Daniel Santoro

Cada mañana hacía la misma rutina, levantarse a las 5AM, correr por el parque, para luego llegar a su apartamento darse una buena ducha, desayunar y salir a su trabajo. Ah, como amaba su trabajo, construir hoteles, edificios lo que le pusieran como desafío para él no tenía límite, por algo se esforzó tanto tiempo en sus estudios y fue el mejor de su generación. No fue fácil, su familia no quería apoyarlo ya que pretendían que siguiera la línea de médicos que tanto sus padres como hermanos llevaban.

Sino hubiese sido por su abuelo que lo ayudó a pagar los estudios sin importar lo que opinara su padre, nunca podría haber llegado al lugar donde estaba, no tenía nada en contra de la medicina, al contrario, creía que era una labor muy noble donde debían poner el corazón para ayudar a la gente. Pero desde pequeño vio sus sueños en crear cosas, construir y poner en cada una un pedazo de su alma.

Precisamente ese era el problema, alma, estaba claro que tenía, pero corazón, si alguna vez tuvo ya no, no tenía corazón, desde hace mucho tiempo comprobó de primera mano que entregar sentimientos era lo peor que una persona podía hacer, sólo ponía su alma en la construcción de todos los edificios, hoteles y casinos porque estaba convencido que el cemento, a menos que se derrumbara no le harían daño. Por ello no le importaba que lo tildaran de arrogante o déspota. Cuando su equipo de trabajo comenzaba una campaña sabían que no había espacio para el error.

Ahora estaba en busca de un nuevo integrante para la empresa, no podía ser cualquier persona, debía cumplir entre muchas cosas con un gran requisito, entregar su tiempo cien por ciento, encajar en el equipo que ya tenían y amar tanto como él la arquitectura. ¿imposible? no, difícil, extremadamente difícil, ya llevaban cuatro meses buscando y nada, no podían dar con ese personaje.

Por un momento volvió a sus años de universidad y recordó aquella chica tan tímida y tierna con la que compartió el último semestre.

Siempre había estado en su curso, más nunca la vio, sólo en el proyecto final donde les tocó trabajar juntos y pudo ver la capacidad que tenía para crear, si hasta a veces no era necesario que dijeran en voz alta las cosas ambos estaban pensando lo mismo. Jamás se había sentido tan atraído por alguien, escucharla hablar y sonreír era como tocar las estrellas.

Sus ojos color ámbar brillaban cuando volaban construyendo y creando. Sí, creía estar enamorado y ella demostraba lo mismo, ya no sólo frecuentaban los lugares en la universidad comenzaron a salir a distintos sitios y que bien la pasaban, en algunas salidas le presentó a su mejor amigo, Max, los dos congeniaron de inmediato, que hasta a veces sentía celos, pero confiaba en mi piccola y en mi amigo, luego me enteré que cuando estuve ausente unas semanas por la enfermedad de mi abuelo Max había conocido a la mejor amiga de Fran, no recuerdo su nombre, pero sé que mi hermano quedó embobado con ella, que hermosos días, fueron semanas donde pudimos compartir los cuatro y fuimos a lugares extraordinarios, la pasábamos muy bien, lo mejor era cuando lograba estar a solas con ella, aún recuerdo la última vez y aquella promesa que quedó en nada, tantos años y aún sin comprender como pude ser tan iluso, cómo pude confiar tanto en una persona. De nada sirvieron los consejos de mi abuelo cuando estaba con ella. Después de esa tarde no tuvimos tiempo después de volver a coincidir, y luego de lo sucedido ya nada fue igual, ella se marchó llevándose la parte que latía de mi corazón, nunca más volví a sentir algo igual.

Aún puedo sentir en mis labios aquellos besos, tan suaves, tan sutiles. Si algo hay que reconocer es que ella era una novata, a pesar de estar terminando la carrera, no tenía experiencia en temas de parejas, aunque a veces pienso que quizás jugó tan bien sus cartas que logró engañarme, en fin, ya nada volvió a ser lo mismo después.

Al igual que la mayoría de las personas siempre terminan dañando a quienes más quieren, como mi padre al alejarme de ellos por no querer estudiar medicina, desde que decidí estudiar arquitectura nada volvió a ser igual en la familia, así que ya no vale la pena verlos y ella... ella simplemente no puede ocupar un lugar en mi mente.

Por eso cada día sigue pensando que si bien puede estar con mujeres no necesita a ninguna en forma permanente y eso lo deja muy claro en cada una de sus relaciones si se pueden llamar de esa forma.

Después del trabajo se va con su socio y amigo Damián al bar Constantine, ahí de vez en cuando se juntan con alguna chica y liberan tensiones. Hoy es uno de esos días, están tomando un trago en la zona vip, cuando ven a dos mujeres estupendas, basta una sola mirada entre ellos y ya van a la carga, después de las presentaciones no cuesta mucho que ellas se acerquen a su mesa, tanto Daniel como Damián conocen a este tipo de mujeres, mujeres de una sola noche, sin esperar se dirige al privado y entra con la rubia coqueta, comienza a besarla apasionadamente y la sube a sus caderas empujándola contra la pared, no necesita mucha preparación, la mira y sabe que está lista, comienza a acariciarla y la besa, deja que ella lo acaricie, se deja llevar por la pasión, ha sido un buen momento, no pueden quejarse y esta vez él tampoco. Ella lo mira admirándolo, lo besa y quiere continuar, pero para Daniel ya es suficiente, la hace arreglar su ropa y salen nuevamente al vip.

Se quedan conversando un rato y ya lo está aburriendo, - pero sí que es vacía - y no tiene nada que ver su color de cabello, sólo que cuesta tanto encontrar a una mujer con la que hablar temas interesantes, ella quiere bailar y él le dice que la verá desde arriba, que baje no más.

De pronto la recuerda, esas conversaciones eternas hasta el amanecer tratando de cambiar el mundo, soñando, otras veces discutiendo cuando no tenían las mismas ideas, esas conversaciones eran las mejores, porque cada uno ponía su alma en la defensa, cual abogado defiende su caso, Muchas veces terminaban enojados durmiendo cada uno para su lado, pero bastaba un roce para abrazarse y volver a sentirse uno. Lo mejor de todo era que nunca habían intimado, sólo abrazos y caricias que subían de grado, pero nada más o ¿fue lo peor que pasó?, porque después de esa noche donde prometieron su vida nunca más volvió a verla.

-Daniel, ¿pasa algo?, es mi amigo quién me habla, - te he llamado más de tres veces y no me escuchas, lo miro aún con los recuerdos a flor de piel, no puedo comprender cómo después de tanto tiempo la siga teniendo tan dentro de mí.

- ¿Qué pasa? ya te quieres ir- le pregunto- , sí me contesta el muy patán, - vayámonos, creo que ya no hay mucho que hacer por estos lados. Nos miramos y soltamos una carcajada que hace la gente que está a nuestro alrededor se voltee a mirarnos. Así somos, unos locos que no les importa el qué dirán, hemos salido a distraernos y eso hicimos, ya podemos marcharnos en paz.

Tomamos nuestras cosas y salimos de ahí. Ya mañana será otro día...

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