón y el vestido negro a medida que avanzaba a la cama.Los golpes en la puerta se intensificaron y la voz de Carter suplanto la de Simone.—Cielo, por favor abre. Simone y yo estamos preocupado por ti Lo ignore. Y quitando lo que me quedaba de ropa me metí en la cama y llore.Hoy había enterrado a mi padre.Hoy mi madre había prometido marcharse de mi vida para siempre.Hoy Connor, Vanessa y Fabio volvían a New York.Hoy me sentía más sola que nunca.
Tragué el nudo en mi garganta y ayudada por un valor que no sabía que tenía mire hacia la puerta, donde Carter descansaba apoyado al marco de la puerta. De brazos cruzados y con una expresión sombría que jamás le había visto.—Carter ¿Qué haces aquí? —susurré. Simone se incorporó cubriendo su desnudes con la sabana más cercana.—Venía a ver cómo te sentías, obviamente fue un error —se dio vuelta y salió de la habitación—¡Carter espera! —tome mi bata y corrí mientras anudaba el cinturón. Carter estaba en la sala, caminando de un lado a otro. Como un león a la espera de atacar. Cuando me vio su mandíbula se tensó.—No te detengas por
Para cuando llegó el lunes yo seguía inmersa en mi depresión. No había ido al restaurant porque no quería verlo, sería demasiado duro pero lo inevitable hizo acto de presencia. Ese mismo día llegó su carta de renuncia.Me hice un ovillo el resto del día, estrujando su carta de renuncia contra mi pecho. Todo se había ido a la mierda, y dolía como el infierno. Simone me encontró hecha un lío. Y más allá de insultarme o cabrearse, me abrazó… me abrazó y me reconforto. Ella siempre sería mi ancla.El sábado decidí volver al restaurant. Todo parecía perfecto excepto porque como bien lo habí
—¿Estás segura? —Simone me preguntó por tercera vez esa mañana.—Sí, lo necesito. Lo necesitamos —Y que lo digas —me beso en los labios—. ¿Qué pasará con el restaurant?—Lucas se hará cargo mientras yo no esté —¿Confías en él lo suficiente como para darle esa responsabilidad? Asentí.—No parece una mala persona—Le estás dejando parte de tu vida a un completo desconocido Mi ceño se frunció.—Estás m