Capítulo 232
Las heridas de Sonia no eran graves.

Después de los exámenes, le dieron el alta al día siguiente.

Sin embargo, su herida aún no había sanado y tenía una gasa en la sien. El doctor le advirtió que podría quedar una cicatriz.

A Sonia no le importaba.

Cuando entró al restaurante, los comensales no pudieron evitar mirarla con curiosidad.

Sonia se sentó tranquilamente.

A través de la ventana de cristal se veía la bulliciosa calle de Puerto Viejo.

Las luces rojas de los autos, las luces encendidas de los apartamentos en la distancia, y los puestos ambulantes que vendían frutas y fideos fritos formaban una escena urbana llena de vida cotidiana.

Era mucho más cálido que Puerto Cristal, esa ciudad repleta de rascacielos.

Mientras Sonia estaba absorta mirando el paisaje, escuchó unos pasos familiares.

Ese sonido, incluso en el bullicioso salón del restaurante, Sonia lo reconocería sin necesidad de voltear — era él.

Lo conocía... desde hace muchos años.

Tanto tiempo que Sonia había olvidado cuánd
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